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«Me tienes tan decepcionada, Zhan, escapandote para ir a una fiesta, luciendo seguramente como una puta

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«Me tienes tan decepcionada, Zhan, escapandote para ir a una fiesta, luciendo seguramente como una puta. Eres una completa decepción.»

Las palabras de su madre dolían tanto, lo hacían verse al espejo con disgusto y rechazo.

¿Realmente estaba luciendo ahora como una puta? Mostrando demasiada piel, marcando su delgada y pequeña figura, mostrándose así ante todos, casi quiso vomitar al verse.

Y todo parecía empeorar una vez salió del baño, decidiendo simplemente olvidar todas sus preocupaciones entre más y más alcohol, preocupando a sus amigos a quienes no les dio una respuesta y simplemente se apartó de ellos, casi gritándoles con que le dejasen en paz cuando le pidieron que parase, arrepintiéndose rápidamente de su reacción y huyendo más lejos.

Esos amigos tuyos son tan mala influencia, mira en lo que te convirtieron. Desobedeciendo a tu madre.

No, ellos no tenían la culpa de nada, ellos le ayudaron a vivir.

Nunca lo criticaron por vestirse con ropa suave, jamás lo juzgaron por su forma de ser, no lo obligaron a hacer algo si no quería, ni siquiera le obligaron a venir a esta fiesta y vestirse de esta forma, él lo hizo porque quería.

Ellos lo apoyaban en todo y le daban la fuerza que necesitaba para comenzar a vivir su vida.

Estaba tan frustrado, tan lleno de emociones y con el alcohol nublando cada parte de su conciencia que no notó cuando las cosas comenzaron a empeorar cada vez más.

Estaba tan perdido en los problemas que rodeaban su cabeza que no notó aquel alfa borracho acercarse hasta que fue demasiado tarde y estuvo acorralado contra la pared, las grandes manos apresando sus muñecas y agarrandolas con fuerza, probablemente dejando una horrible marca luego.

Estaba asustado, alterado, removiéndose para poder soltarse del firme agarre, ¿dónde estaban los demás? ¿Qué tanto se había alejado del grupo?

Si gritara, ¿ellos podrían escucharlo? ¿Alguien vendría a ayudarlo?

Aquel alfa estaba susurrándole palabras asquerosas mientras se atrevía a tocar su espalda, adentrando su mano por debajo de su camisa, sus dedos rozando su piel y, por más que Zhan intentase, no podía alejarlo.

Odiaba ser un omega y sentirse tan débil.

Odiaba que aquel alfa estuviese usando su voz de mando para mantenerlo quieto mientras sus manos tocaban sus piernas.

Odiaba cómo estaba vestido por como aquel chico le decía lo provocativo que se veía, como estaba rogando por esto, por ser tocado por algún alfa, pero Xiao Zhan no quería esto, no quería que nadie lo mirase, solamente quería sentirse bonito, no había nada más.

¿Es qué acaso las personas no podían entender esto?

Estaba siendo tocado por manos que lo hacían sentir sucio, temblando bajo el cuerpo de este tipo quien parecía solo excitarse más al verlo.

Necesitaba ayuda, necesitaba a Yibo, necesitaba a su alfa.

Alfa, ayúdame. Llamó su omega, sorprendiéndolo.

¿Wang Yibo era un alfa?

Oh, Dios, era tan estúpido como para no darse cuenta, creando su propio criterio por como el chico vestía, siendo igual que su madre al juzgarlo por sus prendas.

Pero este no era el momento para pensar sobre ello, tenía que quitarse a este chico de encima.

Por suerte, su llamado fue escuchado y todo pasó tan rápidamente que se sintió como un parpadeo. De pronto vio al alfa caer al suelo ante el golpe del castaño, escuchó maldiciones y murmullos, rodeado por un grupo de gente.

Se encontró con aquellos ojos que lo miraban con preocupación, abrazándolo con cuidado, con cariño, permitiendo que se desmorone por completo, estallando en llanto.

Salió de aquella casa con Yibo, subiéndose a su espalda cuando este le ofreció cargarlo, aferrándose a su cuello mientras sollozaba.

El joven alfa se encaminó hacia su hogar, tenía suerte de que viviese cerca y sus padres estuviesen ahora durmiendo.

Cuando abrió la puerta y notó que todo estaba apagado suspiró de alivio, no estaba para explicar la situación sobre porqué traía a un omega llorando en su espalda cuando lo más importante ahora era cuidar de Zhan y calmarlo.

La principal idea del castaño había sido llevar al mayor a su hogar, ya que quizás se sentiría más cómodo estando allí aún si su lobo estaba en contra de esto y sólo quería envolver al omega, bañarlo con su propia calidez, plasmar su olor en él para que nunca nadie se atreviese a tocarlo de esa forma otra vez.

El pelinegro negó desesperado por la idea de volver a casa, no quería encontrarse con su madre, no quería ver la mirada llena de asco y decepción que esta le daría y como le diría que tenía razón porque en este momento se sentía un gran asco y estaba tan decepcionado consigo mismo, toda la confianza que alguna vez tuvo y se esforzó por mantener, ahora desaparecía tan rápidamente.

Caminaron hasta el cuarto del menor, mejor dicho, Yibo caminaba mientras cargaba al omega en su espalda.

Al estar dentro, dejó con cuidado al pelinegro en la cama, acostándose a su lado para acercarlo a su pecho. El mayor aferrándose rápidamente, escondiendo su rostro y buscando desesperadamente el contacto de Yibo, esperando olvidar esas asquerosas manos que lo tocaron antes.

—Tranquilo, ZhanGe, ahora estás a salvo— susurraba en su oído mientras lo envolvía entre sus brazos, ofreciéndole una sonrisa dulce y llena de cariño junto a una caricia cálida en su mejilla cuando posó su mano, trazando sus pómulos con la yema de su pulgar, creando pequeños dibujos imaginarios.

Los ojos de Zhan se llenaron de lágrimas nuevamente mientras se fundía en esta calidez, ocultando su rostro en la palma del alfa.

Yibo siempre era tan dulce con él, cuidándolo en cada momento, proporcionándole su olor a tierra húmeda para que pudiese relajarse mientras lo acunaba y tarareaba una suave melodía, besando suavemente sus mejillas, bañándolo de tanto amor que sentía que su corazón explotaría en cualquier momento.

—Te amo, Zhannie— susurró con dulzura, con tanta sinceridad que no podía evitar sollozar ante ello, ¿cómo esta hermosa persona podía amarlo tanto?

—¿P-por qué? Soy tan patético— su voz era débil y rota al hablar— Soy horrible.

—Eso no es cierto, eres la persona más hermosa que he conocido y no hay nada en este mundo que me haga cambiar de opinión— la sinceridad en su voz lo hacía preguntarse si realmente merecía ser amado por este alfa. Yibo era hermoso, perfecto y él solo era un patético y feo omega— No pienses tanto y descansa, GeGe— besó por ultima vez su frente y el pelinegro se relajó entre los brazos que lo acunaban, escuchando la suave voz del menor tararear una dulce melodía, cayendo dormido rápidamente debido a lo agotado que estaba por el alcohol y el llanto.

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𝐏𝐚𝐬𝐭𝐞𝐥 𝐁𝐨𝐲|| 𝚈𝚒𝚉𝚑𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora