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La vida era majestuosa en Metrópolis, especialmente para la familia real. Desde el día que el bondadoso Clark Kent había sido proclamado Gobernante de Metrópolis, todó cambió incluso el ambiente hostil se envolvió en uno completamente diferente. No había duda, Clark Kent fue hecho para gobernar, era considerado justo, inteligente y con un sentido de la justicia bastante planteado por el pueblo. Nadie podía negar que su reinado iba a ser prosperó en grande con las futuras generaciones.

Sin embargo, su hijo parecía no tener interes en el trono. Cuando la primera dama, Lois Lane, dio a luz al futuro gobernante de Metrópolis, no hubo quejas hasta ese momento.

Algo no estaba bien, Clark pensaba que quizás no estaba siendo demasiado duro con su hijo, y Lois Lane juraba haberle enseñado modales a su hijo. Habían algunas palabras que el futuro gobernante de Metrópolis no conocía: vergüenza y humildad. Para nadie era secreto que el principe Kent se la pasará en juegos de apuestas, podías encontrarlo como toda una celebridad en una mesa en la esquina con una bolsa llena de monedas de oro y plata, sacudiendolas descaradamente enfrente del público con su mano derecha donde se encontraba en su dedo anular, el anhelado anillo de la familia real. Tampoco tenía la vergüenza de pasear por los jardines del palacio junto con una joven dama diferente casi a diario, tampoco es que cualquiera fuera de su gusto, tenía bien definido lo que quería: curvas, alta y bonita. Si tenía suerte con las candidatas, alguna podría pasar a su lista de favoritas pero casi nunca pasaba, y ese era el pequeño problema que tenía su madre con él. Los gobernantes de Metrópolis siempre debían tratar con problemas del reino, pero sin duda algo que le quitaría un peso de encima sería dejar de recibir quejas de las familias de las jovenes que el príncipe Kent ha disfrutado su compañia, no es que fuera fácil, cualquiera pudiera mentir en relación a haber tenido algo con el príncipe Kent, y no habría pruebas que lo negará, claro, si no fuera porque el príncipe Kent se mantiene inmaculado hasta el día de su ascenso, es una regla.

Los dones o poderes por parte de la familia real siempre suelen desarrollarse despúes de los 13 años. Situación que mantiene alertados a todos en la corte al no presenciar ningún esfuerzo por parte del príncipe Kent de 17 años. El Gobernador Clark Kent mantiene firmemente su decisión sobre su alianza con Lois Lane, debido a la influencia de la corte por buscar concubina que le diera un "heredero digno" mientras darle el titulo de Príncipe y futuro heredero a Jonathan Kent. Y fuera así decretado, si días antes de su juramento, asistiera a ese baile en donde fue acusado de la muerte del hijo de un duque. La noticia fue una sorpresa para muchos, incluyendo a Clark Kent y su esposa. Por otro lado, Jonathan estaba demasiado consternado al sentir la sangre aún caliente recorriendo sus manos, intentó limpiarse con las mangas de su camisa en un acto de desesperación bajo las cadenas en sus manos que evitaban que saliera corriendo o en unos posibles escenarios, saliera huyendo de su decapitación. El pueblo exigía justicia ante la corte, quienes se pronunciaron en una reunión con el Gobernante Clark Kent, en medio de su decepción, tristeza y resentimiento declaró:

— Exilio.

Tan pronto como la noticia se divulgo, no se tardo en aparecer los manifestantes que protestaban que la muerte era el castigo por un asesinato. Lois Lane sabía las condiciones que se encontraba el reino y las consecuencias que sucedierían al soltar a Jonathan a las calles de Metrópolis. Ya no era más un príncipe, era simplemente un súbdito más y era bastante seguro que el pueblo haría justicia por sus propias manos. Debido a esto, Clark Kent envió una carta a su amigo Bruce Wayne, Gobernador de Gotham. En la misma carta donde dejaba a conocer la posición que se encontraba el reino y sobre todo, su hijo, Jonathan. No demoró mucho en recibir respuesta, y fue ahí, donde se dió inició al secuestro de Jonathan en la carcel antes del amanecer. Ni siquiera hubo tiempo para despedirse de su madre, el príncipe solo cargaba una pequeña manta (cortesía de su madre, Lois) y una muda de ropa nueva antes de partir del reino. Pareciera una situación en donde Jon debería estar preocupado o siendo arrastrado a la depresión pero no era así; se encontraba maravillosamente tranquilo en el carruaje mientras analizaba lo que acaba de suceder y como las cosas cambiarán cuando estuviera en Gotham. Había visitado el lugar algunas pocas veces en las reuniones de alianzas con su padre, reconocía algunos rostros, entre ellos al futuro rostro de Gotham, Dick Grayson. Aunque estaba seguro de haber escuchado un rumor sobre un "hijo bastardo" en su estadía en Gotham hace unos años, nunca le prestó atención al menos que eso requiera importancia más allá de un simple chisme, porque Jon estaba seguro que no era la primera vez que eso sucedia, tenía el conocimiento que habian Gobernantes con concubinas, y por ende, también tendrían hijos no reconocidos fuera de la realeza.

"Crack!"

El sonido de algo impactando contra el carruaje logró sacarlo de sus pensamientos para concentrarse en el presente. Todo fue tan rápido que solo recordaba haber sido interceptado por uno de los encapuchados que atacaron el carruaje. Dos hombres que lo acompañaban estaban muertos, y posiblemente sería el proximo en la lista. Tropezandose varias veces con las ramas en el camino hacia el bosque, despojandose de su abrigo por el peso que le causaba en los hombros impidiendo que se moviera agilmente, y si no fuera por esa roca que se interpuso en su camino, sin duda hubiera saltado hacia el otro lado de la pequeña colina. Lo que sucedió despúes, tal vez lo había considerado antes al ver aquel encapuchado con un arco en su mano mientras lo perseguía. De manera insconsciente llevó su mano hacia la zona impactada pero sin suerte de tocarla, una flecha había atravesado por detrás suyo, seguido de otra más. Y estaba seguro que hubiera seguido, si no fuera porque aparecieron más hombres por delante suyo. Apenas podía distinguirlos, uno de ellos tenía una capa negra con un antifaz del mismo color y unas botas verdes. Tal vez estaba delirando, pero no demoró mucho en que su cuerpo se desplomara hacia al frente en medio de la batalla que se había desatado desde la aparición de esos hombres misteriosos. Pero sin duda, confiaba en que no iba a morir, aún no.

— Damian, llevatelo.

Se logró escuchar a un sonido de frustración por parte del más joven quien empuñaba su espada firme. Odiaba tener que abandonar a su grupo pero tampoco era capaz de desafiar las ordenes de su líder, Red Hood.

"Otro forastero" Pensó Damian mientras cargaba a Jon con un brazo alrededor de su hombro para dejarlo en la carreta con cuidado. Suspiro despúes de sacar la primera flecha, escuchando un quejido ajeno logrando alterarlo un poco al pensar haberlo lastimado, no tuvo mucha opción. El más bajo miro a sus alrededores para asegurarse de que no hubiera nadie, y hizo la cosa más estúpida del mundo.

Empezó a cantar.





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HISTORIA AU

Jonathan Kent: 17 años

Damian Wayne: 19 años

La canción de Damian [Jondami/Damijon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora