oi. mitsuya ito: the curse.

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Akihiko lo había visto hace muchos años, cuando Sukuna aún tenía su propio cuerpo y no estaba sellado en sus propios dedos. Solía tener sueños premonitorios. Podía ver ciertas cosas del futuro, específicas e importantes, que podían significar un desequilibrio en el balance del mundo de la hechicería. Usualmente no era nada positivo, nada que fuera bueno dejar llegar hasta el punto que el sueño le mostraba.

Y esta vez el patrón no cambio. Se trataba de un chico de tal vez unos dieciséis o diecisiete años, no debía tener más que eso. Sus cabellos negros eran medianamente largos, su piel era pálida y se notaba que era bastante alto. Sin embargo, lo que más llamaba la atención de su apariencia eran sus ojos de un color rojizo antinatural, que no reflejaba ni una pizca de humanidad, y las marcas entre rojas y negras que se veían por toda su piel.

No sabía de que se trataba, pero de lo que estaba seguro era que estaba relacionado con el trato que había hecho su hermano con esa maldición. No importaba lo que pasará, una maldición era una maldición al final de cuentas, y no hacía nada que no le conviniera. Ese trato era obvio que no iba a ser la excepción.

¿De quien se trataba?, no lo sabía. No se parecía a ninguno de los niños que había en el clan. ¿Cuanto tardaría en aparecer ese niño?

Mitsuya se levantó en medio de una pesadilla, como lo había hecho desde que cumplió la edad en la que se supone que debía desarrollar su técnica maldita. Lo único que había desarrollado a esa edad, a los 4-6 años, fueron pesadillas que no lo dejaban dormir y se sentían reales, como si viviera todo eso. Las pesadillas lo habían seguido hasta los diez años, y empezaba a creer que las tendría toda la vida.

Está vez había algo diferente, ni siquiera podía moverse. También había dolor, mucho dolor. Se mordía la lengua con fuerza para no soltar ningún quejido o grito por el gran dolor que se esparcía por todo su brazo derecho. Sabía que su boca se llenaría de sangre, pero ni siquiera podía pensar con claridad debido a los constantes temblores que experimentaba su cuerpo y que lo paralizaban. Nunca antes se había sentido así por una pesadilla.

— Al fin nos vemos, niño.

Sus ojos negros, oscuros como la misma noche, se giraron hasta donde provenía la voz. Se trataba de un hombre de cabellos negros desordenados, que llegaban hasta el largo de su cuello, piel extremadamente pálida como la suya propia, ojos rojos como la sangre y el dibujo de un dragón del mismo color de sus ojos por toda su piel visible. Su apariencia estaba acompañada de un kimono de apariencia antigua, de tonos negros con detalles blancos. Los ojos del niño pudieron captar ciertos detalles rojos que no eran propios de la prenda, se trataba de sangre.

SAY YES TO HEAVEN    ━━━━     Gōjo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora