Dos

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Tōru Oikawa siempre se había sentido amenazado por el talento de Tobio Kageyama. Viejas rencillas habían hecho que entre ellos los ánimos no siempre fueran los mejores, pero aun así, el menor de ellos no dejaba de admirar al que fue su ídolo en secundaria.

Los papeles habían dado un giro rotundo. El campeonato mundial de vóley estaba a la vuelta de la esquina y Oikawa se había decidido por tomarse unas vacaciones de su club en Sudamérica para presenciar el evento deportivo y reunirse con sus antiguos amigos.

Había sido una noche extraña, el de ojos marrones seguía tocándose los labios como si aún pudiera sentir a esa mujer en ellos. Sonrió con malicia y se dejó caer en el sofá de su habitación en el hotel. Cerró sus ojos y la imaginó allí, arrodillada frente a él, mirándolo hacia arriba, con esos suaves labios tentando su cuerpo.

No pudo resistirlo, desabrochó su pantalón y expuso su virilidad, se estaba acariciando mientras pensaba en ella. Dejó volar su imaginación; visualizando la imagen de esa chica "R" pasando su lengua por su tronco endurecido, delineando con su punta las líneas azulinas de sus venas dejando fluir su sangre caliente hacia su glande, la imagen era obscena y hermosa, la ilusión de su boca delineada por el labial carmesí rodeando su polla para chupar como si no hubiera un mañana, sus pequeñas manos masajeando lo que no cabía dentro de su boca.

Tōru dejó caer su cabeza hacia atrás cuando el burbujeo de una incipiente corrida lo hizo llegar casi al cielo. Comenzó a jalar más rápido, dejando escapar algunos suaves gruñidos hasta que su mano quedó cubierta de líquido blanquecino.

—Dios~ —jadeó—. Necesito volver a verla...

Eran recién las once de la noche y tenía claro que sus amigos lo llamarían para salir a pasar el rato. Se dió una ducha para eliminar todo rastro de sus acciones impuras, pero esa mujer no salía de su cabeza, tenía claro que ella escondía algo y su petición de no buscarla lo carcomía por dentro, porque si quería buscarla, quería llevarla a su habitación y follarla como nadie nunca lo había hecho.

Se vistió rápidamente y el timbre de la habitación sonó, era Iwaizumi.

—¿Ya estás listo? —preguntó Hajime.

—Ni siquiera me has dicho que haremos hoy —respondió él, terminando de ponerse una chaqueta y arreglándose un poco el cabello.

—Los chicos quieren ir a beber algo a una discoteca por aquí —dijo el contrario—. Fuera de los miembros de nuestro antiguo equipo también irán Atsumu Miya, Hinata y Kageyama con su novia.

Oikawa reaccionó de forma inmediata a ese nombre.

—¿Tobio tiene novia? —alzó una ceja—. ¡Vaya, qué sorpresa!

Iwaizumi chasqueo la lengua y negó con la cabeza.

—¿Te sorprendes cuando alguien es capaz de tener una pareja estable? —se burló—. No todos son mujeriegos como tú.

—¡No soy un mujeriego! —frunció el ceño y fulminó a su mejor amigo con sus ojos—. Es solo que no he encontrado a alguien que pueda seguirme el ritmo. Además, lo que me sorprende es que Tobio haya encontrado a alguien capaz de lidiar con esa personalidad tan peculiar que tiene.

—Como si tú fueras un encanto... —siguió burlándose Hajime.

—Bueno, sigue burlándote de mí... —alzó una ceja y tomó sus cosas preparándose para salir—. Así de desagradable como me planteas, ya conocí una chica... dios, si la vieras, es la mujer más guapa que he visto.

—¿Ah sí? —cuestionó Iwaizumi—. ¿Cómo se llama?

— R —respondió escuetamente.

—¿R? —se rio su amigo—. ¿Eso es un nombre?

Illicit Affairs; Tōru OikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora