Intrusa

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Al llegar a la escuela, un grupo de estudiantes corrió efusivamente hacia el auto permitiéndole a Nobara distinguir, entre ellos, a Toge, Panda y Maki, a pesar del notorio cambio en su apariencia que ella traía en contraste a cómo la dejó.

—¿Qué te has hecho? —Fue lo primero que Nobara le preguntó, pero antes de que la Zenin pudiera responderle sonrió—. Me encanta.

Maki le despeinó el cabello y, a pesar de no ser afectuosa en público, se lanzó a abrazarla, mientras Panda, más pequeño a como lo recordaba, trepó a su espalda para rodearle el cuello. Toge tocó su hombro, con una curiosa prótesis metálica por brazo, y comenzó a dedicarle unas lindas palabras que eran una repetición constante de «Salmón, atún, salmón», pero cargadas de significado.

En tanto era recibida por sus compañeros de grado superior, un muchacho ojeroso, al que no conocía, se acercó a ellos con cierta duda percibida en sus pasos ralentizados.

—¿Y él? —Nobara preguntó. El resto presentó a Yuuta—. ¿Okkotsu? —El humor de Nobara cambió y ella arrugó la nariz—. ¿Así que tú eres quien impidió nuestro viaje a Kioto esa vez? Prometí que no te perdonaría...

Yuuta sobó su nuca, riendo nerviosamente.

—Eh, ¿y si dejamos la pelea para otro día, Kugisaki? —Yuuji la apartó, adelantándose a esa posibilidad—. ¿Qué tal si preparamos algo para celebrar que has vuelto? ¡Hoy festajaremos todos juntos!

—No te apresures, Itadori —Megumi tiró de su oreja para alejarlo de ella—. Kugisaki necesita descansar.

Yuuji hizo una mueca, emitiendo un prolongado sonido de desilusión.

—Hojuelas de bonito —Toge se lamentó.

—En realidad —Nobara intervino—, una fiesta me vendría bien.

—Kugisaki, no deberías...

Ella batió el dedo índice y se estiró para colocarlo en los labios de Megumi.

—¿Olvidas lo fuerte que es Nobara Kugisaki? —le preguntó y extendió su brazo para arquearlo y formar músculo—. Esta chica ha vuelto y con todo. Iré a dejar mis cosas y regreso. ¡¡No empiecen sin mí!!

Al verla marcharse, Megumi tomó a Yuuji del uniforme y corrió a alcanzar a Nobara, antes de que ella se adelantara a ambos y subiera las escaleras.

—¡Kugisaki, no vayas tan rápido! —Megumi tomó sus maletas del hospital y le dio las que estaba cargando a Yuuji, que de por sí ya tenía las manos ocupadas—. Sé más cuidadosa, te acaban de dar de alta.

Nobara se apresuró en entrar a su recámara y se tumbó en la cama abrazando sus almohadas.

—Como lo dejaste —Yuuji le informó—. Fushiguro se encargó de limpiarla seguido para que no se acumulara el polvo.

Nobara abrió un cajón y encontró su celular. Entonces pensó que tal vez, aunque no quería volver a Tohoku, y la escuela de hechicería se había convertido en su hogar, sería buena idea llamar a su abuela para avisarle que estaba bien. Después de todo, era su familia y no había recibido noticias de su estado desde que dejó la casa.

—Haré una llamada —les dijo—. De ahí, me vestiré y nos veremos para la fiesta.

Yuuji y Megumi dejaron a Nobara y cerraron la puerta para darle privacidad.

—Se le extrañaba —Yuuji dijo a Megumi—. Sabía que volvería.

Megumi arqueó una ceja.

—En el fondo, muy en el fondo, sabía que volvería —Yuuji se corrigió—. No me culpes que también pensaste lo peor.

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