Yendo a la Tierra

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Aquella pequeña alienígena se encontraba caminando por los pasillos de la nave, dirigiéndose a una habitación específica. Era una alienígena de piel azul, cabello rosa y baja estatura, llevaba ya años trabajando para aquel emperador dueño de esa nave y de muchos otros planetas. O más bien trabajaba en él.

Una vez que llegó a aquella habitación, introdujo un código el cual hizo que las puertas de la habitación se abrieran automáticamente. En ella no había casi nada, simplemente un gran asiento y una especie de escritorio adaptados al gusto del caprichoso emperador. Caminó hasta estar cerca de aquel gran asiento y voló hasta la altura del emperador que se encontraba sentado en su cómodo y personalizado asiento de un gran tamaño a diferencia de él mismo.

—Señor Freezer, ¿Ya tiene alguna idea de que hacer para lograr su objetivo? —Dijo aquella pequeña alienígena, con la mirada calmada y sonrisa de complicidad. El emperador le devolvió la sonrisa.

—Mi querida Berryblue... Ya tengo algo pensado. —Respondió él, compartiendo su sonrisa.

—¿Y sería tan amable de contarme que es lo que tiene en la mente, señor? —Dijo ella. Berryblue conoce a Freezer toda su vida, sabía que podía tutearlo en una situación de confianza y él no se enojaría. Aunque cuando no era la ocasión, se refería a él como "usted".

Ante eso, Freezer soltó su clásico y corto carcajeo.

—Me veo en la obligación de ir a visitar a mi mayor enemigo a la tierra. Para mi desgracia, los idiotas de Goku y Vegeta son los únicos sujetos aparte de Bills que fueron entrenados por Whis. Por lo que solo a ellos le podría pedir información de cómo podría también ser entrenado por Whis. O bueno, solo a Goku... Porque estoy seguro que Vegeta se negaría por completo a darme información. —Dijo el emperador.

—Entiendo... Pero... ¿Está seguro que no lo atacarán al momento de aterrizar en el planeta tierra?—-Cuestionó ella.

—Iré en son de paz... No tengo ninguna intención de atentar contra la tierra o los terricolas. —Explicó él, cerrando los ojos y con una expresión digna en la cara.

—Pero señor... La última vez que según usted había ido en son de paz, terminó recibiendo una paliza del joven Broly. —Dijo ella con una sonrisa, cuestionando al emperador. Al cual se le borró la sonrisa al instante, aunque después de unos segundos volvió.

—En esa ocasión sí tuve intenciones de atentar contra ellos, esta vez no. —Respondió con una sonrisa. Ella le devolvió la sonrisa.

—Muy bien señor, entonces programaremos la nave con el destino a la tierra. —Dijo ella y Freezer sonrió.

Luego de unas horas, finalmente llegaron a la tierra y la nave pronto aterrizó en una zona desierta. Freezer sabía que apenas llegara tanto Goku como los demás guerreros Z sabrían que había llegado, y estaba seguro que al saberlo se pondrían a la defensiva. Aunque no tenía ni idea de dónde podrían estar ni Goku ni Vegeta, decidió ir personalmente a buscarlos y a obtener la información que deseaba. Su intención realmente era encontrar a Goku, porque sabía que sería más fácil de convencer que el gruñón de Vegeta. La única forma que podría haber tenido antes para encontrarlo sería usar el rastreador, esos pequeños aparatos que alguna vez le brindó a los saiyajin, esos simios asquerosos que intentaron traicionarlo. Así es como los recordaba, y ahora iba buscando a uno de esos monos, pero ese era especial, porque era el saiyajin que más odiaba en toda su vida. El saiyajin que alguna vez lo bajó de su nube de autoestima, que le enseñó que habían otros seres más poderosos y capaces que él. El tipo que lo obligó a entrenar por primera vez en su vida, el mismo tipo que lo humilló de diferentes formas e hizo que se viera obligado a entrenar para poder siquiera estar a su nivel. Lo odiaba demasiado, y ahora se veía en la obligación de ir a pedirle ayuda para lograr ser entrenado por el mejor maestro del universo. Lo odiaba más aún.

butterfly effect || Cellzer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora