MALTRATADO (Libro I)

CAPITULO 4

TAEHYUNG

Hace demasiado frío para abril. ¿Por qué siempre tiene que llover? Me quedo fuera, en la acera, mientras la gente se apresura a salir de la lluvia, sin llevar nada más que una sudadera con capucha que me cubre la cabeza. No puedo volver allí. Esta noche no.

Me duele la cara. Me duelen los brazos donde me agarró. Me duele mucho el costado, estoy seguro de que ese imbécil me rompió una costilla cuando me dio un puñetazo y me empujó como si no significara nada. No voy a volver. No lo haré. ¿Pero a dónde diablos voy a ir?

No tengo nada. No tengo a nadie. No es que esto sea realmente diferente de toda mi miserable existencia. Y en el fondo, sé que probablemente volveré con Dongwook porque tiene razón. No soy nadie y no tengo nada. He hecho de niño mantenido durante cuatro años para mi novio cuarentón, si es que realmente vamos a llamarlo así.

La verdad es que es un tipo que conocí cuando estaba perdido y sin rumbo. Un hombre adinerado que me dio un lugar cálido y agradable para quedarme y una tarjeta de crédito para comprarme algo bonito cuando lo quisiera. Y todo lo que tenía que hacer a cambio era chuparle la polla cuando lo exigía y aguantar sus rabietas cada vez que quería descargar sus frustraciones.

No es gran cosa, ¿verdad? Pasé de dormir en el sofá de un amigo a otro, de ser una barista de veintiún años en una cafetería sin título, a llevar esmóquines de diseño en fiestas elegantes y vivir en un penthouse de lujo. Me dije a mí mismo que podía soportarlo. Que valía la pena.

Pero estoy tan jodidamente agotado con sólo veinticinco años, que apenas pude arrastrarme en las diez manzanas que separan la zona de la plaza en la que vivimos a esta zona mucho menos refinada. Donde hay insectos y baches. Donde la gente toca instrumentos bajo los toldos de los negocios, tratando de mantenerse secos y ganar dinero al mismo tiempo.

Miro a través del escaparate del gimnasio situado frente a una de mis cafeterías favoritas y leo un folleto pegado al cristal. Buscan a alguien para trabajar a tiempo parcial. No te quieren a ti. Intento alejar ese pensamiento mientras leo los detalles del trabajo. Básicamente, necesitan a alguien que haga el trabajo de las perras. Lavar toallas y limpiar el equipo. Ocasionalmente contestar el teléfono y mantener las solicitudes de su sitio web. Yo podría hacer eso.

Mis ojos se dirigen a otro folleto, uno que habla de un grupo de apoyo los martes y jueves por la noche y de clases de defensa personal. Todo mi cuerpo se estremece al pensar en sentarme y detallar los últimos años de mi vida a unos completos desconocidos. No. Gracias.

¿Pero un trabajo? ¿Tal vez una oportunidad para liberarme de Dongwook? Antes de que pueda disuadirme, abro la puerta y entro y salgo de la lluvia, sin quitarme la capucha, sino intentando bajarla más. Mierda, soy un desastre. ¿En qué demonios estaba pensando?

Antes de que pueda huir y escabullirme, un hombre se acerca a mí con precaución desde detrás de algunos aparatos del gimnasio. Va vestido como si estuviera preparado para hacer ejercicio, con una camiseta blanca cortada que se ciñe a cada uno de sus ondulantes músculos, sin ocultar los brazos cubiertos de mangas con tatuajes. Su ajustado chándal negro se ciñe a sus muslos y a un impresionante bulto entre las piernas que debería ser ilegal tener a la vista.

¿Y qué demonios estoy haciendo? ¿Cuál es mi  nombre? Creo que lo he olvidado por completo. No me hagas hablar del hecho de que no sólo el tipo está muy bien construido, pero su cara, su maldita cara es la perfección, hermosos ojos con una expresión oscura y misteriosa en un rostro demasiado guapo.

Dios. Dios. Concéntrate, Taehyung. Ese es tu nombre. Es Taehyung, y estás mirando fijamente.

—¿Puedo ayudarte? ¿Estás bien?