CAPÍTULO 4: La visita

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Esa noche, tuve un sueño un tanto extraño.

Estaba en la florería igual que siempre, ordenando girasoles y rosas, moviéndome mientras Yuumi maullaba entre mis piernas, rascándose su cabeza.

En ese entonces, no sabía como pero entraba Sett. Venía arreglado con una polera negra manga larga y ajustada y tenía esa sonrisa como de triunfador que puso cuando me hacía sonreír mientras hablábamos.

Entonces pedía rosas mientras me hablaba de lo mucho que había apreciado el café que había tomado conmigo, y luego comenzaba a hablar de otras salidas que podríamos tener, es que podríamos ir al cine, me gustaría ir a la playa, me encantó conversar contigo.

Entonces terminaba yo el ramo y se lo entregaba después de asentir a todo lo que decía con una sonrisa boba en la boca, y me sorprendía cuando me decía.

— Quédatelo, es tuyo.

Me quedaba en silencio intentando comprender bien lo que había dicho y entonces, cuando quise responder un gracias o un si a sus salidas, o emitir cualquier ruido que fuese una respuesta positiva, desperté.

Fue un sueño un tanto raro.

Pero al despertar, lo hice de muy buen humor. Preparé waffles, hice té de canela y dejé a Alune preparar el almuerzo, actividad que le gustaba mucho pero no lo tenía permitido porque la última vez casi quema la cocina.

El cielo afuera estaba azul, habían preciosas nubes blancas y las flores aquel día olían especialmente bien, como a miel o perfume.

Y esperaba su visita, no sé por qué.

— Te veo de excelente humor — comentó Alune levantando las cejas sugerentemente, yo rodé los ojos pero la sonrisa de mi boca era imposible de pasar desapercibida.

Seguía con la mirada todo el tiempo la puerta de la tienda, y siempre que se escuchaba el sonido de la campana, miraba con cierta ilusión.

— ¿Esperas a alguien? — pregunto Alune poniendo voz de coqueta.

— Ezreal — murmuré serio.

Aquello era mentira, pero servía para engañarme un poco a mi mismo.

— No vendrá hoy, lo vi con mi tercer ojo.

No sabia si se refería a Ezreal o a Sett, pero la verdad, pensaba en el fondo que no quería ver a ninguno.

O intentaba convencerme.

El día pasó un tanto agitado, muchos clientes entraron y salían aquel día, no me ubicaba muy bien en el calendario pero supuse que vendría alguna fecha importante o simplemente todos se habían puesto de acuerdo para venir en este día.

Menos él.

No apareció en toda la tarde, a la hora de cerrar, 6 de la tarde, fui totalmente desanimado a poner la llave a la puerta mientras daba vuelta el cartel de abierto a cerrado.

No había aparecido.

Se que no éramos nada, ni amigos ni conocidos siquiera, éramos dos extraños que habían compartido un café un par de horas mientras charlaban trivialidades, pero aun así, picaba un poco. No esperaba que viniera a dejarme flores como en el sueño y a sugerir salidas que no tenían pies ni cabeza, pero no sé, esperaba que viniera a comprar una rosa que sea.

" Para su novia quizá"

Tenia novia, una chica que se llamaba Sera o algo parecido. Lo máximo que lograría con un hombre así que además estaba comprometido, era una amistad.

Cabizbajo y de mal humor, me adentré en la casa yendo directamente a mi cuarto.

El día siguiente, desperté simplemente mal. No había soñado nada, me había levantado y lo primero que sentí fue algo mojado en mi calcetín, me pegué en el dedo chiquito del pie y Alune estaba durmiendo como roca, lo que significaba que no estaría fuera de la cama pronto como para ayudarme a abrir la florería.

La abrí a las 11, de todos modos ningún cliente aparecía antes.

Y el primero en aparecer, fue Ezreal.

— ¡Hola, Hola! — entró saludando como pedro por su casa — Oye, me enteré que antier tuviste una cita con el hombre fuerte.

De haber tenido algo en la boca, probablemente lo hubiese escupido. Alune que había aparecido de la nada, soltó una risa estridente.

Genial, al parecer, todo había sido planeado.

— No fue una cita — dije intentando sonar enojado.

— Mentiraaa — interrumpió Alune — Cuando llegue en la noche habían pasado horas conversando juntos, seguro ya se intercambiaron los teléfonos o algo así.

Aquello ni siquiera había cruzado por mi mente, y asumía que si tampoco por la suya, por algo sería.

Quizá esta era como esa situación cuando tienes un crush en un autobús con un completo extraño, se coquetean con la mirada y luego no vuelven a verse nunca más.

— No fue nada.

— ¡No fue nada! — Ezreal repitió aquello casi una hora completa, a cualquier cosa que le decía Alune o algún cliente. 

Desde el momento que pronuncié aquello, siento que no volví a hablar durante todo el día.

Odiaría admitir en voz alta que no quería que "no fuese nada".

Pero tenía que pensar las cosas de manera subjetiva, explicármelo de una manera sencilla. Él era un hombre comprometido, fin de la discusión. Tenía novia, sólo había venido aquella primera vez a comprarle rosas a ella, el resto fue un extraño ensueño que tuve con un hombre al que solo vi una vez. ¿Un café con él? Aquello de seguro nunca había pasado, supéralo Aphelios.

No volverá nunca más.

Desde ese momento los días comenzaron a avanzar tristes y raros, lentos.

Había olvidado por un par de cortos días el cómo era esta rutina de solo existir en completa calma con mis cosas, mi florería y mi hermana. Las cosas eran tranquilas, nadie te interrumpía mientras hablabas para hacer chistes tontos o mencionaba con especial decoro sus músculos y tonteras similares, estas eran todas las pocas cosas que aquel joven de cabello rojo había dejado de recuerdo en mí, no había mucho más. Aparte de la presencia de Ezreal y Alune, no había nadie más que pudiese molestarme ni hacerme nada.

Pero aquel día, como el estruendo de un trueno, irrumpió en la tienda con un estrépito que hizo que me sobresaltara. El sonido de la campana resonó, anunciando la llegada de alguien que parecía entrar con la misma confianza que lo había hecho antes. Mi corazón se aceleró momentáneamente, la posibilidad de que fuera él volvió a tomar fuerza en mi mente.

— ¡Aphelios! — resonó una voz familiar, pero al levantar la mirada, mi corazón se hundió en un abismo de sorpresa y nostalgia. No era él. No era el hombre del cabello rojo que había dejado una huella efímera en mi vida. En lugar de eso, frente a mí estaba mi exnovio, con una expresión que iba desde la sorpresa hasta la incomodidad.

No podía creerlo, tenía que ser una broma.

...

perdonen lo fome del cap, les prometo hacer mejores capitulos, personalmente, este es puro relleno jsjsjz

Brotes de Amor - SettxApheliosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora