"Tócame hasta que tus manos borren mis recuerdos"
Park Jimin es el mensajero en una de las empresas más importantes del país, pero por las noches tiene una doble vida siendo el cortesano mejor pagado en uno de los clubs VIP de la ciudad.
Todo cambi...
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Era domingo. Despertó sintiendo aún su cuerpo cansado a pesar de haber dormido toda la noche, se sentó en la cama y luego de refrescarse un momento, se levantó para dirigirse directo a la cocina a preparar el desayuno. Había dejado a su hermanita durmiendo, no quiso despertarla porque ese era el único día de descanso de la menor.
Tendió la mesa y en ella los platillos del desayuno, escuchó fuertes golpes provenir de la habitación de su hermana y supuso que la menor ya estaba despierta.
Maldijo sus propios pensamientos, pues el visualizar a Yoongi en ellos no era propio de ese momento, pero sin querer se encontraba preguntándose qué estaría haciendo en su día libre.
Esa pregunta rondaba su cabeza, últimamente casi todo lo que pensaba era en su jefe y el encuentro de la última vez que se vieron, estaba agradecido porque aquél día era viernes y tenía sábado y domingo libre en la empresa, de no ser así no tendría el valor para ver a la cara a Min.
Escuchó los pasos apresurados de su hermana ir hacia él, la vió sentarse en la mesa con una mochila en su espalda y muy bien vestida.
—¿A dónde crees que vas, Mingi?
—Iremos a ver a mamá, el viernes tú me lo dijiste. —La niña sonrió no molestándose porque su hermano lo había olvidado.
—Es cierto... Ya regreso, come mientras me alisto.
Jimin corrió a bañarse, cepillar sus dientes y escoger un atuendo sencillo en su armario. Pantalón oscuro entallado a suspiernas, camiseta holgada sin logos de color rosa pastel y botines negros, con unos lentes a juego y demás accesorios. Se dirigió al comedor y comió junto a su hermana, no hubieron platicas, solamente se levantaron y procuraron dejar todo en orden antes de salir del apartamento.
Tomaron un autobús hasta el hospital y cuando llegaron los interceptó una enfermera que ya bien los conocía a ambos.
—Señoritos Park ¿Cómo les va?
—Bien —dijeron ambos.
—¿Cómo le va enfermera?
—Muy bien señor Park, su madre está en la habitación de siempre —señaló la señora.
—Mingi, ¿Por qué no sorprendes a mamá? Adelántate.
—¿De verdad?
—Claro, ve.
La enfermera se quedó de pie esperando, ya que sabía que eso quería decir que el joven quería hablar con ella. Vió a la niña irse y finalmente Jimin quitó su cara de felicidad que siempre trataba de mantener cuando Mingi estaba cerca de él.
—¿Cómo sigue ella?
La enfermera suspiro no sabiendo como decirle aquella noticia al menor. Admiraba a Park Jimin por el tipo de hijo que era, se preocupaba por su hermana, de parte de él jamás faltó el pago de las terapias, siempre era puntual a pesar que casi no venía a ver a su madre. Siempre lo comprendió, el joven debía matarse trabajando para pagar todo aquél tratamiento tan costoso.
