CAPÍTULO DOS

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Abrió los ojos poco a poco, sintiendo las luces provenientes de los edificios vecinos, chocar en su cara, debido a los ventanales descubiertos de su habitación.
Se despertó por completo y se dió cuenta de que se había quedado dormida, con las luces de su habitación encendidas en un tono tenue, y que no había cerrado las cortinas.

Se levantó tallándose los ojos, cerrado las cortinas mientras lo hacía, dispuesta a volver a dormir, pues revisó su Apple watch y éste marcaba las 3:50 a.m.
Pero de pronto escuchó un leve sonido que llamó su atención. Éste era tenue, casi inaudibles pero lo suficientemente fuerte para capturar su atención y su curiosidad.

Se puso sus pantuflas y caminó hacia la puerta de su habitación, abriéndola. El sonido se hizo más presente, provenía de ese pasillo largo.
Caminó más hacia donde prevenía aquel sonido y se dió cuenta que era música. Una que conocía muy bien.

Lisa no era del tipo de chica que gustara de música moderna, de hecho, se consideraba un alma vieja, pues la música clásica y música antigua, alrededor de los 40s hasta los 90s, era el tipo de música que le encantaba escuchar.
Así que en cuanto escuchó aquella canción que sonaba de cerca, supo que se trataba de uno de sus cantantes favoritos. Frank Sinatra.

En específico, sonaba la canción "My way", una de sus favoritas.
Caminó más hacia donde provenía el sonido y llegó a la gran puerta del salón que Nancy le había mostrado antes. Era el salón de baile para los novatos.

Se acercó más y la puerta de éste estaba entreabierta, dejando ver un poco su interior

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Se acercó más y la puerta de éste estaba entreabierta, dejando ver un poco su interior. Miró por a través del pequeño hueco de la puerta. Al principio no vió nada, pensó que tal vez alguien había olvidado apagar los parlantes. Pero cuando abrió un poco más la puerta, dispuesta a apagarlos ella, divisó a una chica en la esquina de la habitación, abrazándose a sus rodillas, sollozando.

En ese momento, no supo muy bien que hacer, pues ella sabía que no era buena consolando a las personas, menos a adolescentes, como parecía ser esa chica.

- ¿Estás bien? - Preguntó entrando a la gran habitación, la cual era más grande de lo que imaginó.

La chica no respondió.

- Oye, ¿Estás bien?, ¿Te ha pasado algo? - Preguntó de nuevo Lisa, ésta vez, la chica levantó su mirada para ver quién interrumpía su momento sensible.

Lisa de quedó quieta, admirando a aquella chica, pues en realidad era muy hermosa, no podía ver su cara completamente, debido a la poco luz de la habitación y a qué la chica tenía el cabello por toda la cara, estaba sudada y éste se pegaba a su rostro. Solo logró ver unos ojos parecidos a los de un felino, mirarla fijamente, como si su mirada fuera un poderosos y filoso cuchillo, atravesando hasta su alma.

- Tranquila, no te haré daño - Se apresuró a decir Lisa, al ver que la chica estaba a la defensiva.

- ¿Quién eres tú? - Preguntó curiosa, intentando nivelar su respiración, pues estaba agitada. Limpió sus lágrimas con su antebrazo.

- Lalisa Manoban, puedes llamarme Lisa sí así lo deseas - Dijo, caminando suavemente hasta llegar a la chica.

- Así que eres tú... - Suspiró débilmente.

- ¿Disculpa? - Cuestionó confundida la mayor, por lo que había dicho la chica.

- Ven - La chica palmeó su lado, indicando que se sentara con ella en el suelo.

Lisa obedeció dudosa y se sentó al lado de la chica.

- Yo soy Jennie, la "niña" a la que debes cuidar - Se rió amargamente - Mejor dicho. Soy tu pesadilla - Sentenció levantándose - Un gusto Lisa Unnie - Dejó ver su sonrisa gomosa, para después marcharse, dejando a Lisa muy confundida.

- ¿Qué mierda...? - Lanzó la pregunta al aire, con un rostro confundido y perdido.

La canción se seguía reproduciendo en los parlantes, el ruido de la canción hizo que Lisa reaccionara.

- ¿Qué carajo fue eso Frank? - Preguntó levantándose del suelo y sacudiendo su trasero.

¿Esa era la chica que debía cuidar?, Hyun-Suk tenía razón, parece una niña mimada y mal educada. Por suerte, Lisa sabía trabajar muy bien con niñas así, pues toda su vida tuvo que soportar ese tipo de gente en los colegios en los que estuvo.
Su padre era el dueño de MK Thai, la franquicia de restaurantes más famosa y reconocida en Tailandia, así que creció llena de gente parecida a esa pequeña fiera que había conocido minutos antes.

Lisa fue adoptada por su padre cuando ella tenía 7 años. Todo el mundo lo sabía, ella era el orgullo de su padre y él siempre se encargaba de presumirla ante el mundo.

Ésto no sería un trabajo fácil pero sabía que podía en eso, no sé subestimaba en lo más mínimo, al contrario, confiaba en sus habilidades y en su paciencia con éste tipo de personas.

Suspiró profundamente, apagando los parlantes y saliendo de el salón de baile para dirigirse a si habitación de nuevo e intentar dormir un poco antes de comenzar su trabajo en la mañana.
Cerró la puerta y caminó por el pasillo, dispuesta a irse, pero justo en ese momento,
la chica de ojos gatunos entraba a una habitación del pasillo, en cuanto se dió cuenta que Lisa la veía, ésta le sacó la lengua y entró a su habitación.

Lisa sólo agachó la cabeza y la movió en forma de decepción, riéndose por la actitud extremadamente infantil de Jennie, pues esta, si no mal recordaba, Hyun-Suk le había dicho que tenía 20 años. Bastante grande para hacer esas cosas.

Solo caminó directo a su habitación, no sin antes sonreír al pasar la puerta donde segundos antes, la chica se había metido.
Cuando logró llegar a su cuarto, cerró la puerta y se dejó caer en la cama de nuevo, dejándose envolver por el sueño otra vez.

Sería un día agotador, de eso estaba segura, pero sabía que podría con él. Había pasado por tantas cosas en su vida, que esto, ya no era un reto para ella.

MANAGER {Jenlisa} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora