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EL GOTEO DEL AGUA ES LO ÚNICO que se oye en toda la habitación de mala muerte, dónde se encuentra una joven de dieciocho años recostada en la cama con sábanas un tanto viejas y sucias dejando en evidencia que poco les importa la higiene a los dueñ...

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EL GOTEO DEL AGUA ES LO ÚNICO que se oye en toda la habitación de mala muerte, dónde se encuentra una joven de dieciocho años recostada en la cama con sábanas un tanto viejas y sucias dejando en evidencia que poco les importa la higiene a los dueños y empleados en este hotel.

Después de todo, ella no quería estar aquí, ahora mismo estaría en su comoda habitación sentada en su escritorio hablando con sus amigas o haciendo las tareas de su escuela, pero se encuentra en este horrible lugar acompañando a sus hermanos mayores y las novias de estos mismos, las cuales no son de su agrado aveces pero puede convivir con ellas por un par de horas, pero ellas son todo lo contrario, por alguna razón que la joven desconoce no les agrada mucho a la rubia y la morocha.

— Maldita ventana.— Susurra la joven, viendo lo vieja y ruidosa que es cuando el viento choca contra su habitación.

Esta más que segura que aquellas mujeres persuadieron a sus dos hermanos para que le den la peor habitación de todas y los idiotas que tiene por hermanos no lo dudaron ni un segundo, nunca se negaban a las peticiones de sus parejas. Culparía a su madre de todo esto, pero ella no sabía que la iban a tratar así de mal, ya que aquellas mujeres se comportaban bien en frente de su madre.

— ¡Oye, pequeña asesina voy a entrar!—Exclama Eric detrás de la puerta.

La joven se ríe del tonto apodo que le encantaba usar su hermano, su mal carácter le daba ese título pero muy pocas veces se enfadaba. Eric entra a la habitación y le sonríe a boca serrada.

— ¿Estás segura de querer venir con nosotros? Si no te sientes cómoda puedes decirme y yo mismo te llevo a casa.— El mayor se sienta en la esquina de la cama y posa su mano en la pierna de su hermana.

— Si, quiero pasar el mayor tiempo con ambos antes de que se vayan a la maldita guerra.— Suspira triste bajando la cabeza mirando sus dedos con anillos en ellos.

Eric tuerce la boca al oír a su hermana así, no estuvo el mayor tiempo con ella y se perdió verla crecer al haberse ido por primera vez a la guerra, pero quería honrar a su padre y no decepcionarlo, aunque estuviese muerto. Se siente como la mierda dejarla sola, pero tenía un deber por cumplir y era servirle a su país en la guerra, se le notaba muy seguro.

— Se que no te gusta todo esto, pero es nuestro deber y lo sabes. Siento mucho no haber estado contigo y verte crecer, pero quiero hacerlo y tienes que entender eso. Sam, debes-

— No, no quiero que mueran como lo hizo papá, no quiero perderlos y vivir con la culpa junto a mamá, no quiero que la casa esté en completo silencio y oír a mamá llorar como cuando sucedió lo de papá.— Niega Sam empezando a sentirse mal, se volvía muy débil al hablar sobre la guerra y su padre.

— Samantha no seas egoísta, si tú estuvieras en mi lugar lo harías, lo harías por papá.

— No.— Niega la joven sonriendo con amargura, dejando caer las lágrimas contenidas desde que se había enterado lo que harían sus hermanos.— ¡Yo honraría a papá estando con vida, siendo feliz y cuidando de mamá! ¡Y me importa una mierda si soy egoísta por no querer que mueran y que mamá vuelva a caer en depresión!

Eric aleja la mano de la pierna de su hermana y se pone en pie, mirandola fijamente, sus ojos rojos y las marcas de las lágrimas en su mejilla lo hace sentir culpable como si le estuviera clavando un cuchillo en su estómago. No quería discutir y no hablar más, pero ella misma lo estaba logrando.

— Sammy, por favor cálmate y hablemos bien ¿Si?— Eric suspira y habla con suavidad sin querer empeorar las cosas.— Lo siento si no quieres esto, pero debemos hacerlo y te guste o no, lo tendrás que aceptar. No está en tu decisión y no es tu vida.

Sam aprieta los labios entre si, intentando parar sus sollozos y aceptar que volverá a perder está vez no solo a uno de sus hermanos, sino que a los dos, estarán lejos de ella y mamá, no tendrán sus noches de terror, sus sábados en la tarde de postres caseros hechos por ella misma y los domingos en la noche comer pizza mientras conversan tranquilamente sobre su día o vida. Después de todo ella era solo la hermana pequeña, una niña de dieciocho años que no entiende de la vida y cree que todos están en su contra.

— Está bien, hazlo.—Se rinde, limpiando el rastro de lágrimas en su rostro.

Eric asiente entendiendo lo difícil que es para ella ver partir a sus dos únicas figuras masculinas presentes luego de la muerte de su padre, aunque sea más apegada a Dean, quien si estuvo siempre para ella y ser esa figura paterna que había perdido tan pronto como lo había tenido.

— En unos minutos retomaremos camino, guarda lo que hayas sacado de las maletas.— Sam asiente y se mantiene en su lugar.— Recuerda que te amo y que nunca te dejare, siempre voy a estar aquí junto a papá y Dean.— Señala su corazón y sonríe a medias.

— Lo sé, yo también los amo a los dos.— Sonríe con el rostro un tanto duro por las lagrimas secas en su mejilla que no había podido limpiar.

Eric desaparece por la puerta, dejando la habitación en silencio como se encontraba anteriormente y Sam se contiene para no volver a llorar, no quería que alguna de aquellas mujeres quienes son de lo peor, la vean en sue estado más débil y poder hacer lo que quieran con ella. Cuántos pensamientos retorcidos tenía Sam cuando las veía molestarla. Sabía muy bien que desearle la muerte a aquellas mujeres no era bueno, pero las acciones de ambas hacia ella le nublaban la vista y veía rojo cada vez que pensaba.

¿Por qué tenía que ser tan sensible? Eso era lo que siempre se preguntaba Sam, sabía con exactitud que no podía controlar bien sus emociones y por esa razón en los momentos más serios terminaba inexpresiva y era un tanto insensible. No quería ser así, pero no podía controlarlo, se le había salido de las manos.

— Sammy, ¿Está todo listo?— Pregunta Dean desde afuera.

— Si, en un momento voy.— Responde la joven aún en la cama, tratando de calmarse o tendría un ataque de ansiedad gracias a lo sucedido.

Si, era su maldita culpa haber peleado con su hermano mayor, pero no podía mantener la boca cerrada un momento más, tenía que decirlo o lo soltaría de otra manera y no iba a ser muy bonito que digamos. Después de todo, ella simplemente es una adolescente de dieciocho años que no sabe nada de la vida y vivió momentos no aptos para niños pequeños, tubo que dejar sus juegos atrás y ser el soporte emocional de su madre, ayudarla en todo lo que podía y llorar con ella cuando recordaban a papá, ese era el momento más triste para la pequeña Sam del pasado, aceptar que su padre no volvería, no entraría por la puerta principal de la casa y ser abrazado por su pequeña hija, jugar con ella a la hora del té. Ya nunca lo tendría presente.

𝗗𝗔𝗗𝗗𝗬 𝗜𝗦𝗦𝗨𝗘𝗦╰ ᵀʰᵒᵐᵃˢ ᴴᵉʷⁱᵗᵗDonde viven las historias. Descúbrelo ahora