Poner nombres es difícil

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Adoptar al felino definitivamente había sido una buena idea.

Kazuki sonrió mientras veía al susodicho pasearse entre el regazo de Rei y Miri, exigiendo caricias y la atención de ambos. Todavía estaban en las vacaciones navideñas, pero Rei se había encargado de conseguir por internet todo lo necesario para él, luego de buscar en varios sitios lo que le haría falta, además de la comida.

-Papá Rei, ¿puedo darle un premio a Gato? Es que es tan lindo-Miri preguntó, alargando el "tan" para dar énfasis al pedido. Ya le habían dado casi todo el frasco, en premios por ser lindo, por ser peludo, por estornudar tiernamente, y por casi cualquier excusa en la que Miri pudiera pensar, secundada por su padre, que coincidía en casi todo lo que la niña decía.

-Va a engordar-Kazuki advirtió antes de que Rei pudiese responder. De alguna manera la imagen mental de un gato grande, redondo, y peludo, fue más un incentivo que un freno, Miri corrió por las golosinas, festejando que tendrían un gato enorme como los de internet.

-Miri, es por salud, le va a hacer daño-Kazuki insistió mientras tomaba el frasco de sus manos y lo colocaba fuera de su alcance, en lo alto del refrigerador-Gato necesita una alimentación adecuada-

Algo en la frase le supo mal, mirando a Rei con un ligero reproche, mientras su compañero sólo contemplaba en silencio el intercambio entre ellos, acariciando al gatito en sus piernas.

-Gato...-suspiró-Rei, debes pensar en un nombre adecuado, no podemos decirle simplemente Gato-

-Pero es un gato-Rei se defendió.

-Y tú una persona, pero tienes nombre, igual que Miri e igual que yo. Anda, piensa en un nombre bonito para él-lo alentó-Algo que te guste, o que vaya bien con él. Pero un nombre real-

Rei ya no respondió, pero adquirió una expresión pensativa, suficiente para Kazuki, porque sabía que su compañero lo estaba tomando en serio.

El tema no volvió a tocarse sino hasta la tarde siguiente, cuando regresaba de hacer las compras. Fuera hacía un frío de los mil demonios, así que había ido solo, a fin de hacerlo más fácil y más rápido.

Cuando regresó Rei estaba enjuagando unos vasos, tarea complicada con una sola mano, pero agradecía el esfuerzo, mientras que Miri corría con el gato, con una varilla en su pequeña mano, de la que colgaba un cordel con plumas, la presa que el felino intentaba atrapar.

-¡Vamos Kazu, tú puedes!-la niña alentó, desconcertando profundamente a su rubio padre.

-¿Disculpa?-preguntó, sin comprender, mientras miraba a su hija y a Rei, que acababa de colocar el último vaso en el secaplatos, y estaba cerrando el grifo.

-Kazuki-Rei explicó como si fuera lo más obvio.

-¿Sí? ¿Qué pasa?-

Su compañero negó.

-El gato, dijiste que necesitaba un nombre real-

-Lo dije-asintió, mientras conectaba las piezas-Espera... ¡¿le pusiste mi nombre al gato?!-

Ni siquiera sabía si era un insulto o un halago que lo hubiera hecho, pero mínimamente sería algo confuso. ¡Además era su maldito nombre! ¿De dónde sacaba Rei que podía usar SU nombre para el gato?

-Hay cientos, miles de nombres... ¿Y no tuviste mejor idea que usar el mío?-reclamó con drama exagerado, ignorando la risita de Miri, que observaba muy entretenida toda la discusión que se estaba formando.

-Dijiste que tenía que ser un nombre real-Rei repitió-Algo que me gustara-

-¡Sí, pero no...!-

¿Rei dijo que le gustaba? ¿O que su nombre le gustaba? Bien, concéntrate Kazuki, luego analizas eso, no te salgas del punto.

Historias cortas KazuReiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora