"El mundo tal como lo conocemos se está deshaciendo. Las cosas que hoy parecen inimaginables, mañana parecerán inevitables."
El mundo mágico ha cambiado gracias a la guerra, lo que comenzó siendo un "bien mayor" termino por convertirse en el peor fi...
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Las miradas asfixiantes habían regresado de nuevo, con el defecto de que esta vez eran reales. Los guardias no le retiraban la mirada en el trayecto de llevarlo hasta la sala donde recibiría a Grindelwald. Entre más avanzaban más oscuro se tornaba el ambiente, un pestañeo fue suficiente para disociar y que su mente fuera años atrás hasta percibir que recordaba el ministerio británico.
Cientos de flashes de cámaras lo perseguían captando su más mínimo movimiento, entre ellos se observaban las caras de decepción; una humillación por una acción que no la merecía, o al menos así lo creía él. Al lado de el había un hombre de ojos verdes y cabello castaño que le brindaba una mirada de apoyo, la cual correspondió para después mirar al suelo y seguir caminando.
¿Que tuvo que haber hecho para sentirse tan humillado?
Volvió al presente sin olvidar el pasado, algo irónico, ya que en realidad no recordaba mucho.
Las escaleras y los largos pasillos dejaron de aparecer, ahora solo se encontraba un gran vestíbulo de tonalidades oscuras, los cuadros en las paredes altas eran enormes y no dejaban pasar el tema de siempre: guerra.
Nada en este lugar dejaba de evocar dicho tema, incluso el mismo lo hacía y en mayor medida. No consiguió más tiempo para focalizar su mente en el lugar, ya que en un parpadeo se adentraron en una sala más pequeña (a comparación de las demás); una corriente de peligro inminente se adueñó de sus sentidos, aun cuando aún no pasaba nada sentía que moriría en ese momento.
Los guardias lo obligaron a sentarse en el sofá, al hacerlo la cadena en medio de sus esposas desapareció, quedando únicamente dos brazaletes plateados en sus muñecas; no entendía el propósito de estos, puesto que aun sin ellos era imposible su escape; probablemente solo los colocaban por costumbre, hace algunos años era común verlos en reclusos para disminuir su magia, sin embargo, la magia de Dumbledore aparentaba ser inexistente.
Un escalofrío espontáneo se condujo en su cuerpo, posterior a él múltiples espasmos ligeros se presentaron en zonas como sus manos o piernas, obligándolo a moverse para liberarlos en pequeñas cantidades. Estaba nervioso, cosa que se negaba a aceptar.
Una persona con incapacidad del control mental y corporal estaría ahogándose en el nerviosismo, pero él parecía mantenerse al margen mientras liberaba ciertos impulsos corporales que lograba controlar al respirar hondo. Se estaba ahogando en la ansiedad que se intensificaba entre más la negara.
No obstante, en el momento en que las puertas de la sala se abrieron y Grindelwald paso escoltado de una mujer de rasgos aristocráticos, su pared mental flaqueo por un instante, luego levantó la vista para mirarlo a los ojos.
Se embarcaron en un contacto visual, que para sorpresa de Dumbledore no fue intimidante en lo más mínimo.
Asimismo, había algo extraño en ese contacto visual y en lo que transmitía, si se dejaba llevar por el presentimiento de nuevo, se permitiría asegurar que Grindelwald lo quería así, tan solo al observarlo caminar se dio cuenta que el adverso controlaba su lenguaje corporal a la perfección.
