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La semana seguía, todo normal y tranquilo según la joven.

Las clases ya estaban mucho más relajadas dándoles a los alumnos más tiempo de tranquilidad, para ellos mismos.

Krister estaba terminando de anotar unos apuntes de su clase, la última del día, para luego ir a su clase de canto con Bill. Realmente le gustaba mucho ir a aquel lugar.

Las voces de los alumnos eran eco ya en el pasillo por donde ella iba, sus botas eran las que resonaban.

Hoy rara vez no vi al profesor Bill, solamente un momento donde iba apurado, pero nada más. Llevaba mis libros en mi mano mientras esperaba a que él si estuviese y no se haya ido.

Al llegar a la puerta, acerque mi oído a aquella para ver si percibía algún sonido, y solamente logré identificar unos pasos así que toque.

De pronto se armó un gran silencio en el lugar, para luego la puerta ser abierta.

Al instante se asomó el mayor un poco agitado, con sus párpados pintados de negro, todos sus piercing puestos y su cabello levemente desordenado, tapando parte de su rostro, haciéndolo ver de una manera mucho más coqueta.

Al verlo me quede boquiabierta, se veía estupendo, mientras lo observaba se apoyó en el marco de la puerta, tratando de controlar su respiración, pero en ningún momento me dejó de ver, penetrándome con su mirada.

-Kris...-Logró decir.

-Profesor...¿Está...bien?-

-Si...Si, lo siento mucho, pasa, pasa, adelante- Ofreció el mayor.

Aquel le hizo un lado para que pasara sin dejarla de mirarla, estaba su mirada fija en aquella joven.

Sobretodo en sus ojos.

Su cabello oscuro lo traía tomado, pero tenía varios mechones sueltos cubriendo su rostro, y también sus ojos un poco sombreados con negro, resaltando el color de aquellos, una combinación maravillosa, se veía preciosa.

El mayor tomo unas hojas y las comenzó a leer, mientras se apoyaba en su escritorio.

No podía explicar lo sexy que se veía de esa manera, su mirada coqueta y aquella sonrisa que me encanta, es realmente único este hombre, pero este hombre es mi profesor.

-Perdona la manera cuál me encontraste...-Hablo ya más tranquilo el mayor mientras apoyaba sus manos y giraba levemente su cabeza cruzando palabras y miradas con la menor haciéndola sentir nerviosa.

-No...No te preocupes...-

-¿Sucede algo?- Ahora fue él quien preguntó.

-No...¿Comencemos con la clase?- Fue lo único que pudo decir para luego fruncir el ceño al darse cuenta de que sus mejillas comenzaron a ruborizarse.

-Esta bien, está bien- Con risa este contestó al verla de esa manera, le encantaba ponerla nerviosa.

La tensión entre estos dos era demasiada, sus miradas constantemente penetradas una con la otra era tremendo, aquellas miradas demandantes que reflejaban muchas cosas.

Toda la clase se mantuvo con esta tensión, desde que aquellos dos se observaron con determinación no pueden parar de hacerlo. Simplemente adictivo, según ellos.

(...)

El tiempo pasó rápido, ya dando fin la clase.

-¡Y bueno! Hemos terminado por hoy, la felicito señorita...-Dijo el mayor mientras ordenaba algunas cosas.

-Muchas gracias profesor, sabe, ¿Le podría hacer una pregunta?-

El mayor a su pregunta asintió con su cabeza mientras la observaba a sus ojos.

𝐎𝐋𝐃𝐄𝐑...; Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora