Capítulo 18

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Tengo está especie de... Teoría.

Consiste en que la mayoría de personas, de pequeños, fantasearon al menos una vez con escaparse de casa. Por un motivo u otro, se preguntaron cómo sería tomar su mochila y llenarla de las cosas que, independientemente del niño, podían considerar necesarias para su pequeña aventura: botellas de agua, un paquete de Oreos, una muda de ropa, una linterna... Cosas por el estilo. Luego se pondrían su chaqueta favorita y se colgarían la mochila de los hombros antes de salir por la puerta trasera para que nadie notara que se habían ido. Quizá para algunos no fue más que un simple pensamiento, quizá otros solo pudieron recorrer unas diez manzanas antes de que algún policía los detuvieran y les preguntaran a dónde se dirigían con esa actitud tan sospechosa, solos.

El caso es que mi fantasía era todo lo contrario a eso. Más de una vez me pregunte cómo sería guardar montones de snacks —mi yo de la infancia por aquel entonces creía que subsistir a base de golosinas era cien por ciento fiable— y muchas botellas de agua en mi habitación, como si me hubiese estado provisionando para el apocalipsis, y como no tendría que salir ni para ir al baño, quedarme allí encerrada indefinidamente. En mi fantasía, yo siempre estaba sola, rodeada de libros, videojuegos y las cosas que me gustaban, me entretenían y me hacían feliz... Pero sola.

Nunca lo intente, ni le hable a nadie de eso siquiera, y aunque puede decirse que de adolescente más de una vez la volví realidad, siempre tenía que terminar saliendo de mi habitación para ir al instituto, para hacer mis deberes, por los regaños de mi hermana... Así que, en realidad, no salía porque quisiera hacerlo, si no porque debía hacerlo.

Pero ahora que estaba recordando eso, y preguntándome de nuevo como sería intentar cumplir dicha fantasía, ya no me imaginaba sola en ella.

En resumen, estaba pensando en lo genial que sería quedarme todo el día aquí con Dana, sin preocuparnos por nada, solo existiendo.

Estábamos exactamente en la misma posición que nos quedamos dormidas anoche, más o menos abrazadas, y como no quise despertarla cuando lo hice yo, hace un buen rato ya, no me moví, no me retire, no hice movimientos bruscos. Me límite a respirar y percibir la calidez que desprendía su cuerpo junto al mío. También llevaba todo ese rato tratando de no concentrarme mucho en su pecho, que tenía literalmente delante de mis narices. Anoche no me fijé en eso porque la habitación estaba prácticamente sumida en la oscuridad, pero ahora, con la opaca luz grisácea filtrándose por la ventana... Volví a clavar la mirada en la puerta.

Joder, ¿por qué no me sentí así con el idiota de Henry? Solo hubo una cosa que sentí por él a lo largo de la noche: desdén. Bueno, al principio no. Al principio solo me tenía algo nerviosa. Pero en cuanto me acorraló en el laboratorio ese desdén se disparó a niveles estratósfericos. No sentí nada de lo que mi hermana me contaba sobre sus citas, para ella todo parecía tan fácil... Solo se encontraba con el sujeto, cenaban, bebían algo y después estaban en una cama que si no fuera porque me cuenta todo con sumo detalle, podría creer que aparece en la escena como por arte de magia. A veces ni siquiera necesitaban la cama, a veces con un coche les bastaba. Incluso insinuó que su primera vez no fue en la universidad y que, de hecho, había sido en un baile del instituto. Seguro no vaciló. Lo más probable es que aceptará su destino y ya, como si fuese una especie de evento canónico que no se podía evitar.

Como si fuese una especie de evento canónico que no podemos evitar. Solo que... No lo es.

Por eso me resistí, porque de no haberlo hecho, creo que me habría partido en mil pedacitos, sintiéndome ultrajada, usada... Y la palabra con v que repentinamente estoy intentando bloquear de mi mente.

Lo que me recuerda que tampoco sé cómo voy a hacer para volver a cruzarme con Henry en clase de Historia de Estados Unidos. O en los pasillos del instituto. Y tal vez sea porque me había visto todas las temporadas de You, porque me había leído varios libros de moral dudosa o porque de pronto fui sumamente consciente de que él ahora sabía dónde vivía, pero pensé que si le diera la gana, podría acosarme, extorsionarme, tomar represalias de alguna manera solo porque no quise hacerlo con él.

Las relaciones tienen caducidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora