extra II

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El trabajo de Fee no es fácil.

Aburrido, se sentía aburrido ver como el gato dormía en su cama con las patas delanteras escondidas en su cuerpo, era un trabajo aburrido que se convertía en complicado cuando al gato demonio como le gustaba llorarle sin que su dueño se entere, desaparecía y por lo tanto tenía que buscarlo por toda la mansión.

El gato blanco con ojos de distintos colores era como un rey que lo veía como su miserable esclavo, era tan arisco y mimoso que aunque pareciera absurdo hacia berrinches dando maullidos altos para que le cumplieran su capricho, definitivamente era igual a su dueño. Zizú tenía para el solo una habitación tan grande que parecía absurdo que un gato la ocupará, era color azul como uno de sus ojos y estaba tan ordenado y lleno de juguetes para gatos que ni siquiera tocaba, había una pequeña cama con sábanas tan suaves que le daba envidia, sofás del mismo color que las paredes y una caminadora para que el gato no se volviera obeso.

Las mañanas eran movidas, tenía que tener su agua y su comida preparada, tenia que cepillarle su suave pelaje cuidadosamente y sobre todo dejar que se moviera por toda la habitación sin dejarlo salir, era sin duda un trabajo pesado para alguien  como Fee que había sido contratado solo y exclusivamente para cuidar al gato del demonio, algo que hacia que los demás guardaespaldas se burlaran de él, pero no se quejaba, cuando en momentos como ese el gato dormía su siesta número no se cuanto y le daba tiempo libre para leer sus mangas.

Todo iba bien hasta que comenzó a sentir sed, mucha sed y justamente en ese instante no tenía su pequeño termo con Agua. Le dio una mirada al gato encontrándolo dormido enroscadito, no pasa nada si se va unos minutos a buscar agua ¿verdad?.

Cerró su comic y dándole una última mirada al gato salió de la habitación cerrando la puerta, solo fueron un par de minutos, algunos cinco cuando volvió otra ves y para su desgracia ya el gato no estaba donde lo había dejando. Sin contenerse soltó un suspiro comenzado a buscarlo por toda la habitación, buscó en el baño, dentro del pequeño castillo donde le gustaba dormir, debajo de la cama e incluso en los rincones de la habitación pero no encontró nada.

No estaba entrando en pánico, para nada, solo su corazón latía rápido y sus manos comenzaron a temblar pero solo era por el final de cómic que estaba leyendo y no por la desaparición del gato que el señor chay le había encargado cuidar.

–¡¡Estoy en problemas!!– exclama saliendo de la habitación dispuesto a encontrar al joven maestro.

Pasó por pasillos llamando al gato del demonio que imaginaba estaba por ahí pavoneando su cola y con mirada juzgona, pero para su mala suerte el gato no estaba dentro de los pasillos.

–Que haces?– una voz hace que deje de estar doblado sobre su cuerpo y que enderzca su espalda fingiendo que nada pasa

–nada.

–¿seguro?

–si…

–no parece– suspira recostado su hombro a la pared– ¿Qué pasó?

–por lo que más quieras no le digas al señor chay que perdí a Zizú– lloriquea juntando sus manos – me van a despedir.

Vio como Tew fruncía el ceño para luego suspirar mirándolo con pesar.

–Pobre chico– lo oyó susurrar– el señor chay va a estar tan enojado que te va a torturar hasta que encuentres a su hijo.

–¡No ayudas!

–Bueno, ¿ya activaste la alarma?

Frunció un poco el ceño recordando algo que se le había olvidado, cuando el gato se escapaba activaba una alarma o un código y así entre todos ayudaban a buscarlo pues no querían sufrir la furia del dueño del animal.

OBSESIÓN Y AMOR (Vegaschay) Libro#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora