Capítulo XVIII

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Hyunjin dejó a Félix con sus hermanos, pero no se fue al carro. Siguió a Taeyong por el pasillo hasta que se dio cuenta de que Hyunjin le seguía. La mirada que vio en la cara de Hyunjin le hizo volver a mirar por el pasillo antes de decir:

—Hablemos en mi oficina.

—Vamos —dijo Hyunjin.

Taeyong condujo a Hyunjin a través de la enorme casa y por otro pasillo corto. A excepción del escritorio de la esquina, la habitación parecía más una biblioteca o un estudio que cualquier tipo de oficina. Mucha madera oscura, cuero rico y libros polvorientos.

—¿Alguien alguna vez ha leído esto? —preguntó Hyunjin, señalando los estantes.

Taeyong sonrió, mirando los miles de libros.

—Sólo Jeno. Estoy casi seguro de que leyó cada uno de ellos de principio a fin antes de cumplir los diez años. Su apetito de conocimiento era voraz.

Hyunjin miró la estantería de su izquierda, preguntándose qué clase de niño querría leer libros con títulos como "La historia de Palestina" y "El código de Dios". Un verdadero psicópata, sin duda.

—He investigado tus antecedentes. También hice que te siguieran —dijo Taeyong despreocupadamente, cruzando la habitación hasta el pequeño bar contra la pared, alcanzando una botella de líquido ámbar. Aún no era ni mediodía.

Hyunjin se aseguró de que su tono coincidiera con el de Taeyong .

—¿Encontraste algo interesante?

—Nada que no supiera ya. Tienes un hermano, tus padres ya fallecieron. Tienes un historial tan limpio que chirría. Ni siquiera una multa por exceso de velocidad.

Teniendo en cuenta tus actividades extracurriculares, lo encuentro muy impresionante, especialmente cuando tú "equipo" está formado por chicos que apenas tienen edad para votar. Sé mejor que nadie que enseñar a un grupo de adolescentes asesinos a no ser atrapados es un trabajo a tiempo completo.

Hyunjin suponía que debería haberse sentido enojado de que Taeyong hubiera mandado a alguien a seguirlo, pero Félix ya le había advertido de que existía la posibilidad de que su padre investigara su vida. Aun así, no pudo evitar decir:

—Sí, pero a diferencia de tus hijos, mis chicos no nacieron asesinos. La vida los hizo así.

Taeyong asintió como si estuviera satisfecho y le indicó que tomara asiento. Hyunjin estuvo a punto de negarse, pero lo pensó mejor. El sofá era de cuero marrón y flexible bajo sus dedos.

Taeyong descorchó la garrafa de cristal y llenó el vaso con dos dedos del oscuro alcohol.

—No todos los psicópatas nacen siendo asesinos. La gran mayoría llegan a ser despiadados de formas muy diferentes. Tiburones financieros, directores ejecutivos, abogados defensores, cirujanos.

Pero esos suelen ser los que vienen de buenos hogares, sin traumas. E incluso eso a veces no importa. Encontré chicos rotos que necesitaban un propósito y les enseñé a utilizar su ventaja evolutiva para ayudar al bien común.

Hyunjin resopló.

El bien mayor...

—¿Crees que la falta de empatía o de remordimientos es un... don? ¿Una especie de superpoder?

Taeyong se sirvió otro trago y lo levantó. Hyunjin negó con la cabeza.

—Creo que vivimos en un mundo lleno de depredadores peligrosos. ¿Quién mejor para eliminarlos que otros depredadores? Un grupo de gente que puede matar sin el peso de la conciencia.

3. चन्द्रमाहत | HуυηℓιχDonde viven las historias. Descúbrelo ahora