Capítulo 3 - Un nuevo camino

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Entre más Lan WangJi conoce sobre este universo, más se da cuenta que realmente no se parece en nada a su mundo original.

Por un lado, está el tema del segundo género que sinceramente no termina de entender y no sabe por dónde empezar a comprenderlo. Por otro lado y siendo, por increíble que parezca, aún más perturbador; la secta líder y donde reside el cultivador en jefe, no es la secta Qishan Wen... Es la secta Lanling Jin.

¿Cómo pasó eso?

Según la resumida investigación que todavía continúa haciendo Lan WangJi, Qishan Wen se ha mantenido próspero pero no ha sobresalido demasiado después de que el anterior líder, Wen Ruohan, muriera debido a una desviación de Qi en los inicios de su gobierno. Wen Xu, su único hijo y heredero hasta ese momento, quien apenas tenía 5 años de vida cuando murió su padre, es el actual discípulo principal de la secta y el cargo de líder lo había asumido en su momento, el hermano de Wen Ruohan, Wen YanBao, quien en la actualidad ya se ha retirado y cedido el puesto de líder a su hija mayor Alfa, Wen Qing.

Este mundo es... Desconcertante. 

Demasiado impredecible. Concluye Lan WangJi.

Después de estudiar diligentemente un poco de la historia de las sectas en este mundo, Lan WangJi decide regresar a los túmulos funerarios de Yiling antes de continuar su camino a Gusu.

La incontenible masa de energía que aún guarda dolorosamente en sus recuerdos, ya no existe. En su lugar, hay un paisaje abrumadoramente tranquilo de tierra fértil, pasto verde y el cielo azul que se extiende imperturbable, sobre toda la extensión del territorio.

Lan WangJi fue muy consciente que vivir en Yiling era vivir cara a cara con la energía resentida. Innumerables batallas y males a lo largo de generaciones imbuyeron la tierra con dolor, sangre, cenizas y mientras las sectas de cultivo buscaban consolidar su propio poder y establecer su territorio, Yiling fue ignorado por todos y considerado como una especie de páramo abismal empapado en energía resentida. 

Indomable, aberrante.  

Todo eso había cambiado con el surgimiento de Yiling Laozu.

La primera persona en su mundo, capaz de usar la energía resentida, logrando contenerla y al mismo tiempo refinarla hasta desarrollar un nuevo método de cultivo para sorpresa del mundo entero. Durante su tiempo convida e incluso después de su muerte, la gente habló de los túmulos funerarios casi como si fuera un propio ser, asentado sobre los huesos de un plano conectado al mismo infierno.

Nadie había podido contenerlo...

¿Cuando comenzó Yiling a ascender en prominencia, sus tierras de alguna manera fértiles y florecientes a pesar de la pasada presencia de la energía resentida que condenaba el lugar a una resequedad abismal?  

A Lan WangJi le lleva un tiempo encontrar un buen lugar para el entrenamiento que quiere realizar. Quiere un lugar relativamente apartado y lo suficientemente alejado del pueblo como para que nadie fuese a correr algún peligro mientras él estuviese experimentando. Finalmente, se decide por una llanura amplia y plana rodeada de afloramientos de roca, no muy lejos del lugar donde originalmente había llegado. Los acantilados serían suficientes para darle maniobra si por alguna razón no logra controlar la energía y esta se sale de control.

Espera realmente no llegar a eso.

Lan WangJi se sienta sobre el pasto verde, a la sombra de un árbol solitario cerca del borde del cañón. Después de tantos años, tocar su guqin es tan fácil como respirar. El instrumento toma forma bajo sus manos mientras cierra los ojos y respira por un segundo. La sensación de las cuerdas en sus dedos, el peso familiar sobre sus rodillas, la madera lisa y la resonancia perfectamente sincronizada con la suya.

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