Capítulo 4

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Me quedé de pie junto a mi ventana observando como el mustang de Camila se perdía por las calles por las que habíamos venido. No supe en qué giro de eventos una noche de estudios se convirtió en una de fiesta y luego en una madrugada rematada por un beso perfecto. Le agradecí en silencio a Mani por llevarme a la casa de las porristas pues de otro modo nada de eso hubiera pasado, pero no le admitiría mi gratitud cuando le contara qué había pasado. Tenía unas horas más para reservar el recuerdo para mi.

El fantasma de sus labios continuaba sobre los míos, trayendo consigo notas de su perfume y la sensación de sus manos quemando mi cintura con su toque. Estaba segura de que entonces Camila me llamaría o me buscaría y me dormí satisfecha conmigo misma. Sin saber que al día siguiente me levantaría con dolor de cabeza por la resaca y un muy mal presentimiento que me revolvia el estomago.

Me senté a través de mis pocas clases electivas, pues era domingo, muy consciente de que a raíz de la noche anterior varias chicas me saludaban y me dirigían sonrisas. No lograba rescatar el nombre de ninguna de ellas, sólo la vaga certeza de que las había visto en algún momento de la fiesta. ¿Así era el diario vivir de Normani? Era agradable pero no sabía si era para mí; la única chica que me interesaba que me hablara no me la crucé en todo el día hasta bien entrada la tarde.

Estaba corriendo unas vueltas en la pista de atletismo con el sol comenzando a despedirse cuando me percate de su presencia en las gradas, o, más bien, debajo de ellas. Podría distinguir su silueta enfundada en jean en cualquier parte pero había alguien desconocido junto a ella. Una chica rubia que no había visto nunca antes y que parecía bastante cómoda colgada del cuello de Camila.

No tenía ganas de ver más allá, y lo peor era que no tenía ningún derecho a reclamarle.

***

Después de la escena que presencié a medias bajo las gradas pasaron una, dos, tres y cuatro semanas sin que Camila se dignara a dirigirme la palabra. Semanas que para mi suerte fueron lo suficientemente ocupadas como para mantener ese asunto fuera de mi mente cuando estaba en parciales, presentaciones, prácticas y la final de la liga de softball de esa temporada; la cual ganamos. Pero en la fiesta de celebración no la encontré siquiera.

No tenía idea de que había hecho mal, según yo, no besaba mal y no dije nada que me pusiera en ridículo en esa corta despedida después del beso. Mani decía que no tenía por qué darle tantas vueltas al asunto pues, al fin y al cabo, Camila y yo no habíamos hablado nunca, no estábamos juntas y ella no me había invitado a una cita real. Solo me había besado detrás de un edificio a horas de la madrugada, eso no la hacía responsable de mis sentimientos; pero eso no quería decir que no me doliera. Y me parecía que era simple cortesía al menos saludar a la gente.

Le estaba concediendo el beneficio de la duda pues yo tampoco me estaba esforzando en hablarle a ella. O bueno, si lo estaba haciendo pero no lograba concretarlo. La veía en la biblioteca revisando con mucha atención la sección de literatura universal, arrugando la nariz cuando leía alguna contraportada que no era de su agrado y abrazando contra su pecho los que encontraba interesantes, después se sentaba sola con sus audífonos a leer y yo no tuve el valor de acercarme a decirle nada. En anatomía tampoco era capaz de hablarle porque yo tenía que mantener mis calificaciones perfectas y, de nuevo, no lograba juntar unas pocas palabras para poder dirigirle sin recordar a la rubia. Ni a los rumores sobre la misma Camila que empecé a escuchar con más claridad después de ese fiasco pero que me negaba a creer.

Esa particular mañana me encontraba organizando mi habitación, haciendo mis maletas para volver a casa por las vacaciones sin muchos ánimos pues el tiempo libre significaba más lugar para mis ridículos pensamientos. Lo único que tal vez me inspiraba un poco de emoción era presumir mi promedio perfecto con mis padres y ver a mi perro, no había razones para amargarme mi merecido descanso ¿verdad? Me ocuparía repasando el material para el siguiente semestre y entrenando para las pruebas de inicio de temporada del equipo, no iba a estar tan desgraciada después de todo.

-¿Qué haces, Lo?- la voz de Mani me sobresalto cuando entro en mi cuarto sin preguntar.

-Empacando- dije, señalando la obviedad.

Normani se sentó muy recta y muy seria en la silla de mi escritorio, como si fuera una mujer de negocios. La sonrisa que se veía solo en sus ojos me confirmó que se traía algo entre manos, parecía que solo venía a verme cuando le apetecía ponerme de los nervios con sus planes de último minuto.

-Que bueno que estés empacando, justo te traigo una propuesta que requiere equipaje- mi mejor amiga enarcó las cejas pidiéndome permiso para continuar y yo asenti, intrigada -Como felicitación por mis excelentes notas, mis padres me regalaran un viaje a Grecia.

Ojala a mi me regalaran eso, si mucho me harán un arroz con pollo en celebración, pensé. Y sin tener nada contra el maravilloso arroz con pollo.

-Enhora buena, Mani- contesté, con genuino entusiasmo por ella (y por mi arroz con pollo), cerrando una de mis maletas -¿Cuando te vas?

-De hecho- comenzó tras una pausa dramática, y quitando la expresión seria -nos vamos mañana mismo.

Tarde un momento en procesar a que se refería, ¿Me estaba invitando? ¿Me iba a regalar un viaje tan costoso? Su sonrisa autosuficiente me lo confirmó.

-No puedo aceptarlo, Mani, es mucho dinero y yo

-No, no, cállate- descarto mi argumento con un movimiento de su mano -no pienso viajar sola y tu lo necesitas mas que yo.

Lo consideré, pero seguía siendo un regalo enorme que no tendría como compensarle. Aunque por otro lado siempre había querido ir a Grecia y la simple posibilidad que se abría ante mí hacía que el soundtrack de Mamma Mia empezará a sonar en mi cabeza.

-Se te nota en la cara que quieres venir, por favor, Lo- insistió, y al ver que no obtenía respuesta continuó -que me acompañes a todas las fiestas será pago suficiente ¿si? Porfi.

Mi mejor amiga junto sus manos en señal de súplica y no hubo caso a negarme más.

-Si tus padres enserio estan bien con eso iré- accedi con media sonrisa.

Mani se levantó de su lugar y me abrazó, saltando emocionada. Yo también me permití sentirme feliz por el cambio de planes para las vacaciones.

-Va a ser el mejor viaje del mundo- me aseguró ella, como si de por sí ya no pensara que lo iba a ser.

***

Al día siguiente un enorme taxi se estaciono frente a mi dormitorio y Mani me ayudó a bajar y acomodar mis maletas junto a las suyas. Mis padres no habían puesto ninguna objeción al viaje después de que la madre de mi amiga los llamara a jurarles que no había ningún problema y que iríamos con la más alta seguridad. Normani también hablo con ellos confirmando que estaría pendiente de mí, con su cara de ponqué y promesas de niña buena no le costó nada convencerlos, mis papás la querian mas a ella que a mi seguramente.

De camino al aeropuerto comencé a imaginarme lo que las próximas semanas de vida serían; yo pensaba en hermosos paisajes, visitas a museos y a restaurantes. Mientras que Mani me sacaba de mis fantasías para hablarme de las fiestas a las que iríamos y a las chicas que conoceriamos. Insistía particularmente en que era la oportunidad perfecta para que yo me olvidara de Camila y tuviera un romance de verano.

Había un cero porciento de probabilidad de que yo, Lauren Penosa Jauregui, tuviera un dichoso romance de verano con alguien que no conocía en un país extranjero. Pero una podía soñar. Y si, Camila no era la única mujer en el mundo así que me prometí estar abierta a la posibilidad a pesar de que a Normani se lo negué hasta el cansancio fingiendo soportar sus bromas aunque al final termine riéndome con ella.

Si, iban a ser unas buenas vacaciones.

N/A

Nos fuimos pa Greciaaa (en la fic, en la vida real no hay plata y no hay Normani que me invite)

Overseas (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora