Ágape HIATUS

Capítulo 18

Narradora

La chica se encontraba quieta con el agua oxigenada en su mano.

-P..Pero... tu por qué estarías celoso de Soyama?- cuestiono mientras intentaba no enloquecer por la cercanía del chico.

-Por qué será...?- susurro, escondiendo su cara en el cuello de la chica.

La respiración de Tsuki se volvió más entrecortada, sintiendo el calor de Tojuro en su espalda y la presión de sus brazos alrededor de su cintura. El silencio entre ambos solo acentuaba la intensidad del momento, y aunque ella intentaba calmarse, la cercanía le dificultaba pensar con claridad.

–To...Tojuro, estás actuando raro –dijo en un murmullo nervioso, sin atreverse a moverse.

Él no respondió de inmediato; en cambio, sus labios rozaron apenas el borde de su cuello, provocando un estremecimiento en Tsuki. Ella cerró los ojos y trató de recuperar la compostura, sintiendo cómo las mejillas le ardían.

–Raro, ¿eh? –murmuró él, con una sonrisa apenas perceptible en su voz–. Quizás es que me cansé de quedarme atrás, ¿sabes?

El corazón de Tsuki latía tan fuerte que temía que él lo escuchara. Intentó dar un paso hacia adelante, pero Tojuro la retuvo suavemente, deslizando una de sus manos por su brazo, haciendo que un escalofrío recorriera su piel.

–Tojuro, esto... no se siente correcto–logró decir al fin, en un intento por mantener la calma.

–¿A no? Tal vez sea porque me he dado cuenta de algo, Tsuki. Algo que he estado ignorando por demasiado tiempo –su voz sonaba suave, casi triste, como si algo le doliera internamente–. No quiero que otro te cuide... ni te tenga cerca de esta manera.

Tsuki sintió que el aire se volvía más denso y las palabras de Tojuro le atravesaban el corazón. Había sido siempre su amigo, su compañero, y aunque sabía que compartían una conexión especial, nunca había visto ese lado de él tan serio, tan vulnerable.

–Tojuro... –susurró, notando que su mano temblaba ligeramente.

Él aflojó un poco su abrazo, dejando que Tsuki se girara para mirarlo a los ojos. En ellos vio algo que nunca antes había notado: una mezcla de ternura, frustración y un afecto que parecía haber estado guardado durante mucho tiempo y que solo salían a relucir en raras ocasiones donde estaban solos, como ahora.

–No puedo seguir fingiendo que no me importa –admitió él finalmente–. Que no me importa que hables de otro o que confíes en alguien más. Tsuki, tú... tú eres importante para mí.

Los ojos de Tsuki se abrieron sorprendidos, y se quedó sin palabras al ver la sinceridad en el rostro de Tojuro. El silencio entre ambos se hizo más largo, mientras procesaban lo que había sido dicho.

–No tienes idea de lo que significa para mí escucharte decir eso –le respondió al fin, con una sonrisa tímida, luego se aclaro la garganta– pero que sepas que no lo tendrás tan fácil luego del espectáculo de hoy.

Tojuro la miró, sonriendo.

La tensión había quedado atrás, y aunque ninguno de los dos dijo nada, sabían que algo había cambiado entre ellos.

Un rato después, Tsuki y Tojuro salieron de la enfermería, ambos luciendo más tranquilos pero con las mejillas sonrosadas. Caminaban en silencio por el pasillo, sus pasos sincronizados mientras cada uno repasaba en su mente lo que acababa de suceder.

Tojuro miraba de reojo a Tsuki, notando cómo jugueteaba con un mechón de su cabello. Después de unos segundos de indecisión, se atrevió a tomar su mano con suavidad, entrelazando sus dedos. Ella se sobresaltó un poco y lo miró de reojo, aunque no hizo ningún intento por soltarse.

–¿Qué pasa? –preguntó Tsuki al notar su expresión divertida.

–Nada, solo... no puedo creer que no hayas soltado mi mano –respondió él, bromeando con una sonrisa.

Tsuki lo miró, entrecerrando los ojos con fingida molestia, pero acabó soltando una risa suave.

–Es que hoy te veo muy necesitado de atención –replicó, jugando con sus palabras. Él rió también, y la risa de ambos resonó por el pasillo, disipando cualquier resto de incomodidad.

Después de un rato, Tojuro suspiró y la miró con sinceridad.

–Gracias por... quedarte y... –dijo en voz baja, apretando un poco su mano–. Por ser tú misma.

Tsuki le sonrió con ternura, sin soltar su mano. Ambos sabían que no necesitaban decir más en ese momento.

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CONTINUARA...