cap 8

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Maratón 1/6

Luego de darnos aquel abrazo, nos acostamos de nuevo en aquel suelo frío, en la oscuridad de la noche.

— ¿Lizzie? — susurré

— ¿mhm? —

— creo que ahora si deberíamos ir a casa...— ella comenzó a reír y yo me levanté del suelo y la ayudé a levantarse.

Nos montamos en mi auto y empecé a conducir hacia mi casa. Al llegar, la ayudé a bajarse del auto y entrar.  Subimos las escaleras y ella a veces me asustaba con sus risas y sus comentarios incoherentes. La llevé hasta una de las habitaciones de huéspedes y la acosté en la cama.

— eres muy bonita...— susurró la actriz, lo cual me hizo sonrojar.

— solo estás borracha Liz...—

— ese tipo no era para mi — dijo y yo estaba parada esperando a escuchar lo que decía — tu eres para mi...—

— tu me echaste —

— no es mi culpa — dijo haciendo cara de niña regañada.

— no es la culpa de nadie...ahora vamos a dormir—

— t/n...—

—¿si?—

— duerme conmigo— susurró y yo iba a negar, pero vi aquellos ojos verdes que me imploraban quedarme y decidí decir que si.

Me acosté a su lado y ella se acurrucó, escondiéndose entre mis brazos. No podía dormir, había sido un cambio muy repentino, un día ella me bota y al otro viene hacia mi como si nada hubiera pasado.

Escuché sus pequeños ronquidos, lo cual me pareció bastante tierno. Cuando verifiqué que estaba bien dormida, salí del cuarto y me fui al mío. Quité mi ropa y me di una ducha de agua caliente.

Salí de la ducha y me puse mi pijama, me acosté y finalmente pude caer en los brazos de morfeo.

//

Al otro día me levanté en la mañana por un grito que venía del cuarto de Liz. Corrí tan rápido que ya ni tenía el control de mis pies y al llegar, ella estaba parada, con su ropa de ayer y se veía asustada.

— ¿que pasó? —

— ¿por qué estoy en esta casa? —

— ¿no recuerdas que pasó ayer?— pregunté y ella negó.— cuando salimos juntas, te emborrachaste y te traje a mi casa...es todo —

— ¿a caso nosotras...—

— no!...no no no....no hicimos nada de eso...—

— ¿dije algo idiota?— preguntó

— n...no...no dijiste nada— dije y ella me miró dudosa.

— Alma...— dijo y aquella mirada me decía : o me dices o te mato, mientras echaba la cabeza a un lado, lo cual me recordaba al personaje de Wanda cuando estaba enojada.

— Elizabeth...—

— ¿que dije?— preguntó

— nada...— ella corrió detrás de mí y yo una vez más estaba corriendo para preservar mi vida.

Empecé a subir sobre los muebles y Elizabeth estaba detrás de mí, subiendose sobre los muebles de igual manera.

— Alma!!—

— Elizabeth deja de perseguirme!!!—

— dime la verdad!!!—

— AHHHHHHHH— grité y Elizabeth se echó a reír, pero no fue tan gracioso cuando el grito fue debido a que intenté saltar y me caí de arriba de uno de mis muebles. Cuando Liz se dio cuenta, fue hacia mi y verificó mi brazo.

— ¿duele mucho?— preguntó Lizzie y yo asentí sintiendo dolor en mi brazo.— ven te llevo al médico...—

— no es necesario Liz —

— Alma...—

— okey ya voy—

Nos pusimos una ropa un poco más decente y nos montamos en mi auto. En el camino al hospital Lizzie se veía muy seria, así que decidí poner algo de música y le puse a cantar a todo pulmón, ella comenzó a reír y se unió a cantar conmigo.

Hasta el final del camino, cantamos y reímos juntas, llegando al hospital, me atendieron y me pusieron un yeso ya que me había roto el brazo.

— ¿que piensas? ¿Me veo guapa con mi yeso?— pregunté y ella rió, su risa era el sonido más bonito que había escuchado en toda mi vida.

— si...te ves muy guapa con ese yeso—

— ¿me lo firmas?— pregunté y ella asintió.

Tomó un marcador de su cartera y empezó a escribir y finalmente firmó.

"Mi pequeño mostrico saltador"
(Firma de Liz)

— ey!...tu fuiste la que me hiciste saltar ! — dije quejándome de su nota.

— yo no recuerdo eso...—

—¿que? Elizabeth me estabas persiguiendo por toda la casa!!!—

— creo que el golpe te hizo daño—

— me di en el brazo no es la cabeza—

— ¿ah si?— me le quedé mirando sin una palabra más que decir.— veo que te dejé sin palabras, suele tener ese efecto sobre la gente — dijo y besó mi frente para luego arrancar el auto e ir a la escuela.

Dulce obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora