¿Qué es peor que no recordar ni tú propio nombre?
Gina despertó en una cama que no era la de un hospital sin recordar nada, embarazada, con un anillo en su dedo y un bebé de un mafioso controlador que dice que ella es solo suya.
Un año después per...
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Gina Roberts
Después de esa llegada y un breve recorrido no muy amable por lo que sería mi supuesto hogar. La hermana de Santino me dejó en una habitación con varias personas, era una locura, numerosos vestidos, zapatos, joyas. No sé dónde mirar pero a la vez no me sorprende, quizás en mi otra vida fui rica.
- Escúchame bien- llama mi atención la pelinegra- Te desatare las manos ahora y te quitaré eso de la boca. Y tú cómo una chica obediente vas a dejar que estás personas hagan su trabajo si no va a correr mucha sangre.
Ante la mención de esa última palabra mi mente y mi cuerpo se paralizan . Y una parte quiere ir a ese momento como si pudiera escuchar el sonido de las balas y el cuerpo del médico cayendo sin vida así como la mirada de Santino.
- ¿Entendido?- me sacude su hermana haciendo que la chica rapada me apunte y miro a mi alrededor aturdida. Tantas miradas en mi que solo me queda asentir lentamente.
- Bien así me gusta. Vendré en una hora a buscarte, tenemos que darle una sorpresa a mi hermano.
Se despide con Siena detras de ella y tiemblo ante la mención de su hermano, con mis latidos aumentando ante la idea de volver a verlo después de todo este tiempo.
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Las personas trabajan tan rápido que cuando a penas quedan cinco minutos para cumplir la hora, la mujer frente al espejo no es la misma que llegó amordazada y con cortes. El maquillaje cubrió más que mis ojeras, mis miedos, como un escudo. Mi cabello perfectamente peinado cae recogido a un lado y un vestido negro me abraza cayendo como una sirena, con encajes y piedras dejando mis hombros desnudos. Reconozco que el mismo se trata de uno de novia, incluso antes de que me obligarán a elegir y me niego rotundamente a casarme obligada si no es con uno de negro.
Y más con ese hombre.
El último detalle lo hago como un acto de rebeldía cuando los maquillistas se distraen dándole la bienvenida a la hermana de Santino y tomo el labial rojo sangre que ví antes aplicándolo en mis labios, para borrar ese rosa pálido. Entonces ya me siento mejor y más fuerte para enfrentar lo que sea que venga.
- Señora- el jadeo de las personas cuando me doy la vuelta es de asombro pero de miedo ante la reacción de la pelinegra enfundada en un vestido azul rey que le queda de escándalo y un labial igual de intenso que el mío.
Siena está a su lado con el mismo atuendo de antes.
- Interesante elección - me analiza acercándose y dándome un vistazo de arriba a abajo.
Quisiera enojararla y quizás retrasar sus planes para poder escapar, pero lejos de eso está mujer sonrie.
- Me gusta, mejor bajamos. Ya están llegando los invitados.
Asiente hacia Siena que me obliga a caminar detrás de ella que va liderando el camino.
Está vez la primera planta de la mansión es un caos hay numerosos autos, música baja, camareros entrando y saliendo del jardín que es donde nos dirigimos.
Lugar donde se encuentran carpas, mesas, hombres de trajes hablando unos con otros, mujeres vestidas elegantes. Así como una capilla improvisada que se encuentra vacía y hace que mis latidos se aceleren al igual que mis nervios.
"No puede ser"
Me digo a mi misma.
Por suerte no veo a Santino por ningun lado,según pasan los minutos y eso por una parte es bueno.
Muchos me miran dejando su conversación a un lado y me siento un poco cohibida de ser el centro de atención, pero una sola mirada de la hermana de Santino los hace regresar a lo suyo y bajar la cabeza.
Nos dirigimos directamente hacia una zona alejada, dónde ya nos tienen una mesa puesta y tomo asiento por obligación, la chica rapada a mi lado mientras me entrega una copa de champagne que rechazo.
- Lo que tú quieras - murmura tomándosela ella y Angélica sonríe aun de pie, quitándole un tequila a un camarero.
Estoy tan aburrida mirando a mi alrededor sin saber que es lo que pasa, y buscando la manera más segura de escapar que me pierdo en el nombre de mis recuerdos.
Si tan solo recordara su apellido podría saber algo de mí.
Hudson
Repito una y mil veces.
Y una música nupcial me saca de mis pensamientos volviendo a la realidad, hacia como todos se levantan haciendo una fila hacia al altar aplaudiendo a los que llegaron. Angelica le indica a Siena que hagamos lo mismo.
Nuestros pasos nos hacen quedar cerca del improvisado altar y el ruido me aturde.
No sé qué es esto.
- Aplaude- indica la chica rapada y eso hago sin ganas.
Y miro como todos para toparme con esa figura imponente que hace que se me corte la respiración. No sé cómo consigo seguir de pie, cuando sus ojos impactan en los míos. Duros implacables, como un rey despiadado o el diablo en su propio infierno. Al principio hay una leve sorpresa que disimula lo suficientemente bien colocando nuevamente esa máscara que le muestra a todos.
Su traje es negro al igual que su corbata y se amolda perfectamente a su cuerpo haciéndolo lucir completamente exquisito con esa piel morena. Su mandíbula está completamente contraída y más enfadada de como la recuerdo, haciendo que ese pequeño tic imperceptible bajo su ojo izquierdo sea notable para todo aquel que le preste la suficiente atención.
Mi corazón se acelera, queriendoseme salir del pecho y tengo que tragar obligando a mis piernas a mantenerse firmes al igual que mis ojos.
"No le tengo miedo"
"No le tengo miedo"
Susurró para mí aunque sé que en el fondo estoy aterrorizada.
Mis palmas dejan de aplaudir y caen a mi lado junto al vestido que aprieto entre mis dedos, cuando veo que hay una chica junto a él vestida de blanco.
Es casi como un ángel, como polos opuestos destinados a chocar. Y eso en el fondo me enoja.
No sé por qué, no sé porqué verla ahí me produce molestia, enojo, ira, tantos sentimientos confusos que no puedo explicar.
Debo sentirme aliviada, pero me duele la cabeza.
Miro a cada lado y Siena me habla pero no la escucho, ni mucho menos Angélica. Todo se vuelve completamente negro.
Como un sueño o una cruel pesadilla.
Pero justo antes de caer inconsciente puedo sentir sus brazos y sus ojos.