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-Oh dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros tu mirada bondadosa y aumenta tu misericordia en nosotros...

-¡Padre Lee!- la voz de un sacristán resonó en el templo, interrumpiendo su oración.

-Amén- terminó de persignarse y dio la cara ante el otro hombre con total calma -¿Qué pasa, San Ha?

-Es Bin, Padre. No ha salido de su habitación todo el día y se escuchan muchas cosas cayendo con frecuencia. Creo que debería ir a ver.

Le extraña lo que dice aquel hombre, pero con decisión y en paz camina a su lado dispuesto a ver que es lo que está pasando.

Mientras más de acerca al lugar, siente un domo apresarlo en aquella particular sensación. Pesadez, escalofríos, algo no está bien dentro.

El chico se aleja y deja a su mayor, dar dos pasos frente a la puerta.

-¿Bin?- toca la puerta y llama, pero no hay respuesta -Bin, ¿Puedes abrir la puerta, por favor?

Nada absolutamente nada pasa, solo es un silencio profundo.

-San Ha, trae mi bi-...- no sigue, se escucha un grito de auxilio en el interior de aquella habitación, lamentos y más lamentos acompañados de sonidos de estruendos de cosas caer.

Con temor se asoma por la mirilla y lo que ve es aterrador, cosas tiradas a simple vista y un cuerpo lleno de moretones y temblando en la cama es lo que hace que salga corriendo a avisarle a los demás sacerdotes.

-¡Señor, esto está mal! ¡Está a nada de que mi cabeza explote!

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-¡Señor, esto está mal! ¡Está a nada de que mi cabeza explote!

-Dong Min, cálmate- habla el obispo.

-Pero es que señor, ¡Tiene que entender, Bin está poseído! ¡Yo lo miré!- el estruendo de la mesa se hace presente, el hombre mayor golpea con rabia y él se detiene.

-No sé que es lo que te pone mal, pero debes de entender que hasta un hijo de dios puede ser atormentado por demonios.

-Pero, señor, Bin...

-Para nadie es un misterio que este chico es muy devoto, una alma entregada al espíritu y es por eso, que es seguido con mayor facilidad.

-Obispo...- la frustración es notable en su voz.

-Dong Min, tienes que hacerlo- habla con total decisión.

-¿Hacer, qué?

-Hacer lo que cualquier padre debe hacer. Ve por tu escudo, tu protección y enfrenta a quien sea que esté atormentando a aquel cuerpo. Lleva a quien quieras contigo a ese lugar y no dejes que nadie hable de esto.

El hombre se pone de pie y antes de salir, se detiene, pone su mano en el hombro del pelinegro y prosigue:

-Confío en que tantos años de devoción ayude a liberar a ese alma de la perdición. Sé fuerte, lo dejo en tus manos.

Darkness' Embrace |✞| BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora