Noche negra

10 6 1
                                    

Alice no se sorprendió cuando le dije lo que haría. Damien ya se lo había dicho. Subí a la camioneta, en el asiento trasero, sintiendo que todo el cuerpo me temblaba. El silencio helado de Marie no me importó. Mi mente estaba a varios kilómetros de allí. Mis pensamientos ya estaban junto a Adam, aunque mi cuerpo agarrotado estuviera sentado allí.

Damien encendió el motor. Pude notar que me miraba fijamente a través del espejo retrovisor. Le devolví la mirada. Parecía que nos habíamos olvidado de todo lo demás, durante ese instante.

- Eden…- dijo con voz suave- Dímelo…

Seguí mirándolo en silencio.

- Me estás odiando…

Sonreí.

- Jamás podría odiarte. Yo te adoro.

Se mordió el labio, conmovido. Y recién allí tuve conciencia de que estábamos hablando como si Marie no estuviera con nosotros. Me recliné hacia atrás y traté de fijar mi vista en el paisaje oscuro que empezaba a moverse afuera, mientras llegábamos a la bifurcación. Me parecía ir flotando por la ruta. Sentía mi cuerpo tan extraño… Como si le perteneciera a otra persona. Incluso al respirar, sentía que el aire llenaba otros pulmones y no los míos. No podía creer que hacía solo unas horas, yo había estado hundido en el dolor y la desesperanza. ¡Y hasta había pensado en irme de allí para siempre!

Mi corazón se aceleraba a medida que avanzábamos en la ruta. Afuera la noche ya era dueña de todo. No se veía nada, solo un manojo de estrellas y una bruma que parecía seguirnos como un centinela. Mis ojos buscaron inconscientemente los ojos de Damien, en el espejo retrovisor. Me sorprendió ver que ya estaban fijos en mí. Sonreía. Y aquella sonrisa terminó por afianzar mi nuevo sentimiento. 

Me aferré a mi colgante. El ala brillaba en la semi-oscuridad y la pequeña piedra titilaba cuando se movía. La apreté entre mis dedos y suspiré. Pese a que el dolor parecía haberme abandonado, una sensación de vacío y vértigo me llegó de golpe cuando vi que el camino curvo del cerro se acababa y la gran mansión se alzaba frente a nosotros. Pero Damien pasó de largo la entrada y estacionó cerca de unos troncos frondosos. Lo miré, buscando una explicación.

- Debemos mantenerte lejos de…ojos peligrosos.

- Como si eso fuera a resultarnos fácil.- la voz de Marie se escuchaba por primera vez desde que habíamos empezado el viaje.

Damien la miró con el ceño fruncido.

- No me mires así.- Marie estaba visiblemente enojada- Se puede sentir su prana a kilómetros.

Damien suspiró y me miró.

- Marie tiene razón. La campera de Adam ya no disfraza tu prana. Y menos ahora que está empapada. Te dije que debías cambiarte de ropa. Vas a enfermarte.

Lo miré conmovido. Su preocupación por mí me traspasó como un rayo. Él pareció darse cuenta y clavó sus ojos en mí. Y para mi vergüenza, Marie carraspeó, perdiendo la paciencia. 

¡Otra vez nos habíamos olvidado de ella!

Descendimos del automóvil. Damien me ocultó detrás de unos árboles y miró a Marie durante varios segundos, en silencio. Ella parpadeó un par de veces y asintió. Luego me miró de arriba abajo con una expresión muy dura y enfiló hacia el frente de la casa. Cuando la perdí de vista, miré a Damien. Otra vez parecía traspasarme con la mirada.

- No necesitan hablar para comunicarse…- dije más para mí que para él.

Sus ojos brillaron y sonrió.

- ¡Vamos!- me dijo tomándome de la mano.

Rodeamos la mansión hasta la parte de atrás. Damien se acercó a mí y me hizo señas para que me quedara callado. Se acercó un poco más y clavándome la mirada comenzó a bajarme el cierre de la campera. Inevitablemente mi corazón se aceleró. Me la quitó y me dio la suya. Me la puse, tratando de no temblar, por el frío y por lo que estaba a punto de hacer. 

REDEMPTION, Sacrificio de Amor #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora