Gina Roberts
Por Dios que estuvo a punto de pasar. Tomo largas respiraciones tratando de calmar mis latidos y las piernas me tiemblan cuando pongo los pies descalzos sobre la alfombra que cubre debajo de la cama matrimonial, todo de negro.
Debe ser la habitación de ese demonio de Santino tan negra como él, con una cama, un closet, unas mesitas y unos ventanales que están cubiertos con cortinas. Así como diviso una puerta a parte de la que el cerro que me lleva a un baño elegante blanco y negro, con dorados en las llaves. Me siento sucia y asqueada por mis propios sentimientos confusos así como mis piernas temblorosas.
El vestido es un desastre total e inservible, hago lo mejor en dejarlo caer entre mis pies lo que queda, solo quedando en mi sostén y mis minúsculas bragas del mismo color. Agradezco al menos llevarlas como protección y no haber utilizado el vestido sin sostén como sugirió la modista.
Soy un desastre monumental y jadeo con horror al ver mi maquillaje corrido en el espejo frente al lavado. Mojo mis manos y mi cuello así como mi cara, para calmar las pulsaciones que quieren venir a mi cráneo.
(
Estoy en un club disfrutando la música, mis caderas se mueven al compás de la voz de Rihanna, balanceandome entre las luces y los cuerpos. Soy feliz y a la vez solo tengo un nombre en mente y es Hudson. Una chica ríe frente mí, no sé quién es pero me acerco y le susurro que voy al baño.
Ella asiente y continúa bailando restregando su trasero en un chico moreno que me guiña un ojo al pasar. Sigo mi camino y mis pies a pesar del alcohol van con seguridad en unos tacones agujas de perlas que combinan perfectamente con mi vestido negro de pierna descubierta, uno de mis favoritos por el escote.
Y alguien lo acaba de arruinar cuando choco con un pecho duro que derrama el trago sobre mí, el fuerte olor a wuiski así como la frialdad y el aroma masculino me hace jadear.
- ¡Serás imbécil!- gritó hacia el causante.
- Si antes pensaba que ese vestido era sexy, ahora me gusta más -
)
Esa voz me trae a la realidad mientras caigo de rodillas en el baño tapando mis recuerdos y negando con la cabeza una y otra vez.
No puede ser.
No sé si es bueno empezar a recordar. Me arrastró hacia la ducha y cuando estoy dentro que abro la misma siento que respiro y me abrazo a mi misma como un escudo.
Pasan minutos, horas, no sé cuánto tiempo.
Estoy tan perdida en mi mente que la sombra negra detrás de mí me hace saltar cuando una de sus manos me toma por la cintura y me gira estampandome contra la pared, robándome un jadeo de sorpresa y de horror.
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Reina sin memoria
Romance¿Qué es peor que no recordar ni tú propio nombre? Gina despertó en una cama que no era la de un hospital sin recordar nada, embarazada, con un anillo en su dedo y un bebé de un mafioso controlador que dice que ella es solo suya. Un año después per...