Capítulo 2: "Mal presentimiento"

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—Ya me empezaban a lastimar —dijo el dragón luego de que le quitaran las cadenas.

—Te lo mereces -—omentó la chica entre dientes —En fin, ¿Fly, se encuentra por aquí? —preguntó, buscando alrededor.

—Creo que estaba en el cubo n.º 3 —respondió el dragón mientras comía lo que le habían traído.

Al escuchar eso, se acercó al cubo, pero sin entrar en él, era consciente de que si ponía un pie adentro, moriría en cuestión de segundos.

—¡Fly! —gritó con fuerza.

A lo lejos, dentro del cubo, observó cómo el ave de plumas rojizas y naranjas que se acercaba directamente a ella, hasta posarse sobre su hombro. La chica empezó a hacerle caricias y esta respondió frotándose contra el rostro de ella como muestra de cariño.

—Te tengo una tarea preciosa. —dijo mientras la llevaba al nido —Necesito que calientes este huevo, ¿podrás hacerlo?

El ave simplemente se sentó sobre el huevo e hizo que sus plumas ardieran.

—El huevo es más grande que ella —comentó en broma el dragón.

—¿Lo quieres hacer tú? —respondió la chica en defensa del ave.

—No.

—Entonces cállate.

—¿Cuánto tiempo estaremos aquí?, sabes que es peligroso que nos quedemos mucho tiempo en un solo lugar —indagó preocupado.

—Nos iremos luego de que consiga el libro y el mapa, ya hablé con Igfrid, quedamos en vernos mañana, en la entrada del bosque escarlata.

—Sabes que no me gusta que te relaciones con los elfos —dijo un tanto molesto.

—Lo sé, pero él es de confiar, eso espero —dijo casi en un susurro.

A la mañana siguiente, tal y como lo había dicho, la chica se reunió con el elfo en la entrada del bosque escarlata, cuya flora era roja como la sangre, albergando criaturas muy peligrosas.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó un tanto aburrido.

—No lo sé, se supone que tenía que llegar hace una hora. —respondió la chica viendo el cielo.

—Te dije que no confiaras en él. —dijo Shadow desde dentro de la ropa de la chica.

—Tal vez se le hizo tarde, además, ¿qué te he dicho sobre esconderte entre mi ropa?

—Tengo frío, no molestes. —respondió mientras se acurrucaba.

—¡Deja de moverte!. Si quieres dormir mejor, quédate sobre la capucha, ¡no entre mi camisa! —estaba muy avergonzada. —Me dan escalofríos cada vez que te mueves.

—Qué quejumbrosa eres. —dijo para luego subir hasta su capucha y acurrucarse en ella.

—Señorita, ya llegó. —anunció Zora.

Kuroichi acomodó su cabello para ocultar al dragón que dormía sobre ella. Sabía que si el elfo lo veía, podría haber problemas.

—Llegas tarde, Igfrid. —dijo molesta.

—Lo siento, tuve un par de inconvenientes en el camino. —respondió con una sonrisa el elfo de blanca cabellera.

—Como sea, ¿tienes lo que te pedí?

—Claro, ¿y tú tienes lo que yo te pedí?

—Sí. —dijo para luego arrojarle un pequeño costal con plumas y un pequeño frasco, que parecía tener un líquido negro. —Plumas de fénix y sangre de dragón.

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