Capítulo-2 (¿Paz? ¿Tranquilidad? Eso es...)

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Tras la adrenalina de no saber qué es lo que estaba sucediendo en su cuerpo, el porqué de dichos comportamientos, se dispuso a ir a la cocina donde estaba Mirera, su actual pareja. Llevaban más de un año juntos, tenían una relación de respeto y amor mutuo, grandes historias pasaron juntos en el poco tiempo de su relación. Algo curioso y característico de su relación era el hecho de que la gente los miraba por la calle de manera descarada, y no sabían el porqué, intuían que sería por la apariencia tan adulta de Jon que chocaba con la apariencia joven de Mirera. Jon parecía tener 40 años mínimo, mientras que Miera aparentaba tener 18 recién cumplidos, pero la realidad era muy diferente, Jon tenía 20 años cumplidos, mientras que Mirera tenía 24 años para 25. Volviendo por el pasillo con pasos apresurados, escucho de nuevo un golpe en la puerta, de nuevo el mismo golpe. Hizo caso omiso de ello por el bien de su cordura.

Mientras más cerca estaba de la cocina, un aroma de tortilla y pollo recién hecho llegaba y penetraba en sus fosas nasales, como si de aire puro se tratase aspiró profundamente el aroma de las especias del pollo, tras aspirar profundamente, se sintió muchísimo mejor, más tranquilo, pero sobre todo con un gran apetito. Llegó a la puerta de la cocina, y vio a Mirera con su delantal de flores rojas, sus ojos creaban una imagen casi idílica, una mujer hermosa, pelirroja, feliz, con una sonrisa de lado a lado, mientras bailaba al ritmo de la música sevillana, sacando su genética a relucir. Se quedó boquiabierto, pensativo, recordando los tiempos vividos, los viajes... lo feliz que era al lado de Mirera.

***

Mirera, dando sus giros al compás de la música, golpeó con la mesa, teniendo el bol de los huevos en las manos, empezó a caer, todo se puso en cámara lenta, hasta que de repente notó lo brazos de alguien, era Jon, que estuvo en el lugar y en el momento idóneo, ayudó a Mirera a ponerse de pie de nuevo. Jon le dijo preocupado...

- Tienes que tener más cuidado, la cocina es pequeña, un tropiezo de ese puede hacer que acabes en el hospital o incluso peor.

La cocina no tendría más de dos metros cuadrados, por lo tanto todos lo elementos en la cocina estaban puestos de manera muy apretada y justa, una mesa en el centro de la cocina, pegada contra la pared a mano izquierda, y a mano derecha y siguiendo el límite de la pared, tenían el frigorífico, una encimera que recorría toda la parte izquierda del frigorífico hasta la ventana, ventana que estaba en el centro de la mirada de todo aquel que entrase por la puerta. 

El tono de voz que Jon utilizó no fue un tono agresivo, sino uno suave y cariñoso, símbolo de la preocupación que le supondría un accidente de esas características en Mirera. Ella le miró preocupada, asustada, ella no quiso tropezar, se sentía mal por haberle preocupado, por lo que le dijo que la perdonase. Jon acto seguido, se empezó a reír.

Mirera no entendía el porqué de la risa, Jon le explicó que esos tropiezos no son aposta y que no debería pedir perdón por ello.

Mirera se despreocupó tras ver reír a Jon, dejó rápidamente el bol en la mesa, la cual estaba llena de comida picoteada, cuchillos, platos, cubiertos... y se dispuso a abrazar con fuerza a Jon, consiguiendo así una calma total. Jon estaba acostumbrado a ese comportamiento, a veces "infantil" de su pareja, él lo agradecía, ya que esos abrazos eran abrazos puros, de amor, acción que en más de una vez le han sacado del estrés y la ansiedad producida por el estudio y el trabajo de la universidad.

*** 

Mientras tanto en la otra habitación, en el salón, tras terminar y entregar las patatas a Mirera mientras Jon estaba fuera de casa, se produjo una disputa, una disputa amistosa entre Marta y Marco, una pareja de amigos singular, se conocían desde hace mucho tiempo, incluso ellos mismos olvidaron desde cuando eran amigos. La disputa circulaba sobre el capítulo de animación que estaban viendo, no duró mucho ya que en los pocos minutos de empezar llegaron a un acuerdo, el acuerdo era que el final era una obra maestra, un final triste para la serie pero no por ende malo. Marco cansado de estar en el sofá y tras discutir con Marta, se levantó y se fue mirando el móvil hacia la cocina, con la idea de preguntar si la cena estaba terminada ya. Marta deliberó detenidamente en levantarse del sofá o seguir en el. Tras pensarlo mucho, se levantó sin ganas, pisando de mala manera, tropezando consigo misma, tambaleándose para todos lados, cayendo de nuevo en el sofá. Tras un gran suspiro esta vez con más ganas, salió del sofá dirigiéndose hacia la puerta con Marco por delante. Llegaron los dos a la entrada de la cocina, preguntando como niños pequeños ¿La cena está lista?

La cena estaba lista, a medias, en el pequeño plazo transcurrido con la disputa entre Marco y Marta, dio el tiempo suficiente para terminar de calentar el pollo, pero la tortilla en cambio, aún no estaba cuajada del todo, así que se sentaron en la cocina, y para perder el tiempo empezaron una tertulia tranquila y agradable que no duraría mucho siendo ni tranquila ni agradable.

Empezó hablando Marco, sobre las cosas raras que estaban pasando en el piso, más todas las demás que sucedían en el bloque, desde las luces parpadeantes, hasta la sensación de que los vecinos estaban locos. Marta odiaba con todo su ser hablar de este tipo de historias, era una chica muy asustadiza, lo pasaba realmente mal con las historias de terror, peor aún con las películas de terror, cosa contraria le pasaba a Jon, era amante de las novelas, historias y películas de terror, sobre todo de las novelas de Howard Phillips Lovecraft, conocido mundialmente como H.P Lovecraft, para Jon era una figura a seguir, un ejemplo de historias fascinantes y realistas, sobre todo a la hora de expresar la locura humana, algo que le atraía con gran fuerza. A Mirera por el contrario se encontraba ausente en ese preciso momento, concentrada en la tortilla de patata, para que saliera rica y sin quemar. Jon le dio rienda suelta a las teorías de Marco, sabia que Marco con su gran fantasía sería capaz de imaginar seres de características increíblemente deformadas, horrores indescriptibles, las peores pesadillas para Marta, la cual estaba intentado estar ausente mientras trataba de hablar por WhatsApp, pero aquella noche lo pasaría realmente mal. Marco comenzó a hablar de la posibilidad de ser algún vecino intentando hacer alguna broma pesada, Jon dudaba sobre ello, aquellos golpes rápidos y contundentes, no podía ser obra de algún vecino, sobre todo porque tras salir afuera no vio ni noto ningún movimiento ni sonido que le hiciera sospechar sobre algún vecino. Jon debatió la idea de Marco, Marco se sorprendió, noto el malestar de Jon en los ojos y en la voz, un tono singular salía de su garganta, no era el tono característico de Jon. De ipso facto la conversación terminó, un silencio abrumador se hizo dueño de la cocina, el único sonido perceptible era el chisporroteo de las patatas, y los pocos coches que pasaban por la carretera. Marco rompió el silencio con una frase que hizo que Mirera y Marta se quedaran intranquilas.

- Jon, tú sabes algo que nosotros no, ¿verdad? ¿Qué es lo que te pasa?, desde que te empezó a doler la tripa has estado muy raro. 

Jon, no sabía cómo salir de la conversación, no quería contestar a dichas preguntas, no quería preocupar a la gente, Marco impaciente le preguntó de nuevo.

- Jon, ¿estás bien? ¿Qué te pasa? ¿Qué es lo que no quieres contar?

Jon, no podía soportarlo más, y se dispuso a decirlo, con un tono de voz casi lloroso.

- Tuve un sueño mientras estaba en el sofá, pude ver como la puerta de casa se abría suavemente y entraba una oscuridad más oscura que la propia oscuridad. No podía borrar el sueño ni cambiarlo, estaba inerte en el pasillo viendo la puerta abrirse, y una sensación de miedo, ansiedad se apoderó de mí, yo... no sabia que hacer y....

Jon empezó llorar por un ojo, una lágrima le recorría la mejilla, Mirera se dió cuenta de ello, y le puso la mano en el hombro, se agacho y le dió un beso en la mejilla. Marco estaba pensativo, era la primera vez que veía a Jon llorar, ni en los peores momentos lloraba, era un hombre extraño, se guardaba todo el dolor en su interior, nunca afloraba ni una mueca de sufrimiento. Marta se quedó en shock ante la situación, no sabía si abrazar a Jon o no, sentía un nudo en el pecho, le costaba respirar. Si lo que dijo Jon era cierto...no se sentía protegida.

Jon en cambio, se sentía culpable, no quería contarlo por la situación que se crearía a partir de ello, un ambiente de terror, de desprotección, de desconfianza... pero por el contrario, lo que se obtuvo fue un apoyo enorme, incluso por parte de Marco, un hombre que no daba ningún atisbo de contacto físico a nadie, a no ser que fuera su madre.

Marta estaba muy asustada, y Jon lo sabía, todos lo sabían, le dijeron que se tranquilizase, que estando en casa y con la puerta cerrada no pasaría nada. Marta en cambio contestó agresivamente.

- ¿Tranquilidad?, ¿Paz? eso es mentira, yo no estoy tranquila, y no quiero estarlo, ahora por vuestra culpa no podré dormir. ¿Por qué habéis empezado a hablar de esto a estas horas ?, son las nueve y media de la noche, tendrías que hablar de cosas bonitas, flores, comida, juegos... no de historias de terror.

Mirera consiguió tranquilizarla con un abrazo, no sin antes Marta culpar a Marco sobre empezar la conversación. Era costumbre que Marta culpase a Marco, al igual que lo mandase a hacer cosas que ella misma no quería hacer, como por ejemplo, tirar la basura, limpiar el suelo... Marco acostumbrado al panorama, le dijo que lo sentía, que no hablarían más de ello. Jon aprovechó para sacar el pollo del horno, y darle la última vuelta a la tortilla, que estuvo a punto de quemarse por culpa de la charla. 

5º-CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora