El suelo de la casa parecía brillar con tanto papel multicolor adornando cada rincón de la sala y comedor. Apenas despertar la mañana de Navidad, Miri había arrasado con cada paquete con su nombre que encontró en su camino, chillando de emoción con sus nuevos juguetes, prendas, accesorios, y materiales de arte, que aguardaban por ella debajo del árbol de último minuto que Kyutaro había conseguido para ellos. Era amplio, adornado con luces y nieve falsa, y bajo sus ramas Kazuki se las arregló para acomodar más de una docena de obsequios para su pequeña hija, ayudado por un Rei en apenas inicios de recuperación, con su brazo aún inútil por el sacrificio hecho para su ahora verdadera familia.
El desayuno los aguardaba una vez Miri abrió su última sorpresa, un peluche de conejo nuevo, que pronto se volvería su favorito, con una nota de Santa felicitándola por ser tan buena niña ese año, alentándola a ser igual de gentil en el que pronto iniciaría.
Fue una vez estuvieron todos a la mesa, disfrutando sus panqueques navideños, llenos de crema y jarabe, que la pequeña finalmente notó el detalle de que sólo ella había abierto regalos esa mañana, llevando sus enormes ojos castaños hacia sus padres, cuestionando por qué Santa no había llevado nada para ellos.
Aguardó la respuesta mientras se llevaba una enorme cucharada de panqueque a la boca, ignorando la mirada que los adultos intercambiaron, buscando una excusa rápida y creíble, capaz de satisfacer la necesidad de Miri por una explicación a su importante interrogante.
-Tal vez no nos portamos tan bien...-Rei murmuró lo que consideró más obvio, mientras hacía un esfuerzo por recoger crema en la cuchara con su mano izquierda sin provocar un desastre que Kazuki debiera limpiar después.
No notó la mirada de regaño de su compañero, pero sí la indignada de Miri, que pronto exclamó en voz chillona que ellos eran los mejores papás del mundo, y que definitivamente eso los dejaba en la lista de niños buenos de Santa Claus.
Antes de que el ex asesino diera una respuesta incluso peor a la primera Kazuki intervino, poniéndose de pie y diciendo que creyó ver un regalo más, escondido por allí.
-¡No se muevan!-ordenó alegre mientras subía a su habitación, bajando con una caja de tamaño mediano que colocó frente a Rei, cuidando de no chocar ningún plato en el proceso.
-Santa dijo que mi regalo es muy grande para traerlo hoy mismo, pero que definitivamente Rei ha sido muy muy bueno este año, y que merece este obsequio-inventó a prisa, divertido con la mirada de asombro de Miri, que estaba intentando tomar la caja para ver el contenido por sí misma, a pesar de que el verdadero dueño no se había movido ni un centímetro todavía.
-Kazuki, yo...-Rei titubeó, alternando entre la caja y su compañero, algo cohibido por el regalo, y culpable por no tener nada con qué retribuirlo, pensando a prisa en alguna idea para compensar su falla.
-Santa dijo que te dará la batidora enorme y roja que vimos en la tienda el otro día...-
Recordó cómo Kazuki estuvo cerca de veinte minutos admirándola mientras veían tabletas apropiadas para una niña de cinco años. Era profesional, con velocidades, funciones, y muchas cosas que enseguida le aburrieron, pero que al parecer a su compañero le habían fascinado. Bien podría pedirla por internet y tenerla allí antes de que acabaran las vacaciones navideñas.
-Suena perfecto para mí, pero anda, abre tu regalo-Kazuki lo animó con una sonrisa enorme, sintiendo incluso ternura cuando Rei volvió a inhibirse. No estaba acostumbrado a recibir obsequios, ni a ser el centro de atención. Además de los dibujos y artesanías de Miri, sólo había recibido otro obsequio en su vida, su taza amarilla, la que usaba sin falta cada día, aunque esa era otra historia.
Lo vio dudar un momento, casi como si estuviera pidiendo permiso, hasta que finalmente deshizo el lazo y abrió la tapa, la expresión que puso, ignorando por completo el fuerte chillido de Miri, valió toda la pena del mundo.
-Kazuki...-susurró dudoso mientras intentaba sacar su regalo con sólo su mano izquierda. Por suerte el tamaño era lo suficientemente pequeño como para conseguirlo, sin mencionar la docilidad del pequeño que ahora estaba entre el brazo y el pecho de Rei, olisqueando todo con curiosidad-¿Podemos conservarlo?-
La duda claro que estaba presente. Para Rei había sido muy difícil olvidar cada gatito que llevó a la casa, y cómo su co-padre lo había regresado a la calle, ignorando completamente cualquier objeción que pudiese tener al respecto. Si bien éste era claramente un regalo de su compañero, le era imposible no imaginar más de un escenario en el que el gatito manchado volvería por dónde vino si bajaba la guardia.
Lo aferró contra sí mientras miraba a Kazuki, instintivamente buscando la trampa o la mentira, a cambio recibió una mirada llena de dulzura y comprensión, seguida de la sonrisa más brillante que alguna vez había visto.
-Claro que sí, es tu regalo de parte de Santa por haber sido tan buen chico este año-le aseguró, bajando la caja de la mesa para tener una imagen más completa de Rei con el gatito en sus brazos, con Miri junto a él acariciando al felino, ajena a toda la conversación a su alrededor.
-Yo...-ni siquiera sabía qué decir, o qué era lo adecuado. No estaba habituado a nada de esto, y definitivamente ese regalo lo había tomado con la guardia baja-Gracias Kazuki-
Un leve atisbo de sonrisa se asomó en su rostro tímido, mientras acercaba más al gatito, sin encontrar más palabras para expresar todo lo que esta nueva vida significaba para él. Cada paso, cada plan, cada acción, todo se sentía tan armonioso y correcto, que incluso asustaba, y aun así, nunca en su vida había sido tan feliz. Con su compañero, su hija, y su ahora nuevo miembro, recién adquirido.
Era en esos momentos que realmente se convencía de que podían cambiar y ser felices, ser todo lo que alguna vez les dijeron que no podían. Allí, con ellos, no creía que hubiera imposibles.
Pasaría cada día agradeciendo lo que tenía, aprendiendo a sonreír, a ser más abierto si hacía falta. Con Kazuki y Miri, realmente todo valía la pena.
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Buenooooo, qué decir. historia corta, rápida, sin corrección porque enseguida me arrepiento y elimino todo...
Es la primera de muchas tonterías que se me van a ir ocurriendo, siempre intentando mantener lo dulce y tierno de esta bella familia (ya me van a ver con algo angst y cortavenas, porque no puedo con mi genio... PERO ACÁ NO. Acá puro love empalagoso y cursi)
La hice con mucho cariño para el fandom, y en especial para Nay, que es una bella persona y autora, y me inspira a crear nuevas historias de los bebés para compartir con el mundo. Que sepas que te aprecio un montón!!
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Historias cortas KazuRei
DiversosConjunto de historias cortas (todas fluff, para variar) de esta hermosa familia que tanta felicidad nos trajo. Pequeños detalles, cosas que tal vez faltaron, amor, cositas cotidianas, y básicamente lo que se me vaya ocurriendo de los bellos bebés. N...