4. Yo te protejo

1.7K 230 130
                                    

Felix creía que Bang Chan podría ser el líder de una secta. Una mariposa social tan encantadora podía engatusar a cualquiera para hacer cualquier cosa. Por ejemplo, en ese instante, había siete adultos cosiendo disfraces para tres enanos que jugaban tirados en la alfombra del salón. Y todo había sido idea del gran Christopher Bang.

Bien, decir que había siete personas cosiendo era una absoluta mentira. Felix quedó exento del trabajo de modista cuando abrió los contenedores llenos de dulces sin azúcar que había traído. Minho cuidaba de los pequeños para que no hicieran ninguna trastada. Jisung estaba... siendo Jisung, es decir, evitando todo lo peligroso y alejado de cualquier cosa que requiriera trabajo manual (por petición expresa de Felix). En realidad, solo cuatro personas estaban haciendo algo relacionado con los disfraces: Chan cortaba los patrones, Seonghwa hilvanaba y Changbin y Hoongjoong pedaleaban en las dos máquinas que habían traído.

Ni siquiera sabía que una mole como Changbin, con esos dedos gruesos y sus brazos enormes, fuera capaz de mover tan delicadamente un pedazo de tela para coserlo.

«Es un alfa tierno», sí lo era.

Y olía intensamente esa tarde, como si su concentración puesta en el disfraz de los pequeños estuviera haciendo que sus feromonas se desataran. Le gustaba verlo así, como amigo. Exacto, como un amigo. Porque Changbin era su amigo que olía maravillosamente bien y era capaz de coser un pantalón de mosquetero para un niño de cinco años.

También era muy divertido, con sus bromas estúpidas que lo hacían reír incluso aunque no quisiera reírse. Y también hacían reír a Hoonjoong y Seonghwa. Dos omegas prácticamente desconocidos que Chan había invitado porque Hoshi lo exigió.

Claro, ahora ya no eran Suni y Hoshi contra el mundo, sino Suni, Hoshi y Yunho. Felix estaba contento por eso. Que Hoshi tuviera más amigos además de su bebita era una buenísima noticia. Y por eso, justamente porque ahora ya no eran un dúo, sino un trío, estaban cosiendo disfraces de mosqueteros para los tres.

Y esos dos bonitos omegas se reían de las bromas de Changbin.

—Tenéis que venir con nosotros a navegar la próxima vez que haya vacaciones —ofreció Seonghwa, con su voz calmada y su espalda recta. Llevaba unas gafas que no paraban de resbalar por el puente de la nariz, pero todavía estaba hermoso y elegante.

—Seungmin se marea en barco, pero se lo diré.

—¿Dónde está? —preguntó Hoongjoong.

—En el estudio, están trabajando en el próximo comeback.

—¡La vida del artista! Tiene que ser duro —exclamó el omega más bajo, levantando los ojos de la máquina de coser.

—Cariño, desapareces durante semanas cuando alguno de tus artistas tiene un comeback —se quejó Seonghwa. Su marido hizo un puchero adorable y todos se rieron.

—Supongo que es difícil para todos los implicados —apaciguó Chan, siempre tan conciliador.

Siguieron trabajando en silencio, con Felix sentado en una de las sillas solo admirándolos. O, más bien, admirando los perfectamente definidos músculos de Changbin y lo bien que le quedaban las malditas gafas de pasta. Casi deseó que fuera estúpido, que no fuera tan divertido, que no hiciera que todo el mundo lo adorara. Que no hablara de música con Hoongjoong tan resueltamente, que no hiciera que la risa de Seonghwa tintineara como una campanilla.

—¿Puedo poner las plumas y las cintas en los gorros? —pidió Jisung, a nadie en particular. Interrumpiendo (gracias a la diosa Luna) su tren de pensamientos. Las cabezas de los tres alfas se levantaron, mirándose unos a otros, incluso Minho puso una cara extraña desde su puesto, al otro lado del enorme salón comedor de la mansión Bang.

FRESAS Y MARACUYÁ | Lavanda 2 | ChangLix | HyunIn | Minsung | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora