Capítulo 9:¡Eres tú!

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Las lágrimas iban cayendo de una en una mientras Aline delineaba el rostro de su padre fallecido. La muchacha le cantaba muy bajito una canción de cuna. La misma que Augusto le cantaba a ella cuando era pequeña y no podía dormir por creer que habían monstruos en su habitación, un miedo que Francesca le había metido en la cabeza.

-Vuela alto papito, nosotras estaremos bien, así que sigue tu vuelo y no mires atrás. -susurró Aline llorando. -Ahora siento que decirte lo mucho que te amaba todos los días no era suficiente, que no te abracé todo lo que me hubiera gustado, y lo siento porque no pueda volver a hacerlo más. Mi corazón solo puede confiar que estás en paz, en un lugar hermoso rodeado de flores. El Sol brillará todos los días en el paraíso para ti, donde no hay oscuridad ni tristeza. Donde no existe el sufrimiento, solo el confort de tener la eternidad para descansar, y allí papito...allí volveremos a encontrarnos algún día. Espérame en la puerta con tu sonrisa, y con ese abrazo que era mi refugio en el mundo. Sé que el amor de una hija no se compara al de un padre por su princesa...ahora lo sé.-declaró pasando la mano por su vientre pensando en lo mucho que amaba a su bebita, luego volvió a mirar su padre y sonrió. -Mi amor es mucho más chiquito que el tuyo y aún así podría llenar el universo con él y ahora que voy a ser mamá entiendo la magnitud del amor que me tenías y como estabas dispuesto a todo por mí. Te voy a extrañar papá, muchísimo... siento no haber sido la hija de la que estarías orgulloso, pero no me arrepiento. Te merecías todo papá, cada sacrificio valió la pena para mantenerte con vida porque tú eras mi mundo. Solo me duele saber que te sentías culpable, creyendo que todo lo que pasó era por tu culpa. No era así, no fue culpa tuya...-la voz de Aline se rompió por unos segundos, pero ella quería despedirse así que continuó. -Mi papito hermoso, siempre serás mi primer amor, el más bonito de todos. Cada vez que mire al cielo recordaré que no estoy sola, que estás ahí acompañándome en mi camino, te prometo que voy a sonreír cada vez que lo haga.

-Señorita, lo siento, pero no puedo darle más tiempo. -avisó el muchacho que tenía que llevarse el cuerpo de Augusto para incinerarlo.

Aline miró alrededor, pensando en la soledad que había en el funeral para su papá. Solo su vecina estaba allí para acompañarla.

La chica asintió con el corazón encogido, dejó un beso en frente de su padre y se tomó unos minutos para mirarlo. Después lo dejó ir para siempre.

Aline regresó al pequeño departamento pues necesitaba descansar. Llevaba horas sin dormir, había alargado más el funeral de su padre pues le costó despedirse de él.

Se despidió de su vecina, entró en su humilde casita, y miró de un lado a otro pensando en como iba a continuar estando sola con su bebé. Ese no era el único problema.

En la habitación Aline sacó debajo de la cama una cajita donde guardaba dinero.

Diez dólares, era lo único que le quedaba para poder comer.

Durante años estuvo pagando un costoso seguro de salud a su padre, uno que tuvo que dejar de pagar por falta de dinero. En el último mes los gastos médicos de Augusto eran cada vez más altos, y el dinero que le dieron por su servicio en la cafetería se fue cuando su papá murió. Tristemente ella tenía que buscar una solución pronto, pues no tenía dinero ni para pagar el alquiler del departamento...bueno, ese problema llamó a su puerta antes de lo que ella esperaba.

Los golpes en la puerta de entrada la sacaron de sus pensamientos. Aline corrió para abrir creyendo que se trataba de su vecina, que a lo mejor la señora Linn necesitaba ayuda., pero no era ella.

-Señor Alfonso, ¿en qué le puedo ayudar? -preguntó Aline cuando vio que era el dueño de su departamento. -Si está aquí por el pago del alquiler, le aseguro que esta misma semana...

¿Hasta dónde llega el amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora