Jennie se encontraba cuidando de su revoltosa omega que no paraba de saltar por todos lados desordenando sus mechones sueltos, sonriendo y riendo cuando la misma le traía distintos dibujos o cartitas con las mejillas rojas.
—Lili, cariño, ven aquí —pidió y rió, levantándose del sofá para ir con ella—. Te harás daño, quédate quieta por favor —habló, abrazándola por la cintura.
—¡Alfa! —la omega soltó un lloriqueo, haciendo un pequeño puchero—. Ven a jugar conmigo, vamos a correr.
—Que te vas a caer —la tomó por la cintura, alzándola y obligándole a enredar las piernas en su cadera—. No puedes pretender que un colador te va a proteger, mi amor —rió quitando el artefacto de cocina de la cabeza, despeinando su cabello con una de sus manos.
—¡Pero, alfa! —Lisa volvió a lloriquear—. Yo soy una heroína, tontita, hay que matar a los malhechores —dijo, intentando bajar.
—Pero si tú te pusiste a llorar porque maté a una hormiga —le recordó, batiendo las cejas, caminando a la cocina.
Lisa hizo una mueca, alzando las manos.
—Vamos a la cama, Nini, me duele el cuerpo y quiero abrazarte —se sentía muy cansada y adolorida.
—Vamos —asintió, dándose la vuelta para caminar a la habitación de la menor, acostándose en las blancas sábanas, besando las mejillas rojas de la más baja a causa de sus travesuras—. ¿Estás adolorida, amor? ¿En dónde? —acarició su espalda baja, examinando que no se hubiese lastimado al jugar.
—Aquí, alfa, me duele aquí —murmuró, acariciando su vientre—. Duele mucho —soltó otro lloriqueo.
—Pobre de mi omega —la castaña dejó un beso en su frente, acariciando su vientre con cuidado, sin despegarla de su cadera.
Lisa se quedó cerca de Jennie, haciendo una mueca al sentir humedad en su ropa.
—Alfa, estoy mojada —murmuró sin saber qué pasaba.
—Oh, pero si tu celo fue hace solo unas semanas —bajó su mano al sentir su camisa mojada—. Voy a tocarte —avisó antes de moverse, sintiendo la humedad. Alzó su mano, mirando la sangre cubrir sus dedos—. Oh Dios —soltó, abriendo los párpados más de lo normal.
—¡¿Qué pasó?! —alzó las manos, haciendo un gesto de miedo—. ¡Alfa, me estoy desangrando! —chilló asustada, moviéndose inquieta—. ¡¿Me voy a morir?!
—No, no, calma —se levantó sosteniendo a la pelinegra por la cintura, caminando al baño por papel—. Es tu periodo, amor, tranquila, no pasa nada, ¿si?
—¿Mi periodo? —preguntó confundida, cubriendo su rostro con ambas manos.
Nunca nadie le había hablado de eso.
—Sí, amor, ¿no sabes si tu mamá tiene toallitas por aquí? Vamos a ponerte eso y no te vas a manchar más —miró hacia varios lados y pasó un poco de papel higiénico sobre la mancha en su camisa para tratar de quitarla.
—Mamá tiene unos cositos aquí —abrió la gaveta, sacando unos tampones—. ¿En dónde se pone? —alzó las cejas, mordiendo su labio.
—No, esos no, cariño, esos luego, ¿si? —empezó a registrar en la gaveta, moviendo las cosas que estaban dentro—. Mm, no hay, yo iré a comprarte unas toallitas, ¿bien? Espérame —sacó su camisa por encima de su cabeza, saliendo del baño para ir a la habitación por otra.
—¿Me quedo aquí? —preguntó en un susurro, buscando papel higiénico—. Alfa, no se detiene —susurró, asustada por el sangrado.
—Ya cariño, iré a comprar esas toallitas, te las pondrás y luego te explico, ¿bien? —volvió con una camisa nueva puesta, avisando a Lisa.
—Okay, alfa —asintió, quedándose encerrada en el baño—. Oh, se manchó mi faldita —soltó un quejido, mirando su ropa teñida de rojo.
—Eso no importa —sonrió del otro lado de la puerta—. Dámela, la pondré en la lavadora junto con mi camisa.
Lisa se quitó la falda, pasándola por el espacio de la puerta.
—Aquí tienes, cuidado —advirtió, envolviendo su cuerpo en una toalla.
—¿Cuidado con qué, muñeca? —rió bajo—. No pasa nada. ¿Podrías darte una ducha sin cabello mientras voy a comprar?
—¡Claro! —chilló, metiéndose en la ducha sin mojar su pelo—. Apúrate, alfa, sigue saliendo —dijo, viendo el agua.
—Muy bien, cachorra —rió cerrando la segunda puerta que daba a la sala, bajando las escaleras y corriendo hasta una farmacia más cercana.
Una omega atendía en la farmacia, sonriendo al ver a la de ojos gatunos.
—Buenas tardes, jovencita —saludó con amabilidad—. ¿Qué necesita? —le cuestionó, mirándola de pies a cabeza, tratando de adivinar.
—Unas toallas sanitarias, por favor —pidió sacando unos cuantos billetes de su billetera.
—Claro, ¿nocturnas o de día? —se dio la vuelta para ver los paquetes de toallas detrás de ella.
—Nocturnas, por favor —pidió, moviendo su pie, impaciente.
—¿Grandes o pequeñas? —habían varias clases de toallas.
—Grandes —puso el dinero sobre el mostrador.
La beta decidió no preguntar marca, se veía que la castaña estaba apresurada.
—Aquí tienes —dejó el producto en el mostrador.
—Gracias, antes de irme, unos chocolates y unas píldoras para el dolor, por favor.
—Las píldoras y los chocolates —asintió, yendo por las cosas—. Y aquí tienes —puso todo en una bolsa, entregándola a la alfa.
—Muchas gracias —dejó el cambio sobre el mueble, la mujer había sido muy amable al no preguntar nada.
—Nos vemos —batió la mano.
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Alpha will help you | Jenlisa
RomanceSe suponía que iba a ser un día normal, pero cuando Lisa necesita ayuda, Jennie está para ayudarla y cuidarla. ➼ Adaptación © harryomega ➼ Prohibido copiar o adaptar mi versión