El sexo pone hambrienta a Jennie, pero alimentar su apetito también renueva su sed. Y así Lisa se encuentra tumbada de espaldas por última vez, observando aturdida cómo Jennie se pone los pantalones.
─ ¿Segura que no puedes pasar la noche? ─ pregunta Lisa, levantándose sobre un codo inestable. ─De todas formas, tu monstruoso gato podría saltarse un par de comidas.
Jennie le lanza una mirada fulminante por encima del hombro, pero se distrae con el pecho desnudo de Lisa, con las tenues manchas de color que lo cubren y la enorme cantidad de piernas que exhibe.
Puede que Lisa haya cambiado estratégicamente la colocación de las mantas mientras Jennie estaba de espaldas, porque no se le da mal utilizar tácticas furtivas en cualquier ámbito de su vida.
─No está gordo, sólo tiene el pelaje grande. ─ Pero la refutación carece de verdadera convicción, la voz de Jennie traiciona las grietas en su compostura. Saca la punta de la lengua para humedecerse los labios mientras se queda mirando durante un largo rato. Luego, con evidente esfuerzo, se da la vuelta, se agacha para recoger su camiseta y suspira: ─Por mucho que me duela irme, me temo que Leo es muy exigente con su horario de comidas.
─Puedo entenderlo, ─ admite Lisa.
Ladea la cabeza, aprovechando la oportunidad para apreciar a Jennie en pantalones y sujetador.
Y, Jesús, que espectáculo.
A Lisa le pican las manos por deslizarse por los costados de Jennie y acariciar la pesada plenitud de sus tetas a través de la barrera de satén y encaje. Probar su suave elasticidad y sentir el relieve de los pezones contra sus palmas.
Por eso se entristece cuando Jennie se pasa la camisa por la cabeza y la baja por el torso, impidiendo que Lisa vea un espectacular escote.
En cuanto Jennie ve el labio inferior mordisqueado de Lisa, camina hacia la cama, se inclina y le da a Lisa el tipo de beso que va a ocupar un lugar destacado en sus sueños esta noche y en sus pensamientos de vigilia mañana. Lento. Profundo. Casi sucio.
A Lisa se le hace un nudo en la garganta cuando intenta agarrar a Jennie para que baje y se deje abrazar, pero Jennie se lo impide y se escapa de sus manos.
─ Provocadora, ─ murmura Lisa.
Se deja caer de espaldas contra las almohadas, mirando con las pestañas bajas mientras Jennie cruza la habitación para coger sus zapatos y vuelve a sentarse en el borde de la cama.
Se pone las zapatillas y lanza una mirada de soslayo a Lisa cuando responde: ─Tengo que dejarte con ganas de más.
─Ya lo deseo.
Una confesión inocente. Totalmente honesta y sincera.
Porque Lisa no puede negar que es adicta a Jennie, a la forma en que se siente cerca de Jennie; ligera y despreocupada y fácil, con una sonrisa que nunca se aleja de su rostro. El tenis ha sido su vida durante mucho tiempo -entrenar, competir, todo regimentado y perseguido con firmeza, con un enfoque inquebrantable que excluye todo lo demás-, pero por primera vez en años, Lisa siente su edad, su juventud. Veintitrés años, una extraña en una ciudad extranjera, felizmente enredada en una aventura con una chica que exhibe más descaro del que Lisa sabe cómo manejar, y llena de energía por la posibilidad ilimitada de todo.
─Eres encantadora cuando estás colocada de endorfinas sexuales, ─ dice Jennie, con una mirada incuantificablemente suave y afectuosa que busca la mirada de Lisa.
─Siempre soy encantadora.
─No estoy de acuerdo. El día que nos conocimos, por ejemplo...
─Nunca vas a dejar que lo olvide, ¿verdad?
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Trofeo┃JENLISA
Fanfiction"Lisa, ¿a qué se debe tu rápida recuperación?" "Y perdóneme si soy un poco entrometida, pero estoy segura de que tus fans están impacientes por saber", continúa la reportera, haciendo un segundo comentario, para evidente irritación de los que están...