Cíclico

36- Maquinas Animadas

Su móvil había estado sonando durante los últimos veinte minutos seguidos. Zumbido continuo, interminable, incesante. Marcy, decía el nombre en la pantalla. Había empezado a enviarle mensajes de texto todos los días, sólo para comprobar cómo estaba. Eso calmaba sus ansiedades. Incluso si respondía unos minutos tarde, siempre respondía al final.

Excepto hoy. Hoy fue diferente. Había pasado una hora sin respuesta. Ella había enviado mensajes de texto a una hora razonable, a última hora de la mañana. Marceline nunca volvió a cometer el error de tirar su teléfono a un lado y olvidarse de él. La maldita cosa había hecho un agujero en cada bolsillo de cada par de pantalones que poseía. Ella se sintió tranquila de esa manera. De esa manera, Simon solo estaba a un mensaje de texto de distancia.

Excepto que ahora aparentemente no lo estaba, ya que no había habido respuesta. Estaba a punto de hacer sonar la sirena. Bubblegum hizo poco para tranquilizarla. De hecho, su novia sólo aumentó la nube de pánico.

Esperó, ansiosa e inquieta, durante más de media hora más antes de apretar el botón de emergencia interno.

"Voy a ir a casa de Simon". Declaró Marcy, sin esperar la respuesta de PB mientras volaba, buscando su sombrero.

"¿Ahora mismo?"

"Sí. Te enviaré un mensaje de texto si necesito algo. ¡Te amo!" Llamó, poniéndose su sombrero para el sol y saliendo de la cueva. El vuelo fue corto pero tenso.

El estaba bien. Tenía que estar bien. No podría soportar otro susto, no ahora. Ella acababa de recuperarlo hace poco más de una década. No había absolutamente ninguna maldita manera de que ella fuera a perderlo otra vez... y mucho menos otra vez.

Pero, por supuesto, su casa oscura y acurrucada apagó cualquier esperanza que ella tuviera. Siempre abrió sus puertas, apasionado por educar a otros humanos sobre el siglo XX.

Joder, lo había vuelto a hacer. Ni siquiera se molestó en tocar o probar la manija de la puerta. Una transformación rápida y fácil hizo que sus pálidas manos se convirtieran en piel de lobo oscuro, con garras afiladas para empezar. El metal chirrió y se desgarró mientras ella se abría paso, y no le importaba cómo dañaba el lugar.

La luz del sol entraba a raudales en su húmedo y húmedo apartamento. El lugar estaba sorprendentemente limpio y... ¿en cajas? Varias cajas de todos los tamaños estaban convenientemente apiladas en un rincón de la sala de estar. Sus ojos recorrieron la habitación y finalmente se posaron en la escena del crimen completa frente a un altar de mierda hecho a mano.

La estatua de GOLB la miró fijamente mientras ella rápidamente corría hacia ella y se arrodillaba sobre el linóleo manchado. Había sangre jodida por todas partes, cubriendo las superficies y medio seca en un recipiente bastante grande. Un cuchillo, claramente el arma preferida, estaba descuidadamente dejado a un lado.

El cerebro de Marcy fracasó cuando el pánico se apoderó de ella.

"S-Simon... No", murmuró. Las lágrimas invadieron su visión y se desplomó hacia adentro. Las manos apretaron desesperadamente su ropa, tratando de encontrar un punto de apoyo mientras su control de la realidad se disolvía por completo. ¿ Qué había hecho?