2.

31 2 0
                                    

-Me gustó tu programa de ayer...
Cuando se tomaba su descanso para comer yo iba al espejo y fingía hablarle. Tenía la esperanza de algun día poder revelarle mi existencia. Yo era tan real para él como el para mí.
Durante meses mi rutina se basó en escuchar su "programa", comer 1 vez al día y dormir mientras su hermosa voz me arrullaba.
Su voz era mi todo.
El cariño que le tengo solo se puede expresar en ondas de sonido.

No puedo describir su voz, era única. Como él.

Cuando recitaba los poemas parecían un gran estallido. La letra de su canción favorita era como la brisa de verano contra las hojas de los grandes árboles. Intentaba hablar con propiedad, lo único que podía escuchar era una sinfonía dirigida por el mismísimo Bethoveen.

Pero, lo más hermoso, lo más hermoso era su risa. Tenía un sentido del humor muy particular. Estaba desquiciado, y eso, me encantaba.

PlatónicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora