Capítulo 1: No me enamoré de tu cuerpo...

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-¡Dilo otra vez, por favor necesito que lo hagas!

-Te...te amo más de lo que puedes imaginar. -respondió Aline gimiendo con sus uñas enterradas entre las sábanas. Le dolían los dedos de tanto agarrarse al colchón mientras un monumento de hombre rubio de ojos verdes la penetraba con fiereza, como si quisiera fundir sus cuerpos para estar eternamente juntos. -¡Te amo William! -gritó corriéndose para él.

Por la presión de su miembro, por la dureza con la que la estaba rompiendo, Aline supo que él estaba casi alcanzando el orgasmo.

-¡Te amo, te amo...te amo! -gruñó William clavando sus dedos en la cintura de Aline tomándola con más fuerza acelerando el ritmo de sus embestidas.

William estaba loco por eyacular dentro de ella, como todas las noches que pasaban juntos. Lo que más le excitaba saber es que solo estaban comenzando su noche de sexo desenfrenado.

Las paredes ardientes de Aline se contrajeron estrujando su miembro, hasta que él ya no pudo más. Al sentir las primeras contracciones del orgasmo de su mujer William se dejó ir con ella. La bañó con su liberación con una sonrisa perversa en su rostro. Era fascinante verla llegar al máximo placer era su mayor satisfacción. Eso ponía su ego en los cielos.

-Te ves preciosa cuando te corres. -murmuró William en el oído de Aline, luego mordió su cuello antes de pasar la lengua en él.

-Me veo hermosa cuando me entrego al hombre que amo. -afirmó Aline.

William la cargó en sus brazos hasta el cuarto de baño. Sin dejar de mirarla acarició su rostro. Se veía exhausta, pero feliz con la cabeza apoyada en su hombro.

-¿Vas a bañarme señor Kross?- preguntó Aline maliciosa esperando otro momento apasionado en la bañera llena de espuma que ya esperaba por ella.

-Primero voy a mimarte, cuidarte, darte de comer en la boca como mi niña consentida y a hacer que te sientas la mujer más amada de este planeta. Luego volveré a follarte sin piedad. Tengo la mala intención de romper tu delicioso cuerpo en mil trocitos con todos los orgasmos que voy a darte. Después volveremos al primer punto, y así una y otra vez hasta que ya no puedas más.-declaró William entrando en la bañera con ella.

Aline se acurrucó en los brazos de William mientras que él pasaba la esponja por sus piernas.

William se dio cuenta de que Aline parecía pensativa, como si su mente estuviera en otra parte y no allí con él.

-Te has quedado muy callada de repente, ¿No estarás pensando en dormir? -indagó William intrigado.

Aline se giró para verlo y agarró su rostro. Ella deseaba hacerle una pregunta, una que siempre rondaba su cabeza y la llenaba de temor.

-¿Me amarás para siempre? -preguntó con ansiedad y William frunció el ceño. -¿Me amarás cuando ya no sea joven y hermosa?

-Pero, ¿qué clase de pregunta es esa, pequeña? -cuestionó William con incomprensión.

-¡Contéstame, necesito saberlo! -insistió Aline. -La juventud, mi belleza. Esta piel que disfrutas acariciando, este cuerpo que te llena de placer, este rostro que tanto adoras. Todo esto es efímero William, tengo que saber si tu amor también lo será.

William llevó la mano a su pecho y puso la mano de ella sobre el suyo. Entonces con una voz profunda y segura dijo.

-No me enamoré de tu cuerpo pequeña. Me fascina hacerte el amor, te deseo de una manera que de seguro me enloquecerá algún día, pero no estoy enamorado solo de ese cuerpo. Amo todo lo que guardas ahí dentro, amo tu fuerza, tu seguridad. Amo esa mirada que envejecerá con los años, pero que seguirá siendo tan dulce como lo es ahora. Amo tu inquebrantable corazón y quiero unir el mío al tuyo. Antes de ti no era nada Aline, no tenía nada. Todo era vacío, soledad y sombras. Por eso te pedí en matrimonio a tan solo un mes de haberte conocido, porque no tengo dudas de que ese amor durará para el resto de nuestras vidas y permanecerá por toda la eternidad.

¿Hasta dónde llega el amor? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora