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Contenido +18 al final del capítulo, si no es de su agrado, pasar.

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"Robin irá a Gotham City" anunció Red Hood frente a los rebeldes del campamento. Gritos y felicitaciones hacia Damian, y a su lado, Jonathan le observaba de reojo como estrechaba manos con otros. Quizás Red Hood se equivocó. Quizás la oración correcta era: "Robin y Superboy irán a Gotham City." Espero pacientemente, pero nada, Jason seguía firme en su decisión. Las miradas y cuchiceos le siguieron hasta la mesa y perduraron mientras alcanzaba comida. Masticó y tragó, aunque cada trozo de pan ingerido le caía en las tripas como si fuera piedra. Deseaba alejarse del campamento. Necesitaba aire. Necesitaba a Dami. ¿Desde cuándo se había vuelto tan egoísta?


— Al parecer me voy mañana. — Anunció Damian; sonó casi a acusación. — Necesitan refuerzos en la capital. Red hood creé que hay espías entre nosotros.


Se puso de pie, y se quitó la túnica; solían dormir semi-desnudos, pues estaban en pleno verano y hacía mucho calor. El resplandor tenue de su vientre liso y musculado lividecía en comparación con su melena azabache y luminosa que se oscurecía aún más conforme descendía hacia sus hombros. Jonathan tragó la saliva, apartando la mirada. A la mañana siguiente, Damian se levantó y se vistió. Él estaba despierto, pues no había pegado ojo en toda la noche, se había dedicado a observarlo dormir tan despreocupado mientras él sentía una gran angustía al dejarlo ir. ¿Lo estaba abandonando? Temía que pudieran tomar represarias contra él en el tiempo que Damian no estuviera, se obligaba a pensar en eso en vez, de la presión en su pecho ante la idea de que no lo vería más, eso lo alteraba más. Se hizo el dormido, pero pudo verlo a través de los párpados entrecerrados. Damian le miraba de vez en cuando. A la media luz del alba de su piel refulgía, gris y suave como el mármol. Se echó el morral al hombro e hizo una última pausa al llegar a la puerta. Jon lo recordaba ahí, perfilado en el marco pétreo de la puerta. Cerró sus ojos y lo dejó pasar un momento. Estaba solo cuando volvió a abrirlos. Damian se había ido, sin él.

A la hora del desayuno todo el mundo estaba al corriente de la marcha de Damian. "Podría irme." La idea se le ocurrió de repente, pero le parecía fascinante. Había recorrido aquel sendero solo para escapar del mar, pero ahora se abría ante sus ojos, ofreciéndose para llevarlo al frente de Gotham. "Junto a Damian." Empezó a respirar deprisa, como si intentará acompasar sus pulmones con el ritmo descobado de sus pensamientos. No tenía ninguna pertenencia, solo la capa roja y la ropa con que llegó al campamento pero ninguna sandalía, ni túnica era suyos. Todo era propiedad de Red Hood. "Ni siquiera necesito hacer equipaje" pensó el Kryptoniano, y en medio de su reflexion, encontró miles de dudas. Antes también pudo haberse ido. Pudo haberse escapado en la madrugada y nadie se daría cuenta, pero nunca lo intentó. Es comó si algo o alguien lo estuviera atando a ese lugar. Pero ahora que Dami no estaba ahí, no tenía sentido seguir ahí.

Espero hasta la medianoche. Miró de soslayo hacia el campamento, donde no vió a nadie. Los guerreros habían hallarse en otro lugar. "Ahora, ha de ser ahora."

Echó a correr. Mientras se alejaba del campamento y bajaba por el camino en dirección al frente de Gotham. Jonathan pareció estar delirando cuando sintió que iba más rápido de lo común, estaba apresurando el paso. Reconocía los pasos de Damian, y su aroma, sobretodo su presencia. Ahora sabía qué precio tan alto podía pagar si no lo hacía: su corazón latía como loco. Sentía calambres en las piernas y punzadas hirientes en el pecho. Jonathan persistió. Estaba sudando a chorros y el sudor caía al suelo antes de que lo pisara. Cada vez estaba más lleno de polvo y de trocitos de hojas que se le pegaron en las piernas. Su mundo circundante se redujo al paso de sus pies y la siguiente yarda polvorienta del camino. Conforme pasaba las horas se encontraba más débil y tembloroso, daba bocanadas de aire con dificultad. El sol había dejado al cenir hace mucho y se lo veía colgar a baja altura en el cielo de occidente. Asumía que le faltaba al menos tres horas de sol y, el castillo Wayne parecía estar tan lejos como de costumbre, solo se alcanzaba a ver el pico. No tenía comida, ni agua ni esperanza de hallar abrigo; no tenía nada, salvo las sandalías que calzaba y la túnica empapada por el sudor de la espalda. Un buen rastreador habría observado a su alrededor, y habría reparado en una rama rota o torcilla alló donde un hombre se habría abierto camino, pero él no era un buen explorador. Le dolía el estómago, por hambre o desesperación. Y entonces escuchó algo más: un sonido imperceptible. Se puso de pie y agudizo sus sentidos con el miedo agolpeado en la garganta. ¿De donde venía? Mientras intentaba contener el aliento y reprimir todo movimiento; cerro sus puños con tanta fuerza que los dedos se le pusieron blancos. Volteó con rapidez la cabeza al detectar un movimiento entre los árboles próximos al camino, pero reaccionó demasiado tarde. Alguien o algo lo golpeó por la espalda y cayó de bruces contra el suelo. El atacante se le echó encima. Cerro sus ojos y esperó la cuchillada. Pero esta no llegó. No hubo nada salvo silencio y unas rodillas clavadas en su espalda. Al cabo del momento percibió que el agresor las había puesto de tal forma que le sujetaran sin hacerle daño.




La canción de Damian [Jondami/Damijon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora