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CAPÍTULO UNOMENTORES

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CAPÍTULO UNO
MENTORES



















Caius despertó gracias al sonido de la radio que su abuela ponía cada mañana.

Era como una alarma que tenía.

Joya de Panem se reproducida. Una melodía que ella siempre usó incluso en los días oscuros.

Joya de Panem,
poderosa ciudad,
resplandeciente desde el albor.

Humildes nos arrodillamos,
ante tu ideal,
y te prometemos nuestro amor.

Joya de Panem,
corazón de la justicia,
coronado tú Marmolejo de sabiduría.

Tú nos das la luz,
tú nos unes de nuevo,
y a ti te encargamos nuestra vida.

Joy de Panem,
reflejo del poder,
fuerza en la paz, escudo en la guerra.

Con tu mano acorazada
protege nuestro Capitolio, nuestra vida,
¡nuestra vida!



Caius se lo sabía de memoria, podía recitarlo con los ojos cerrados si la abuela se lo pidiera, pero él era su Snow menos favorito.

No era un día como cualquier otro, tenían la entrega de sus mentorias. La Academia por primera vez había decidido que los tributos contarán con mentores. Veinticinco de los mejores alumnos del último curso de la Academia eran los elegidos para el trabajo, razón por la que ahora Caius debía preocuparse por verse más guapo que otros días.

Caius había estado postergando ponerse la ropa formal que estuvo guardando durante semanas, para una ocasión especial, y la ocasión era ese día.

No era lo último en moda, ni siquiera algo recién comprado. Sino algo que se viera decente y presentable.

— Buenos días — saludó Caius a su primo al verlo en la cocina.

Coriolanus solo lo miró, volviendo a ignorarlo, absorto en sus propios pensamientos.

Así era la relación de ambos primos. Coriolanus ignoraba a Caius la mayor parte del tiempo, prefería fingir que Caius era un mueble más en la casa.

Coriolanus puso la col en la sopa para el desayuno. No era mucho, pero podía calmar el hambre hasta el almuerzo en la academia.

— ¡Coryo! ¡Lius! — gritó Tigris al llegar a casa.

Coriolanus salió de la cocina corriendo, en el proceso chocó con Tigris a quien casi derriba.

— ¡Lo conseguí! ¡Lo conseguí! Bueno, al menos he conseguido algo para ambos.

THE HANGING TREE; Lucy Gray Baird Donde viven las historias. Descúbrelo ahora