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HABÍAN RETOMADO EL VIAJE EN carretera y el sol de Texas era tan molesto para Sam, quien por petición y manipulación de Chrissie y Bailey la pusieron en el lugar donde más sol llega y no era para nada lindo, le picaba la piel y sudaba como si hubie...

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HABÍAN RETOMADO EL VIAJE EN carretera y el sol de Texas era tan molesto para Sam, quien por petición y manipulación de Chrissie y Bailey la pusieron en el lugar donde más sol llega y no era para nada lindo, le picaba la piel y sudaba como si hubiera salido del mar. Los cuatro adultos disfrutaban del viaje, la parejita rubia se besuqueaba cada un segundo y la parejita pelinegra hablaban y de vez en cuando se miraban a los ojos.

-— ¿Cómo estás allí detrás?— Pregunta Eric mirando por el espejo retrovisor.

Sam lo mira de reojo y no responde a la pregunta, no estaba de humor o lo mandaría a la mierda tan rápido como abriría la boca. Eric devuelve la vista a la carretera al ver que la adolescente no tenía intenciones de responder, no le gustaba para nada ese comportamiento de niña caprichosa en Sam, no le gustaba que no le dirigiera la palabra como si fuese un desconocido en la calle. Después de todo él no sabía nada de su vida y menos como tratar con adolescentes, nunca estuvo en su vida y eso le complicaba más la comunicación con su hermana. Odiaba ver cómo Dean y Sam si tenían una buena comunicación al hablar, al convivir juntos, él era como una mancha negra al lado de sus hermanos cuando estaban juntos.

— Sammy, responde.— Le susurra Dean mirándola con ojos de perrito, girandose a mirarla ya que él estaba delante de ella.

La joven lo mira de reojo y sonríe de lado al ver la cara que hace su hermano rubio, él era el alma de las mini fiestas que hacían los sábados en la noche y las regañadas de su madre acompañaban el ambiente siempre. Aquel era uno de los tantos recuerdos felices que tenía en su mente aquella joven, uno que podrá atesorar toda su vida.

— Hace un poco de calor aquí detrás, me pica la piel, Eric.— Responde.

Dean le sonríe a boca cerrada, creando una línea recta con sus labios agradeciendo y Sam le sonríe también pero a boca abierta y le guiña un ojo. Las dos mujeres mayores se miran entre ellas al oír las quejas de la más pequeña, sonrien con gracia y ruedan los ojos opinando entre ellas que aquella niña estaba exagerando. Está vez se habían pasado de la raya, la estaban dañando físicamente gracias a sus acciones y manipulaciones infligidas en ambos hombres mayores.

Esta vez Sam no iba a dejar pasar su jueguito.

El silencio vuelve a reinar en el auto y cada uno hace sus cosas para entretenerse en aquella carretera de Texas totalmente vacía , llena de arena, poca vida silvestre y el sol en su máximo esplendor en el cielo. Era muy bien sabido que las temperaturas de calor no son las favoritas de Sam, a ella le encanta el invierno, tomar café caliente, resguardarse del frío con su mamá en la sala con mantas y mirando alguna película de terror en la noche. No tener que soportar el calor del sol abrazándola y haciéndola sudar gotas gruesas.

— Gracias por dejarme fuera.— Susurra la joven con fingida gracia y agradecimiento.

Empezabas a odiar a Eric, no más que a ambas mujeres, pero al final del día odio es odio. Si su madre los viera ahora, estaría muy enfadada con ambos hombres y echaría a ambas mujeres al medio de la carretera y cuidaría muy bien de su hija.

Ya habían pasado varias horas o quizá minutos, Sam no lo tenía muy claro, Eric había dejado a Dean conducir y el pelinegro dormía en el asiento de copiloto y su novia detras junto a la rubia. Bailey tiene la cabeza hacia atrás, dándole una vista del rostro de Sam, quien se encuentra ya más calmada al no sentir el sol quemar su piel.

— Amor, mira. ¿Podemos parar en la tienda? Es como la de California.— Exclama Chrissie emocionada, despertando a Eric de su sueño y señala con su dedo la susodicha tienda.— ¿Si?

Eric somnoliento le da una respuesta afirmativa y Dean estaciona en la gasolinera. Sam baja antes de que le cierren la puerta en la cara y sigue a ambas mujeres hacia dentro del establecimiento.

— Apurate, idiota.— Le dice Bailey harta de verla caminar como un zombie.

Sam no le presta atención y pasa a ambas mujeres, se adentra ella primero y la puesta rechina, lo primero que ve es a una señora sentada en el mostrador fumando un cigarro.

— Buenas tardes, señora.— Saluda amablemente, agregándole una sonrisa radiante al asunto.

Su madre la había educado bien y los modales no hacen daño.

— Oh, que jovencita más linda.— La señora sonríe y se para de su lugar acercándose más al mostrador.— Y tan educada, ya nadie es así por aquí, que lastima.

Sam asiente estando de acuerdo con lo dicho, las novias de sus hermanos seguramente ni saluden al entrar, ya lo habían hecho en casa varias veces y eso no le gustó para nada a mamá.

— ¿Cómo te llamas, jovencita?— La señora pregunta.

— Samantha, pero me dicen Sam.— Responde la joven.— ¿Y usted, como se llama?

— Oh, mi nombre es Luda Mae.— La anciana le sonríe con cariño y deja el cigarrillo.

— Un buen nombre para una mujer como usted, señora Luda Mae.— Elogia la joven sintiendo como la charla tiene un aura de tranquilidad y amabilidad.

—Solo dime Luda Mae, señora está demás.

— Esta bien, lo siento.— Sonríe tratando de quitar su vergüenza de encima suya.

Luda Mae ve como dos mujeres entran y se dedican a mirar las decoraciones colgadas por las paredes de la gasolinera, toma el cigarrillo y vuelve a su lugar anterior. Sam toma eso como alerta de alejarse de ahí y va hacia los estantes, mira con detenimiento cada productor y reza porque ninguna de las dos se le acerque o le hable, no queria que Luda Mae creyera que había sido un mal chiste su amabilidad.

La idiota de Bailey elogia los adornos colgados y la anciana se queja, sabiendo muy bien que aquellas mujeres vienen con Sammy, pero no eran educadas como ella. Sam toma un jugo de frutilla que a simple vista se ve apetecible y unas galletas con relleno de mouse de chocolate.

— ¡Rarita! ¡¿Dónde estás?!— Exclama Bailey sonriendo con malicia, mientras codea con gracia a Chrissie.— Dios, no puedo creer que esa estúpida sea hermana de Eric y Dean.

Luda Mae mira a ambas mujeres fijamente y luego dirige su mirada hacia el pasillo por dónde Sam había escapado. Aquella jovencita era el sueño de la anciana, pues vive con pura figura masculina y también su deseo siempre fue tener una bebé hermosa la cual vestiría con ropas muy delicadas y hechas a mano por ella misma.

— Cariño, ¿Encontraste lo que querías?— Pregunta Luda Mae.

Sam deja el paquete de otras galletas en su lugar y toma valentía para salir de su no tan ingenioso escondite, con timidez deja los productos en el mostrador y esconde las manos en su espalda, Luda Mae le sonríe notando cómo su actitud cambio luego del grito de aquella rubia tonta, no podia no ser así de cariñosa y buena con alguien como Sammy.

— ¿Cuánto cuestan ambas cosas?— Pregunta Sam mirando a la anciana.

Había decidido ignorar a Chrissie y Bailey, ya tenía mucho soportando su presencia tantas horas.

— 3,45, un descuento por ser su primera compra aquí.

Sam asiente y toma dinero del bolsillo de su pantalón, dinero que su madre le había dado por si sucedían estos escenarios o también podría comprar un recuerdo. Le entrega el dinero a la anciana y toma entre sus manos los productos ya pagados.

— Gracias.

Sam se aleja un poco y abre el paquete de galletas, toma una y le da el primer mordisco, su boca se llena del sabor de la mouse de chocolate y se le escapa una mini sonrisa, festejando a sus adentros el gran descubrimiento de aquel producto.

𝗗𝗔𝗗𝗗𝗬 𝗜𝗦𝗦𝗨𝗘𝗦╰ ᵀʰᵒᵐᵃˢ ᴴᵉʷⁱᵗᵗDonde viven las historias. Descúbrelo ahora