No tienes la culpa (Solo por que naciste donde naciste)

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La libertad es un concepto ambiguo aunque no lo parezca.
Jamil nunca fue ajeno a eso porque nació como un sirviente de padres sirvientes en una familia adinerada e importante de su país.

Actualmente miraba para atras y vehia que tal vez podria haber sido amigo de Kalim si sus padres no le hubieran puesto tanta presion en hacerlo ocultar sus habilidades solo para que Kalim ganara…

Kalim…

Con quien creció prácticamente desde que nacieron, siempre uno cerca del otro, vivieron tantos momentos juntos…
Desagradables y otros no tanto.

"Eres mi mejor amigo Jamil… Nunca me traicionarás ¿verdad?"

Ahora se sentía enfermo por haber contestado esa pregunta con tanta… hipocresía.

Desde que el rencor comenzó a brotar en él comenzaba a soñar con clavarle por fin el puñal por la espalda a Kalim, querer verlo retorcerse en el piso.

Querer ganarle por una maldita vez. Ser libre por una vez.

A pesar de todo siguió protegiéndolo.

Pero para el, Kalim era solo un niño rico mimado inocente e ingenuo.

A veces cuando se encontraba con demasiado rencor contra Kalim, se le olvidaba todos los traumas y peligros que el chico había sufrido o ignoraba el hecho de que él tuviera alguna secuela también…

Después de todo, Kalim siempre sonrió… demostraba que estaba bien aunque solo unos segundos antes le hubieran apuñalado o intentado envenenar.

Enserio tenía tantas ganas de vomitar…

"¡Tranquilo Jamil! ¡Pronto serás libre de tener que aguantarme! ¿¡No es eso lo que querías!?"

No se arrepentía de haber dicho lo que dijo durante su overblot y luego… pues por fin podía sacar su verdadera personalidad a flote aunque fuera solo en la escuela.

Kalim lo aceptó. Lo aceptó y le propuso "ser rivales" aunque los dos gravitaran todavía en estar uno cerca del otro por costumbre.

Pasaron más cosas juntos y esta vez de una forma que pudieron estar a la par en apoyarse y/o demostrar quienes eran sin que les reconocieran por el contrario.

Creía que ya todo estaba acabado…

No era así. Porque a fin de cuentas… él tampoco conocía a Kalim del todo.

"Esta bien Jamil… fue mi culpa no darme cuenta de las cosas. Se supone que soy el heredero…" "Lo siento… no sirvo más que para ser un adorno de la familia ¿verdad? Después de todo por eso tengo tantos hermanos…"

Quería golpear a Kalim por haberle ocultado todo.

Quería golpear a los padres de ambos por haberlos orillado a todo esto.

Quería golpearse a sí mismo, por no haber notado antes que el chico necesitaba su ayuda pero para progresar. No para ser insultado o sobreprotegido.

Ninguno tenía la culpa de donde venían…

"El que una víctima de overblot sobreviva es un milagro en sí mismo. Todos aquellos que pasan por ese estado deben ser tratados con urgencia antes de que el blot o el fantasma los terminen matando a ellos o su entorno"

Las arenas de Scarabia ahora estaban más ardientes que antes.
El Oasis Maker, una magia hermosa y fresca para muchos y una magia inutil para otros, ahora estaba en su máximo esplendor… en su forma opuesta.

Sus alumnos ya habían logrado huir y pedir ayuda, pues habían armado un plan luego de su overblot por si él o algún otro alumno se sobre borraban.

Claro que nunca se esperaron que ese alumno fuera Kalim…

Como siempre, demostrando que era el escarabajo resaltante.

El fantasma en forma de Manticora alzándose detrás de Kalim, el cual miraba con indiferencia todo pero a su vez lágrimas de tinta cayendo de sus ojos hacia la lava ocasionada por su magia de luz corrupta.

-Bueno… parece que yo deberé de devolverte el sentido común…-suspiro mientras tomaba su bolígrafo mágico y suspiraba al escuchar voces a lo lejos. Era la ayuda.- Espero que luego de esto tendremos una larga charla Asim… no digas luego que no te lo advertí.

Su viejo yo  estaría más que extasiado mirando a Kalim sufrir.

Su yo viejo, rencoroso y para nada inteligente.

Pero ahora debía centrarse en el presente.

No había tiempo para pensar. Debía actuar ya.

Era hora de que el estratega de las arenas ayudará a su príncipe a romper sus propias cadenas.

Fuimos Ciegos... Y lo sentimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora