Capítulo único

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AMELIA OGLYV, SE ENCONTRÓ RODEADA POR UN CILINDRO DE CRISTAL EN UNA COMPLETA OSCURIDAD, parada en una placa metálica que, al parecer, estaba descendiendo

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AMELIA OGLYV, SE ENCONTRÓ RODEADA POR UN CILINDRO DE CRISTAL EN UNA COMPLETA OSCURIDAD, parada en una placa metálica que, al parecer, estaba descendiendo. El suelo era estable, pero aun así se sentía extraño y trató de mantener su postura. Apretó sus dientes, luchando por mantenerse imperturbada mientras alzaba su barbilla. En cualquier momento llegaría a la arena y su imagen debía de ser como mínimo impecable. Ella era del Distrito 5, allí no entrenaban a sus tributos, iban a los Juegos sin saber que hacer hasta que su mentor se los dijera. Pero ella sí iba preparada, y cuando finalmente llegó a la superficie, la misma no lo era. Los 69° Juegos del Hambre se desarrollaban, por lo que vio, bajo tierra, en una cueva enorme con un intrincado uso de muchos túneles. La cueva principal era de una consistente piedra compacta y cristalizada, de color amarillo parduzco uniforme; algunas zonas irregulares de color amarillo parduzco intenso. Al mirar el techo de la misma, allí había grabados con tintas negras, rojas y ocres sobre animales y figuras humanas. La mayoría eran dibujos de los mismos peleando entre sí, o al lado de lo que resultaría un cuerno enorme. Al vislumbrarla con suma atención como el resto de los tributos, Amelia comprendió que veía el trabajo de pintores capitolitos sobre diversas representaciones de Juegos del Hambre pasados. Podía ver a una mujer con dientes desgarradores de cuellos humanos, un niño con un tridente, un joven electrocutando a otros cuatro, uno peleando con un león.

Tenían setenta segundos de tensión, mientras la voz del legendario presentador Claudius Templesmith anunciaba la cuenta regresiva. Todos los tributos, al salir de un trance por el techo, se observaron entre así, separados por varios metros, dispuestos en un anillo de tributos, a la misma distancia de la cornucopia, un gran fragmento de piedras talladas con formas humanas. La cornucopia empezaba en el suelo de piedra y terminaba en el techo de la gran cueva. El exterior estaba bloqueado, y si algo sabía Amelia era que, si estaban bloqueados del exterior, sin ninguna brisa, entonces el oxígeno estaba limitado y, por lo tanto, su tiempo. 

No había agua ni comida a la vista, más que los suministros dispuestos en las mochilas. El aire, ni bien comenzó a sonar la cuenta regresiva, ya se sentía escaso. Podía presentir ya su futuro dolor de cabeza. Amelia apretó sus puños, no importaba el oxígeno, ella ganaría antes de que se acabara. Los nervios apenas habían comenzado a agitarse dentro de ella cuando decidió aplastarlos y apretar más sus puños, clavándose sus uñas en sus palmas. No había tiempo para dudas.

La voz hacía eco por las paredes: ━Diez, nueve, ocho, siete...

Amelia miró los suministros que tenía a la vista, hasta que clavó su mirada en el alambre de metal con estacas en sus puntas a unos metros de la cornucopia.

━Seis, cinco...

Ella estaba al lado del niño del 3 y la niña del Siete. No serían un problema. 

Ella respiró lentamente.

━Cuatro, tres...

Se preparó para correr, tomó aire y contuvo la respiración. Mirada al frente y ligeramente inclinada hacia adelante, con cabeza, hombro, cadera y tobillos alineados. Estaba lista. Ella ganaría. 

La Aniquiladora ━━ hunger games✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora