El bosque cercano al pueblo estaba sumido en la soledad, la luz de la luna iluminaba el verde del lugar y el aire frío se hacía notar.

Seguí el camino despejado que se había formado con el tiempo, al final de este se veían las tenues luces de una cabaña, me acerque hasta esta y al ver que no había nadie me adentré. La cabaña era preciosa aunque habían objetos por todos lados aruinando la fachada, botellas de cerveza, ropa de hombre, vasos y platos reposaban en distintos lugares de la casa. El olor a tabaco mezclado con lo que supuse que era marihuana me llegó a las cosas nasales, hice una mueca de asco.

Al llegar a la habitación me encontré con el mismo desastre, aunque en esta escena habían también bragas, sábanas y discos de vinilo. Curiosa me acerque a ellos encontrándome con disintas bandas de rock como Pink Floyd, Génesis, The Moody Blues y también otros artistas clasicos como Beethoven y Mozart. Entonces puse una de mis favoritas, una de Antonio Vivaldi interpretada por Joshua Bell, solía escucharlo mucho con Alek.

Tomé unas de las copas y agarre uno de los vinos del estante, al beberlo lo reconocí rápidamente.

...

-¿Y qué les gustaría para beber?

-¿Qué nos recomiendas tú? -Mascullo Alek.

El mesero sonrió como si esa fuese la mejor parte de su trabajo.

-Algunas opciones populares son los vinos tintos como el Cabernet Sauvignon, Merlot o Pinot Noir.

-Creo que la mejor opción es el Pinot Noir -Le dije a Alek, él sonrió dándome a entender que era una buena opción.

Ese mismo día Alek me había llevado a cenar y luego de eso, él me había pedido matrimonio por segunda vez. Sonreí ante el recuerdo pero la felicidad no me duro mucho, ya que el dueño de la cabaña había llegado.

Aun con la sonrisa sobre mis labios volteé para saludarlo.

-Buenas noches Sr. Abel

-¿Disculpa? ¿Quién eres? -El tipo arrugó su ceño.

-Soy Alice, Alice Vasiliev. ¿Es qué acaso no me recuerda?

-Pues mira que no, ¿Cómo entraste niñata?

-Estaba abierto -Señale la puerta y volví a sonreír pero con una nota de burla-. ¿Cree que por vivir en el bosque nadie irrumpiria en su... Hermosa y limpia Cabaña?

-¿Crees que puedes venir aquí, irrumpir en mí casa, beber mis vinos más prestigiosos y colocar unos de mis vinilos como si fuera tu hogar, y para agregar, burlarte de mi?

-¿Sus vinos más prestigiosos? ¿Cuáles? ¿Estos? -Pregunte mientras me acercaba al estante de vinos, abrí la vidriera y tome unos de ellos, para después reventarlo contra el suelo.

-¡¿Qué crees que haces?! -Chillo.

-¿Es qué acaso no lo ve? -Dije tirando otros tres.

Estalle dos botellas más y antes de hacerlo otra vez, Abel se acercó rápidamente tomándome de un brazo con fuerza, intenté zafarme de su agarre pero él era mucho más fuerte que yo, me estampó contra la pared y acerco su boca a mí oído.

-¿Sabes? Me gustan las mujeres como tu... Pero, ¿Sabes que me gusta más? -Pregunto apretando aún más mis muñecas-. Mis vinos.

Al terminar de decir eso, me jalo del cabello y estampó mí rostro nuevamente contra la pared, sentí como un hilo de sangre bajaba por mí nariz y caí sentada a el suelo. Actué rápidamente y agarre el resto de una de sus botellas. Lo clave en una de sus piernas, él se arranco el vidrio soltando un quejido.

Me levanté lo más rápida posible y me avalancé hacía Abel, haciéndolo caer al suelo conmigo arriba. Presioné mis manos contra su cuello y él soltó una carcajada ahogada.

-Suele excitarme... que alguien esté sobre mí, pero... Contigo es diferente -Solto con dificultad, sentí algo enfurecerse debajo e hice una mueca de asco. Si mirabas a Abel sabías que no pasaba los treinta, era un tipo atractivo pero a la vez repugnante.

Apreté su cuello con aún más fuerza, hasta que él se impulso dejándome debajo. Sus manos enrollaron mis muñecas y las apretaron con tal fuerza que solté un quejido de dolor, Abel sonrió en forma de burla y nuevamente acerco su rostro a mí oído.

-Eres muy guapa, Alice. ¿Por qué peleas como una salvaje? A mí las salvajes me ponen mal -Susurro, gruñí con hastío e intenté zafarme de su agarre.

Abel comenzó a besar, morder y  lamer mí cuello. Yo, en cambio, me retorcía bajo su cuerpo intentando salir, libero unas de sus manos juntando las mías con la que le sobraba, y empezó a bajar su mano por mí cuello, mis pechos y antes de que llegara a mí intimidad, con mucha más fuerza tire y me zafe de su agarre.

Le di un puñetazo en el rostro y agarre otro pedazo de vidrio del suelo, y está vez se lo clave en el cuello. Un chorro de sangre salió disparado a la pared de la cabaña, manchando todo. Sus ojos se abrieron horrorizados, le pase por al lado, tomé el disco de vinilo que se estaba reproduciendo, un vino de la estantería y me largué de ahí.



 Sus ojos se abrieron horrorizados, le pase por al lado, tomé el disco de vinilo que se estaba reproduciendo, un vino de la estantería y me largué de ahí

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