Félix maldijo cuando sus botas de montaña de trescientos dólares se hundieron en un surco fangoso sobre el suelo. Era lo más parecido a una especie de camino en medio de la espesa maleza.
Hacía horas que había llovido, lo que hacía que la caminata por el bosque fuera mucho más peligrosa de lo que se habría imaginado. Se había vestido para la ocasión con una camisa negra de mangas largas, sus pantalones tácticos eran impermeables.
Incluso el pequeño bolso que colgaba sobre su hombro estaba hecho específicamente para salir de excursión. Es solo, que no había esperado que fuera todo tan caliente... y sucio. Él odiaba ensuciarse.
Su bota hizo un sonido de succión bastante obsceno mientras la sacaba del lodo con un quejido de disgusto. Tendría que encontrar una manera de limpiar eso antes de irse. Nunca iba a sacar la porquería de su auto si no lo hacía. El olor a lluvia y vegetación podrida iba a quedarse grabado de forma permanente en sus fosas nasales.
Su objetivo, Trevor Maynard, era un pequeño aspirante a pandillero llorón que había pasado desapercibido mientras se aprovechaba de mujeres inmigrantes, quienes trabajaban en la tintorería de sus padres. Llevaba las camisas demasiado ajustadas y los pantalones demasiado bajos y se creía que al atarse una bandana alrededor de la frente lo convertiría automáticamente en alguna especie de matón.
A Trevor le gustaba abusar de su poder, amenazando el trabajo de sus víctimas para atraerlas al bosque en donde nadie las oiría gritar. El por qué el padre de Félix había insistido en matar al tipejo en medio de la nada era una especie de karma, pero innecesariamente dramático en opinión de Félix.
Los tipos como Trevor luchaban un poco ante el peligro. En todo caso, suplicaría y suplicaría, e intentaría utilizar su estatus –que, por cierto, no tenía–, y ofrecería dinero como un último recurso. Pero todo terminaría igual, con Félix.
Todo esto podría haberse llevado a cabo más cerca de la ciudad. Aun así, no discutió con su padre, solo siguió las órdenes como el buen y obediente hijo mayor que era.
Cuanto más rápido terminara el trabajo, más rápido podría ir a casa y darse una ducha. Mañana tenía que ir temprano a la oficina.
Afortunadamente, la luna llena en lo alto cortaba un láser de luz, lo que le permitió a Félix ver alrededor sin demasiados problemas, incluso aunque el camino despejado no era para nada un camino.
Salió de la arboleda y finalmente se encontró fuera de la pequeña cabaña. ¿Por qué es que estos fenómenos siempre se quedaban en estas espeluznantes cabañas en medio del bosque?
Félix pensaba que torturar a personas, dentro de la ciudad era igual de efectivo. La gente tenía muy pocos problemas para ignorar la angustia de los desconocidos. Cosa triste, pero útil en su particular línea de trabajo.
Un grito ensordecedor atravesó el silencio, enviando una descarga de adrenalina a través del cuerpo de Félix y llevándolo a moverse sin detenerse a pensarlo.
Sacó su arma, asegurándose de que tuviera el seguro y se hallara cargada con el silenciador en su lugar, mientras avanzaba hacia la endeble puerta que daba a la cabina.
¿Cómo es que no se le había ocurrido que el hombre pudiese no estar solo?
Fueron necesarias dos fuertes patadas antes de que la puerta se desprendiera de las bisagras, sorprendiendo a los dos ocupantes.
Su víctima estaba atada a una sólida silla de madera en el centro de la habitación, sangrando por varias heridas que supuraban, le faltaban no menos de tres dedos y el lóbulo de una de las orejas. No había ninguna mujer en la habitación, el grito había provenido de Trevor.
ESTÁS LEYENDO
3. चन्द्रमाहत | Hуυηℓιχ
Romance|| Adaptación || Sinopsis dentro de la historia [Contenido +18]