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ㅤㅤㅤㅤLa tensión marco el ambiente, tardo un buen par de minutos en relajarse aunque sea un poco: fue cuando los llantos de Asclepio cesaron que pude calmar mi ansiedad. Aparte a Apolo de aquella mujer de melena oscura como la más espantosa sombra, que se enmaraña como los hilos de una araña. Hades se la llevó a un rincón de la gran habitación para calmarla pues por su actitud supuse que igual estaba sufriendo un ataque de pánico, yo también lleve a Apolo a sentarse en una de las polvorientas sillas para tratar su herida, estaba cargando a Asclepio mientras buscaba limpiar su herida con una parte de mi vestido.

Podía ver su rostro aturdido, parecía desorientado incluso minutos después del golpe, su psique era una lágrima a merced de las corrientes. Acaricie su mejilla, su respiración tibia estaba ligeramente acelerada, nunca lo había visto de esta forma antes. Desvié la mirada hasta donde yacía Hades con esa muchacha tan conflictiva, mi corazón no podía perdonar sus acciones, estoy segura que tuvo sus razones, pero para mí no es suficiente.

Deje que Apolo cargara a Asclepio en sus brazos mientras yo buscaba algo en el suelo, una pieza de cerámica rota de algún antiguo jarrón, cuando lo tome lo presione contra mi pálida piel: la sangre brotó como un néctar dorado, aunque cada día luce más apagado. Sabía que de alguna forma el icor ayudaría a remendar el dolor como un analgésico así que se lo di a beber incluso si se nego en un inicio, muchas veces he dado a ninfas ungüentos con mi sangre para ayudarlas.

— ¿Puedes respirar bien? No fue un golpe tan fuerte, tu cuerpo es resistente así que solo debió ser un daño superficial.

— No es el golpe lo que afecta... Yo-

Su voz se quebró por un momento, el reluciente Apolo que siempre se mostraba espléndido y estusiasta, ahora estaba ante mis ojos al borde de las lágrimas. Coronis, la mujer que amo alguna vez y que ahora era solo un mito del que los futuros poetas cantarán, esa amable mujer causo la rabia explosiva de su criada a Apolo, y a su vez la culpa y el shock del mismo.

— No sé que haya sido realmente la princesa a ojos de esa mujer, pero no está en paz... — susurré —, lo sentí cuando toque el suelo húmedo, una carga pesada no solo de muerte.

— La castigue por quemar uno de mis templos, también presencio el descenso de Coronis con impotencia — dijo —, merecía ese golpe.

— Apolo...

— Si no hubiera actuado así tal vez ella no estaría enfadada, pero lo hecho no se puede cambiar.

A veces se le olvida que Apolo es uno de los dioses que más entienden a los hombres, y a su vez, uno que más llega a actuar como uno. Podía sentir alegría, tristeza y más, podía ser vanidoso y engreído o tan manso y vulnerable como quisiera. A mis ojos, la humanidad de Apolo era todo lo que lo hacía perfecto, lo que lo hacía un verdadero dios, incluso si varios dioses susurran a sus espaldas molestos por su forma de actuar, incluso si se gano su puesto a sangre y sudor, su manera de actuar les recordaba a un humano.

Los errores que cometió fueron causados por algo, lo mismo pasaba con la muchacha que lo golpeo. Todas las personas que había conocido hasta ahora guardaban algo en sus corazones que los hacía actuar... Odio, venganza, amor, culpa; cada uno de esos sentimientos era una gota en el océano.

Me ergi para consolarlo, apoyando mi frente contra la suya mientras el suave roce de Asclepio intentaba consolar a su padre.

«¡Papá!» hablaba débilmente, deje una lágrima caer sobre la mano de Apolo que acariciaba el fruto de su relación con Coronis.

— Le debes una disculpa, ella también te debe una.

Murmuré, nos miramos mutuamente pues sabíamos que era cierto. No quería que el odio siguiera floreciendo contra mi compañero inseparable, no viviría en paz, y Apolo no estaría en paz sabiendo que la pobre muchacha sufre por acciones de su responsabilidad. Incluso si le cuesta en el pecho disculparse, pues ante sus ojos sus acciones fueron justificadas, era orgulloso, no iba a ser del todo fácil.

GOLDEN EYES. apoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora