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El ambiente en aquella casa de la esquina de la calle Von Street era algo bullicioso, chicos y chicas alcoholizados y drogados por todos lados, moviendo sus cuerpos sudados de un lado a otro rozando y chocando con el cuerpo de otros.
Observe a Melissa fruncir su pequeña nariz al tocar aquel vaso húmedo con ginebra en su interior.
— Me estoy comenzando arrepentir por haberos hecho caso.
Eso fue lo que dijo Melissa.Una chica preciosa con cabello castaño, largo y ondulado, ojos avellana y con pequeñas pecas que podías percibir cuando te acercabas mucho a ella. Tenía un aire de chica buena y dulce; Bastante afable.
—Calla y bebe, dijimos que no habría peros esta noche.— Fue una exigencia algo divertida salida de la boca de Angy, otra de mis amigas.
Melissa se llevó el vaso a sus pequeños labios carmesíes dando un pequeño sorbo a la bebida. Pude notar como volvía a fruncir la nariz al probar aquel líquido, el cuál por sus expresiones parecia no gustarla mucho
— ¿Y bien?.
— ¿Qué mierda es esta?, está asqueroso.— Replicó Melissa y volvió a mirar el vaso como si estuviera analizando aquel líquido en su interior.
A decir verdad no estaba muy atenta a esa conversación entre mis amigas, estaba más en mis pensamientos mirando el lugar esperando a que Samira; una amiga, apareciera de un momento a otro. Hacia rato que se había ido al baño y ya comenzaba a preocuparme porque no llegaba.
Comencé a moverme entre la gente para ir a buscar a mi amiga.
— ¡ Hey! ¿ A dónde vas? — Escuché como grito Angy detrás mía.
— ¡Samira tarda mucho! — Respondí mientras avanzaba aún más, mezclandome y perdiéndome entre la gente.
Seguí moviéndome entre tanta gente intentando ver dónde estaba Samira. Mi corazón latía cada vez más rápido mientras mi mente hipocondriaca se apoderaba de mi comenzando a imaginar lo peor.
Fue complicado llegar hasta las escaleras que conducían al piso de arriba. Pero tras varios empujones con algunas personas y esquivar a otras tantas lo conseguí.
Subí tan rápido como puse esas escaleras. La música de la fiesta hacia retumbar mi cabeza mientras me movía por el pasillo hacia el baño pasando cerca de algunas habitaciones de las cuales provenían algunos gemidos. Recé para que algunos de esos gemidos no fueran de Samira.
Sentí como una mano se posaba en mi hombro y rápidamente me gira para ver de quién se trataba, con la pequeña esperanza de que fuera Samira o alguna de mis otras amigas.
Pero para mí sorpresa se trataba de un chico de mi curso.
— ¿ Estás aquí tú sola, preciosa? —El olor del alcohol proveniente del chico comenzaba a hindundar mis fosas nasales. No muy confiada intenté apartarme cuando el me agarró firmemente de la cadera acercándome a su sudado cuerpo.
— No te alejes linda podríamos divertirnos mucho los dos juntos.— El chico pasó su otra mano a lo largo de mi cabello.
— No me toques. —Mascullé intentando empujarlo lejos de mi.
— No te resistas, sabes muy bien que tú deseas esto tanto como yo.— Dijo ante sde posar sus asquerosos labios sobre mi cuello.
Sentí el miedo apoderarse de mi cuerpo. No podía correr, me sujetaba fuertemente. Tampoco podía empujarlo, era más fuerte que yo. Y no había nadie cerca por ese pasillo que pudiera ayudarme.
— ¡ Para, déjame! — Chillé con un poco de suerte alguien que estuviera a la altura de las escaleras me escucharía y vendría. No fue así.
La situación empeoro en cuestión de segundos, su mano se deslizaba por mi camiseta. Con todas mis fuerzas intentaba apartarlo y le golpeaba en su pecho fuertemente. En vano.
Con la respiración acelerada y con la adrenalina ya recorriendo todo mi cuerpo mi mente se nublo y comenzó aceptar la realidad, cuando sentí como las manos del chico se alejaron de mi cuerpo.
— ¿Qué mierda crees que hacías? — preguntó un chico de cabello largo y lacio. No sabía de quién se trataba pues no lo había visto nunca.
— Y-Yo... Fue un malentendido. — Tartamudeó el pervertido.
En un movimiento rápido el chico agarró al pervertido del cuello de su camisa acercandole a su rostro de manera amezante.
— Como te vuelva a ver tocando a esta chica o alguna otra tendrás que recoger tus dientes uno por uno del suelo.— escuché cómo le dijo amenazante antes de sacudirlo.— ¿Me has entendido?
El pervertido asintió y cuando finalmente le soltó salió corriendo escaleras abajo el otro chico me miró de arriba abajo con una mirada penetrante antes de girarse sin decir nada ni preguntar.
— Joder Bandit, ¿Estás bien? — Preguntó Angy corriéndome abrazándome. Al parecer vio toda la escena.
Asinti y la aparte un poco para poder verla mejor, miré sobre su hombro y vi a Melissa y Samira paradas detrás de ella.
— Yo... Lo siento solo me entretení hablando con alguien.— Se disculpo Samira como si la culpa fuera suya.
— No te tienes que disculpar solo vámonos.
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