Era una noche oscura y tormentosa. Un grupo de amigos se había reunido en una cabaña en el bosque para pasar el fin de semana. Habían encendido una chimenea y se habían sentado alrededor a contar historias de terror.
—Yo tengo una buena —dijo Luis, el más valiente del grupo —. Se trata de un duende maldito que vive en este mismo bosque.
—¿Un duende? —se burló Ana, la más escéptica —. ¿Y qué hace ese duende? ¿Te roba los calcetines?
—No, no es un duende de esos - dijo Luis, serio —. Es un duende malvado, que se alimenta del miedo y del dolor de los humanos. Dicen que hace siglos, un brujo lo invocó para que le sirviera, pero el duende se rebeló y lo mató. Desde entonces, el duende vaga por el bosque, buscando víctimas a las que torturar y asesinar.
—¿Y cómo es ese duende? —preguntó Pedro, el más curioso.
—Es pequeño, de unos 50 centímetros de altura, pero muy fuerte y ágil. Tiene la piel verde, los ojos rojos, los dientes afilados y las uñas como garras. Viste con harapos y lleva un sombrero puntiagudo. Se dice que puede cambiar de forma y que puede hacerse invisible. También puede controlar la mente de los animales y de las plantas, y usarlos para atacar a sus presas.
—¿Y cómo se puede matar a ese duende? —preguntó Sofía, la más inteligente.
—No se puede —dijo Luis, con voz grave —. El duende es inmortal. Lo único que se puede hacer es escapar de él, si es que te das cuenta de que está cerca. Porque el duende es muy astuto, y le gusta jugar con sus víctimas antes de acabar con ellas. Les hace creer que están a salvo, que todo es una broma, que son sus amigos los que les gastan una broma. Pero cuando menos se lo esperan, el duende aparece y los atrapa.
—¿Y cómo sabes todo eso? —preguntó Ana, incrédula.
—Porque yo lo he visto —dijo Luis, con una sonrisa maliciosa —. Y vosotros también lo vais a ver. Porque yo soy el duende.
En ese momento, Luis se transformó en el duende maldito, y saltó sobre sus amigos, que gritaron de terror. El duende los arañó, los mordió, los golpeó, y se rió de su sufrimiento. Luego, los arrastró hasta la chimenea, y los arrojó al fuego, uno por uno. El duende se deleitó con el olor a carne quemada, y con los lamentos de sus víctimas. Cuando terminó, salió de la cabaña, y se adentró en el bosque, buscando más diversión.
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The Raven
RandomEn las páginas de "Raven", te sumergirás en un mundo donde los escalofríos y lo inexplicable se entrelazan. Cada relato te llevará a explorar los límites de lo sobrenatural, revelando oscuros secretos y despertando temores ocultos en lo más profundo...