Desperté alterada, quise moverme pero mis manos y pies estaban atados, inmóviles. También quise mirar dónde me encontraba pero una venda que reposaba sobre mis ojos me lo impedía.
Escuché los pasos de alguien acercándose lentamente, me tense por completo, intenté zafarme pero no pude.
-Alice, ¿Verdad? -Una voz masculina resonó por toda la habitación, asentí con la cabeza-. Me llamo Stefan Fischer. Soy especialista en... ¿Torturar a la gente para que hable? Cómo sea, supongo que ya sabes de qué va. Si no hablas, haré lo posible para que lo hagas. Así que... empecemos pacíficamente, ¿Tú mataste a Adán Schmidt?
Apreté los labios y me quedé completamente callada.
-¿Es así como quieres empezar, Alice?
Silencio.
-Vaya, y hoy que me había levantado de buen humor. Vamos otra vez, ¿Tú mataste a Adán Schmidt?
Silencio.
-Bien, entonces quieres empezar mal, eh -Luego de decir eso, sentí una bofetada en el rostro-. ¿Tú mataste a Adán Schmidt?
Silencio.
Escuché como Stefan bufaba y a continuación como se alejaba para volver.
-Vamos con un nombre diferente, ¿Tú asesinaste a Iván Petrov?
Silencio.
-¿Sabes algo, Alice? Eres muy valiente, no cualquiera se mete con uno de ellos -Solto mientras desataba mis manos y las tomaba de las muñecas, hice un ademán de querer soltarme pero las apretó tan fuerte que tuve que tomar aire para no soltar un quejido, sabía que lo hacía en modo de advertencia.
Una advertencia muy clara para mí gusto: si te mueves o intentas hacer algo, no solo las apretare demás.
-Me caes bien, así que te daré otra oportunidad para que respondas a mí pregunta, en caso contrario ataré tus manos y pies con alambre de púa, y créeme Alice, no es para nada cómodo. Así que dime, ¿Tú asesinaste a esos hombres?
Silencio.
A continuación el hombre -que aún sostenía mis manos con las de él- comenzó a envolver el puntiagudo alambre al rededor de mis muñecas, sentí como las púas se clavaban en mí piel e hilos de sangre brotaban de ellas. Seguidamente, sentí lo mismo en mis pies. No me inmute en lo mínimo pero aún así sentía pinchazos dolorosos.
-Dime Alice, ¿Por qué no quieres confesar lo que hiciste? Tú sabes bien que no tendré piedad contigo, y también sabes que no solo has asesinado a Iván y Adán sino a todo el grupo: Ecain Mayew , Andréi Müller, Abel Wagner, Noa Kuznetsov y terminaste con Dmtry Smirnov.
Nuevamente, en la habitación tan solo se escuchaba la voz de Stefan.
Él se acercó tanto que sentí su respiración.
-Carajo Alice, me parecías tan atractiva y ahora solo me queda la opción de... deformar tu hermoso rostro.
Tras decir esas palabras, Stefan me propinó un puñetazo que me dejó aturdida por bastante tiempo. Luego otro y otro más, me sentía mareada y el dolor se propagaba hasta mí oído.
-Habla, maldita sea.
Al no decir nada, Stefan coloco una bolsa sobre mí cabeza, rápidamente me sentí asfixiada. Luego de eso paso a buscar lo que supuse que era un látigo, porque con cada uno de ellos mí piel ardía y nuevos hilos de sangre brotaban de mí piel.
La habitación se sentía aún más diminuta, húmeda y fría.
-¿Piensas decir algo de una vez por todas o te seguirás manteniendo asi?
Silencio.
-¡Habla de una jodida vez! -Una nueva bofetada me llegó al rostro. La sangre me impregnó aún más la boca, haciéndose notar al escupir el suelo- ¡Habla!
Silencio...
-¿Qué carajos pasa contigo? -Stefan sonaba furioso, el golpe esa vez fue justo en la boca de mí estómago, lo suficientemente fuerte como para dejarme sin aire por unos segundos. Pelee por respirar, por conseguir un poco de oxígeno, pero se me dificulto gracias a la bolsa que llevaba encima. No podía más, mi cuerpo no aguantaría algún otro golpe y él lo entendió, por lo que se detuvo por un momento. Me quito la bolsa de la cara y sentí como el aire entraba nuevamente a mis pulmones.
-Silencio -Mi voz sono afectada.
-Asi que si hablas, por un momento pensé que eras muda... Dime de una maldita vez, ¿Dónde están los cuerpos?
-Acaso, si quiera, ¿Te vas a preguntar si en realidad soy yo la asesina de sos malditos? -Tras eso, sonreí con burla-. Cierto que solo eres un jodido matón.
-¿Crees acaso que tengo duda alguna si tu eres la asesina o no?
-Deberias pensarlo antes de seguir golpeándome hasta matarme. Tal vez el silencio sea la mejor respuesta que recibas.
A veces, el silencio decía mucho más que simples palabras.
Stefan saco la venda de mis ojos, dejándome ver su rostro. Era un hombre treintañero, sus ojos eran oscuros y su cabello era un revuelto de rulos. Su cuerpo era voluminoso, llevaba una camisa de mangas cortas que dejaba a ver unas cicatrices viejas bastante intimidantes...
-Se mucho de ti, Alice -Mascullo él-. Se que tus padres y tu hermana menor murieron en un accidente automovilístico.
Me tense al instante, nadie -aparte de Alek, claro- sabía sobre lo de mí familia, siempre que alguien preguntaba por ellos decía que vivían en la ciudad y yo habia venido aquí para estudiar. Por más de que muy pocas personas me lo preguntarán, yo siempre mantenía la misma mentira.
-Tambien se que estuviste por casarte, dime Alice, ¿Qué sucedió?
-Al parecer no sabes lo suficiente -Me límite a decir.
Él nego, haciéndome saber que mí respuesta no era la correcta.
-Te puedo ayudar, Alice. Pero si tu no confiesas, no podré hacer nada por ti.
-¿Crees, acaso, que me importa tener ayuda alguna de ti?
-Pues, debería importante.
-Dejame dejarte en claro, que me importa un carajo tu estúpida ayuda.
-Alice, ¿Tú mataste a esos hombres?
Las imágenes pasaron ante mí como si estuviera presente en ellas. La que más resaltó fue la de él, Dmtry Smirnov.
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Silencio
Mystery / ThrillerA veces, las palabras más hermosas son las que se dicen en silencio, y también las que más duelen.