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Las aguas se habían apaciguado con el beso que los dos jóvenes deseaban, ahora Lucerys descansaba su cabeza sobre el pecho de Aemond, por ahora sus roces habían sido simples caricias castas, sin intención de excitar al otro. (Por ahora)

Aemond escurría sus finos dedos por las ebras rizadas de Luke, el cual se sentía completamente vivo en ese preciso instante.

- Creo que podría enamorarme de ti...No sé si ya lo hice alguna vez.- admitió medio adormilado el más joven, el rubio soltó una leve risa nostálgica.

- Creo que llegaste a amarme y tal vez esa fue tu peor condena.- replicó.

Un movimiento brusco hizo que la cama sonase, Lucerys levantó el rostro y observó a Aemond. El contrario supo que estaba jodido, aquellos ojos avellana le escudriñaron el alma.

- Volverás a hacerlo, ¿verdad?- preguntó con desdén de tristeza.

- ¿Disculpa?

- Volverás a partirme el corazón.

Hubo un silencio entre ellos (cosa que no era nueva) Aemond se había odiado así mismo durante todos estos años por el dolor que le causó a Lucerys, aunque él también haya sufrido sabe que no fue ni la mitad de lo que Luke, pues Lucerys pensó que todos estos años Aemond le había dejado de amar y esto era una vil mentira.

No había noche en la que no meditase sobre las elecciones que tomó, sobre si había sido correcto, sobre Lucerys, cada noche se acostaba pensando en Luke.

-Luke...

- No, déjalo, no respondas...No quiero ser consciente de que esto nos lleva al mismo puto abismo sin salida, solo quiero volver a sentirte.- el castaño se acurrucó en el pecho de Aemond aguantando las lágrimas, no quería demostrar la pequeña herida que aún no sanaba y probablemente nunca.

Aemond en cambio, se sentía despreciable, le sabía fatal tener consciencia del mal que realizó. Unas lágrimas también eran contenidas en sus ojos.

Ambos eran conscientes de que se estaban precipitando a un callejón sin salida y si tal vez llegaba a tener, sería tenebrosa y despiadada.

Lucerys levantó su cabeza y buscó los labios ajenos, los cuales volvió a besar con ansias, Aemond correspondió y el beso rápidamente se transformó en algo excitante y lleno de deseo, tanto que los ruidos húmedos gobernaron el silencio de la habitación.

- Lucerys... Qué haces?- preguntó, aunque claramente era consciente de lo que estaba sucediendo. Una mano traviesa de el joven castaño se había deslizado por el abdomen del mayor y ahora acariciaba juguetonamente la parte de la entrepierna ajena.

El nombrado respondió con un beso en los labios, un beso que fue con lengua y malditamente ardiente.

Aemond trataba de contenerse, pero empezaba a tener dificultad para respirar y la ropa empezaba a molestar y apresar su miembro.

Las manos pálidas de Aemond fueron directas a las caderas de Luke, el cual se hallaba sobre su regazo.

Otra mano libre de Luke fue al rostro de Aemond y lo atrajo más hacia el, fue un beso obsceno, con mordidas, lametazos y lengua, un beso cargado de anhelo.

Porque su puto deseo más oscuro era tener a su tío junto a él y si era un pecado ¿Por qué se sentía tan jodidamente bien?

Las manos de su tío rasguñaron levemente la tibia piel de su cadera, pero eso le excitó aún más.

Una mano se metió en los pantalones de Lucerys y comenzó a masajear la erección, su respiración era entrecortada y jadeante.

Lucerys imitó la acción y entrelazó sus dedos al falo de Aemond y repitió los movimientos, mientras tanto el peliplata besaba y succionaba su cuello.









- Por fin te dignas a venir, ¿Dónde estabas?- una frustrada Shireen se levantó de una silla cercana a la cama de ambos.

Aemond había ido a sus aposentos a darse una ducha, pues había tenido algo de tiempo interesante con su sobrino, al entrar su mujer le miraba rabiosa y en su fuero interno deseaba pegarle una bofetada a esa mujer ¿No podía perderle de vista 30 minutos o qué?

- Estuve por ahí.- "por ahí" significaba enredado a las piernas de Lucerys, solo que nunca lo admitiría frente ella.

- De seguro estás con otra... Todos sois iguales, una vez tienen un hijo te abandonan por otra más guapa y joven... Aunque creo que con vos no es así y el problema es que entre mis piernas no hay una polla, cierto?- preguntó con sorna la mujer, Shireen no era mala persona, solo se había enamorado ciegamente de alguien que no le deseaba.

- No seas ridícula, no he estado con otra.- eso era totalmente cierto, Aemond mentía diciendo la verdad, pues en su frase no había ni una pizca de mentira.

- Irás al infierno

- Shireen! Qué más quieres de mí?! Te he entregado mi vida y te he dado un hijo!- se giró con brusquedad a la rubia, la cual se sobresaltó por los gritos emitidos.

- Qué más quiero?!- una risa agria salió de sus labios.- Qué me ames! Qué vuelva a ser como al inicio! Solo pido eso!- unas lágrimas rodaron por las mejillas sonrojadas, Aemond quería matar a alguien pues no deseaba ver más drama en su vida.

- Las cosas nunca serán como al inicio, porque no era yo, era la personalidad dirigida por mi madre y ahora si me permites me voy a bañar.- eso fue suficiente para que la pobre Shireen quedase abatida y con el corazón roto en mil, ella si amaba a Aemond.

En otra parte del castillo Lucerys era el joven más feliz de todo el lugar, Aemond le había dicho que le quería después de mantener relaciones, aunque si es cierto que seguía queriendo entregarse completamente (aún no había habido penetración)

Lucerys decidió levantarse de la cama y dirigirse a limpiar los fluidos que había doltado, así que así fue.

Cuando estaba desnudándose se tomó el lujo de observarse durante un corto período en el espejo, pasó sus manos por su cuello admirando las marcas dejadas por su amante, posteriormente deslizó su mano a su abdomen, por donde las manos suaves, pero callosas por empuñar la espada, aquellas manos se habían restregado por ese lugar, después descendió hasta las caderas, en una superficie se veía una pequeña herida que Aemond realizó sin querer con sus uñas. Luego se observó cuerpo completo, cada centímetro de su piel, cada poro había sido acariciado por el bendito Aemond.

¿Era eso el cielo?

Su ducha fue rápida, en lo que tardó fue en secar sus rebeldes rizos, pues el era bastante testarudo y no había pedido ayuda de los sirvientes.

Decidió dejar de tratar de secar sus rizos y decidió salir con el pelo húmedo.

Pero antes de poder salir notó una mirada puesta en el, giró levemente su cuello y chocó con los iris de Rhaena. Su esposa.

- Te has visto el cuello?- pronunció observando con descaro las marcas.

- Trata de no ser tan obvio, perfectamente podrían acusarte de adulterio o darse cuenta que entre nosotros no hay pizca de relación.- añadió la joven, Lucerys soltó una risa.

- Creo que de lo último están bastante al tanto...- bromeó.

- Luke, la próxima vez trata de no ser tan obvio, quieres?- La muchacha se colocó tras Luke y ayudó a éste a secar su cabello.

Rhaena no preguntó sobre la marca, ya estaba acostumbrada a encontrarse a Lucerys en camas ajenas, aunque la muchacha era consciente de que esta vez había sido distinto, pues el brillo sospechoso en los ojos de Lucerys eran una evidencia maliciosa.

Pero gracias a que Rhaena no preguntó Lucerys no tuvo que meditar, pues el sabía que aquel momento de pasión significaba algo mucho más profundo que un simple calentón... Significaba una tregua del rencor que ambos se habían guardado, porque tristemente los dos se hirieron mutuamente sin siquiera planear tal cosa.

Así es el amor.



Skyfall | LucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora