Capítulo 57: Que la suerte caiga como lluvia

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Cuanto más luchaban el uno contra el otro, más sentía que sus manos temblaban gradualmente por el cansancio. Xavier apretó los dientes y continuó mirando a Keena.

Keena, por otro lado, no mostró signos de lucha y dijo con voz preocupada.

"Oh, ¿ya estás cansado?"

"Disparates."

La mirada de decepción en sus ojos era odiosa.

'Por qué…'

Mordiéndose los labios, apretó su espada con más fuerza.

Ella era una mujer extraña. No, ella era un monstruo.

A pesar de que habían estado compitiendo durante mucho tiempo, Keena no estaba sin aliento. La forma en que balanceaba su espada tan suavemente, era como si no quisiera tomarlo en serio.

No puedo creerlo.

Su habilidad estaba en el manejo de la espada. Incluso Levion, que era un Caballero Imperial, no podía lidiar fácilmente con él.

No podía creer que esta mujer, que había aparecido de la nada, fuera capaz de luchar contra él como si estuviera jugando.

"¿Quieres que lea tu fortuna?"

"No hagas nada innecesario, solo concéntrate".

Sabía que ella era un mal presagio, de principio a fin.

Keena dio un paso atrás. Sin perder su oportunidad, Xavier se apresuró hacia adelante. Keena sonrió desagradablemente, sin signos de pánico.

"Los mejores nadadores se ahogan".

"¿Qué?"

Xavier miró con recelo sus escandalosas palabras. En ese momento, la boca de Keena se levantó suavemente.

"Después de ser tan arrogante".

Podía ver cómo su espada se resquebrajaba lentamente con un gemido bajo cada vez que chocaban.

'¿Por qué de la nada?'

Contuvo la respiración mientras lo miraba, pero ahora no era el momento de dudar. Había que ganar el partido antes de que la espada se rompiera por completo.

Sin embargo, la espada no pudo resistir el siguiente golpe y se partió en dos con una fuerte reverberación.

El sonido de la rotura le atravesó los oídos.

No puedo creerlo.

¿Cómo pueden romperse dos espadas en un día?

Xavier estaba aturdido, mirando la espada rota. En su mano estaba el mango con solo la mitad de la hoja. Ni siquiera tenía la fuerza para agarrarlo más, y dejó caer la espada que sostenía.

no volveré con la familia que me abandono Donde viven las historias. Descúbrelo ahora