Capítulo XXIII

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Estaban a mitad de las escaleras cuando Félix lo oyó, el sonido de un revólver recién cargado y la voz de una mujer rebotando a través del auricular. Los demás también lo oyeron.

Félix se congeló, un gélido miedo apretándole el corazón, impidiéndole respirar.

¿Qué mierda estaba pasando? ¿No habían cubierto todo? ¿Habría conseguido una enfermera o un médico escondido? Era imposible. Wendy lo había comprobado.

Entonces bajó rápidamente las escaleras, de dos en dos, deteniéndose sólo cuando llegó a la puerta que lo separaba del pasillo sur. Si entraba de manera abrupta, Hyunjin podría morir.

Dios mío. Hyunjin podía morir.

De repente, Félix sintió que no podía respirar. Tomó aire profundamente y lo dejó salir. Detrás de él, podía oír a los otros, pero no esperó, abriendo lentamente la puerta.

—¿Qué está pasando ahora mismo? —preguntó Chenle a través del auricular.

La voz de Hyunjin era clara y firme.

—¿Agnes? ¿Qué vas a hacer? No estamos solos aquí. Ese revólver tiene seis balas y somos diez. Baja el arma.

Les estaba diciendo lo que estaba pasando sin alertarla de que tenía un micrófono puesto.

—Vete a la mierda. Baja tú tu arma —gruñó Agnes.

Esta perra tenía que saber que no iba a salir de esta, ¿No? Tal vez pensó que podía volver por donde había venido. Si creía que estaba acorralada, podría empezar a disparar.

¿Quién sabía en qué estado mental se encontraba?

—Mierda. Está bien. ¿Puede alguien ponerse detrás de ella? —preguntó Chenle

—¿Lake? ¿Jisung? ¿Siguen en el garaje?

—Las bisagras de la puerta del garaje están oxidadas y ese pasillo hace un eco del carajo. Nos dispararía antes de que siquiera estuviéramos cerca de ellos —dijo Lake.

—Pero tal vez eso le daría la oportunidad de dispararle —dijo Jisung, con la voz entrecortada.

—No —dijeron Félix y Hyunjin al mismo tiempo.

—¿Qué? No, ¿Qué? —Dijo Agnes, subiendo el tono de su voz.

—Sólo le estoy diciendo a mis compañeros que no hagan nada. Eso es todo. Tú estás al mando.

—No voy a dejar que esta perra mate a mi hermano —dijo Jisung, con la voz cruda

—No voy a dejar que te maten.

—Nadie va a morir —dijo Chenle.

—Eso es una orden —dijo Wendy—. Vamos a resolver esto.

Félix estaba ahora en el pasillo, acercándose a la estación de enfermería. La vista desde la izquierda estaba completamente oscurecida por la esquina de la pared y el cuerpo de Hyunjin.

Félix se fue por la derecha. No era mucho mejor. Seven permanecía de pie, muy cerca detrás de Hyunjin.

Félix sintió, más no vio, que sus hermanos se dispersaron alrededor, cada uno de ellos tratando de conseguir el mejor punto de mira.

—Seven, ¿Puedes dar un pequeño paso a tu izquierda? —preguntó Félix.

Seven no pudo responder, pero lentamente, con cuidado, se balanceó hacia un lado, levantando cuidadosamente el pie y colocándolo un centímetro hacia la izquierda antes de balancearse hacia atrás y repetir el movimiento con la pierna contraria.

3. चन्द्रमाहत | HуυηℓιχDonde viven las historias. Descúbrelo ahora