Lo único que nos pertenece es la confusión y un eterno olor a vergüenza y nos vale. ya no hay nada que perder, solo ellos, ellos son los que tienen que temer.
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El camino estaba lleno de escoria. Una plasta, lo suficiente como para construir un imperio. Un imperio a base de todo lo que defecamos, el amor y el odio junto. Entonces vamos, yo de igual forma sería el rey de los inveciles.
Éramos cigarros de mala calidad, vendidos en unidad. La vida nos fumaria, luego nos haría ceniza y finalmente nos votaría en la caneca de las historias no conocidas.
Si es que podemos tener algo de suerte.[1]
Autor: ¿Haz llegado a alguna ciudad en la que no conoces a nadien? , si tu respuesta es si entonces ya has de saber cómo te sientes. Pero si no, da igual todos nos hemos sentido miserablemente así y ya no hablo de ciudades.
El gato está detrás de la puerta y maulla, le pide a mi alma que de mi cuerpo no huya. Pobre gato no sabe que he decidido matar al que me ha matado al demonio que dentro de mi se ha criado. El gato maulla y mis oídos se saturan, mi cuerpo se desnuda y mi reflejo el llave brillante del grifo, la maldad deslumbra.
El gato se acerca más a la puerta, por suerte no puede ver através de ella, mis ojos de misóginos recuerdos se llenan, mis labios pierden su belleza, olor a luna recorren mis venas, mi corazón palpita mientras el alma en la autopista de la vida espera.
El gato maulla otra vez en espera de que le abra la puerta, pobre gato no sabe que la tierra es hueca. Algo palpita en mi cabeza, ¿Como le puedo dejar en espera si, es el mismo angel que te lleva ?. Indeseable y arrogante, creo que he visto a un vigilante. Pasos lentos y aplastantes se acercan y mis ojos están mirándole . —oh, es la muerte . —oh, es la muerte. La sangre en mis ojos sigue deleitándose, los espantos están Urgidos. —oh, no es nada —Oh. ¡No hay nada! Pero existe la nada y un universo completo mirándome.
El vigilante sigue mirándome, de mis propias palabras rectractamdome, arrebatando mis propios estándares, yo era el rey de los idiotas [1] pero ahora veo al vigilante en medio de estrellas hacer maniobras asombrosas, llevándome hacia sombras de abismos en sonrisas espantosas.
El reflejo macabro es manchado con mi sangre mientras que va desapareciendo a aquel angel. Mi gato vuelve a maullar, sigue intentando llamarme pero está vez solo le podré ver desde mi estanque.[2]
